La 'yihad' de Raquel
Casada con un terrorista huido y dominada por su marido, desapareci¨® en 2001. Ahora aparece su rastro entre los escombros de una casa en Wazirist¨¢n, el refugio de Bin Laden
Una nueva pieza en el complicado puzzle que retrata la presencia de Al Qaeda en Espa?a se acaba de encontrar entre los escombros de una vivienda asaltada por el Ej¨¦rcito paquistan¨ª en Sherwangai, una poblaci¨®n en la regi¨®n tribal de Wazirist¨¢n del Sur, el refugio m¨¢s c¨¢lido y seguro de los talibanes. El pasaporte de la espa?ola Raquel Burgos Garc¨ªa, convertida al islam, apareci¨® junto al de Said Bahaji, uno de los miembros del comando que organiz¨® el 11-S, un tipo que comparti¨® apartamento en Hamburgo (Alemania) con Mohamed Atta, el jefe de los suicidas, y que finalmente no vol¨® en los aviones secuestrados al no conseguir visado para entrar en Estados Unidos. Athar Abbas, portavoz del Ej¨¦rcito paquistan¨ª, exhibi¨® los documentos de ambos como si fueran trofeos de caza mayor. "No sabemos cu¨¢ndo lleg¨®, ni cu¨¢nto tiempo estuvo en Pakist¨¢n", dijo.
"No s¨¦ nada de ella desde hace muchos a?os", confiesa su padre, triste y desanimado
La madrile?a Raquel Burgos, de 34 a?os, es una persona conocida para los servicios secretos y la polic¨ªa espa?ola, probablemente una de las mujeres m¨¢s buscadas por ser la esposa de Amer el Azizi, Othman al Andalusi, apodo que obtuvo en los campos de entrenamiento en Afganist¨¢n, muyahid en Bosnia, supuesto jefe de Al Qaeda en Europa, sospechoso de inducir el 11-M y uno de los eslabones perdidos del 11-S. Un marroqu¨ª delgado y barbudo por el que m¨¢s de un agente espa?ol entregar¨ªa hasta el ¨²ltimo c¨¦ntimo de su paga para interrogarlo y bucear en sus secretos.
Raquel y Amer se casaron en la mezquita de la M-30 y vivieron en Madrid, en el n¨²mero 24 de la calle del Buen Gobernador, cerca de la plaza de toros de Las Ventas, en un bajo de 70 metros cuadrados sin ascensor que les cedi¨® el padre de ella, propietario de un restaurante en la calle de Alcal¨¢. Todos los meses este ¨²ltimo les entregaba una "ayuda" de 300 euros porque Amer no trabajaba, salvo algunas traducciones para la Casa del Libro ?rabe. En realidad dedicaba su tiempo a captar muyahidin y a enviarlos a hacer la yihad a distintos puntos del planeta. "No tiene trabajo conocido y se desconoce el origen de sus ingresos", dice un informe policial de aquella ¨¦poca.
Raquel Burgos vest¨ªa siempre de negro, cubr¨ªa su rostro y cabello con un burka y no se relacionaba con el vecindario. "Jam¨¢s vimos su cabello. Iba siempre completamente cubierta. Alguna vez los dos peque?os sub¨ªan a mi casa a por una galleta, pero los padres evitaban cualquier contacto con nosotros", asegura una vecina. "O¨ªamos las palizas que le daba, pero nunca se quej¨® ni nos dijo nada. Parec¨ªa una mujer sometida", asegura otra.
Cuando cayeron las Torres Gemelas, los polic¨ªas de la BKA alemana registraron el piso de Atta en Hamburgo y encontraron en la agenda de Said Bahaji, el tel¨¦fono y la direcci¨®n en Madrid de Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, un sirio amigo de Azizi, otro jefe de Al Qaeda condenado a?os despu¨¦s. La polic¨ªa espa?ola vigilaba a ambos desde 1995, les film¨® en v¨ªdeo e intervino sus tel¨¦fonos, pero el marroqu¨ª, escurridizo como una anguila, huy¨® en dos ocasiones, la ¨²ltima disfrazado de mujer y ante las narices de la polic¨ªa que vigilaba su casa. Los agentes acusaron al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de espantar a la pieza -dos esp¨ªas tocaron el timbre de su casa- y de provocar su fuga. Desde entonces, octubre de 2001, el rastro de Amer el Azizi ha sido un misterio. Una informaci¨®n de inteligencia asegur¨® que hab¨ªa muerto en Irak durante un ataque suicida. "Algo que nunca hemos podido probar", admite un jefe policial.
Tras la fuga de su marido, Raquel y sus tres hijos dejaron Madrid y se establecieron en Marruecos, donde recibieron la ayuda de destacados islamistas. "Me comunic¨® que se trasladaba a Casablanca junto con su marido, pero no me dijo el motivo. Desde entonces no he tenido contacto con ella", declar¨® su padre a la polic¨ªa d¨ªas despu¨¦s de la huida. En verano de 2002 viajaron a Francia y all¨ª se perdi¨® su pista. Los servicios de inteligencia sospechaban que los Azizi estaban en Turqu¨ªa hasta la reaparici¨®n de la imagen de Raquel en el fort¨ªn talib¨¢n de Wazirist¨¢n, una zona tribal en la que se sospecha se oculta Osama Bin Laden y su escudero Ayman al Zawahiri. "Es una mujer dispuesta a casi todo por su marido. Desde 2001 su vida ha tenido que ser un infierno", asegura una persona que trat¨® a la pareja y que pide el anonimato. "No s¨¦ nada de ella desde hace muchos a?os. Nadie me ha avisado de que ha aparecido su pasaporte en Pakist¨¢n", reconoce ahora su padre en una conversaci¨®n telef¨®nica en la que se percibe tristeza y des¨¢nimo.
El hallazgo del pasaporte de Raquel Burgos y de Said Bahaji, miembro del comando que prepar¨® el 11-S y uno de los hombres m¨¢s buscados, en la misma casa de Pakist¨¢n no es balad¨ª. Es otra muestra de la extraordinaria red de contactos que los autores del ataque contra las Torres Gemelas ten¨ªan en Espa?a. Azizi est¨¢ vinculado con Mohamed Belfatmi, un extremista argelino residente en Vilaseca (Tarragona) que ayud¨® a Atta y a Ramzi Binalshibh durante la cumbre que celebraron en Catalu?a varias semanas antes del atentado. El 3 de septiembre de 2001 Bahaji y Belfatmi volaron en el mismo avi¨®n a Karachi (Pakist¨¢n). Hu¨ªan juntos hacia territorio seguro.
El marroqu¨ª Zacarias Moussaui, uno de los pilotos que entrenaban en Estados Unidos y que finalmente no particip¨® en la acci¨®n terrorista, ten¨ªa en su agenda el tel¨¦fono de Azizi, el marido de Raquel. Said Bahaji, el piloto frustrado del 11-S, guardaba el tel¨¦fono de Abu Dahdad con el que Raquel y Amer el Azizi celebraron el nacimiento de una de sus hijas, una ni?a morena de pelo rizado, en el verano de 2001, sin saber que los pocos agentes que entonces cubr¨ªan el terrorismo islamista vigilaban la fiesta familiar. Los v¨ªnculos entre estos islamistas, residentes entonces en Espa?a, y los ejecutores del 11-S son inquietantes y una prueba m¨¢s de la formidable presencia de Al Qaeda en Espa?a.
El marido de Raquel es, tambi¨¦n, un eslab¨®n perdido del 11-M. El marroqu¨ª Jamal Zougam, ¨²nico condenado como autor material del atentado contra los trenes de Atocha, otros siete terroristas se suicidaron en un piso de Legan¨¦s, era amigo de Azizi, un tipo exaltado y nervioso que en una ocasi¨®n se enfrent¨® en la principal mezquita de Madrid a los embajadores ¨¢rabes y les tach¨® de incr¨¦dulos. "Estaba loco", asegura Mohamed, un marroqu¨ª que rezaba con ¨¦l en Lavapi¨¦s, el barrio por el que los ejecutores de la matanza de Atocha se mov¨ªan como pez en el agua.
La pasada primavera, la familia Burgos inciner¨® en Madrid a Henar, la madre de Raquel, fallecida tras padecer una larga enfermedad. Su hija no acudi¨® a la cita.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.