Chirac: "Giscard no me invitaba a t¨¦"
Las memorias del ex presidente franc¨¦s muestran a un hombre enamorado de s¨ª mismo, en el poder desde los 28 a?os y herido por el desprecio de otros pol¨ªticos
![Antonio Jim¨¦nez Barca](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fbb60e462-6db2-4012-988f-f51510e31f70.png?auth=7669172c5cd7ebd827330e281ce58fbefd56b99fd17a3fd2ee1eb156026e8bb9&width=100&height=100&smart=true)
En pleno mayo de 1968, con los estudiantes y los trabajadores en la calle, el primer ministro de Francia, Georges Pompidou, orden¨® al secretario de Estado de Empleo de entonces, un pol¨ªtico ambicioso y apuesto de 36 a?os llamado Jacques Chirac, que negociara en secreto con los representantes de los sindicatos para comenzar a desactivar la explosiva deriva del pa¨ªs. Le recomend¨® que a las citas acudiera solo y armado. Y le explic¨® porqu¨¦: "Comprenda que si le secuestran, la situaci¨®n se volver¨ªa espantosa: as¨ª que desconf¨ªe".
En efecto, el joven Chirac se present¨® en la cita clandestina, acordada en un banco de la calle cerca de la plaza de Pigalle, pertrechado de un peque?o rev¨®lver escondido en el bolsillo de la gabardina. "Ahora tantas precauciones pueden resultar exageradas y hasta rid¨ªculas; pero no ten¨ªan nada de extra?o en el clima de la ¨¦poca", se justifica en el primer tomo de sus memorias (A cada paso, una finalidad), publicado la semana pasada. Ah¨ª relata este episodio y su vida hasta que entr¨® en el El¨ªseo como presidente de la Rep¨²blica en mayo de 1995.
Las confidencias aparecidas en el volumen (y la noticia de que deber¨¢ comparecer ante la justicia acusado de abuso de confianza y desv¨ªo de fondos p¨²blicos en su etapa de alcalde de Par¨ªs) han vuelto a colocar al irreductible y campechano Chirac, de 76 a?os, en la primera l¨ªnea medi¨¢tica de Francia. Hasta ahora, y desde que fue sustituido por Nicolas Sarkozy en 2007, hab¨ªa preferido apartarse del foco p¨²blico, dedic¨¢ndose a su fundaci¨®n ben¨¦fica y a dar entrevistas descafeinadas sobre su pasi¨®n por el arte chino.
Por cierto, en este primer tomo Sarkozy sale poco: unos cuantos p¨¢rrafos para describir c¨®mo en 1994, el actual presidente de la Rep¨²blica, entonces ministro, decidi¨® comunicar a Chirac que le abandonaba para respaldar a su oponente de entonces por la candidatura de la derecha francesa, ?douard Balladur. "No es bueno meter todos los huevos en la misma cesta", le respondi¨® Chirac.
El libro describe a un pol¨ªtico, Chirac, muy poco (o nada) cr¨ªtico consigo mismo (no hay ni una sola referencia al episodio de los empleos ficticios por el que ser¨¢ procesado), atado al poder desde los 28 a?os, que profes¨® afecto por su mentor Georges Pompidou, admiraci¨®n por Fran?ois Mitterrand y un duradero, amargo y antiguo rencor (cuando no odio) por el ex presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing, a quien Chirac describe como un fatuo soberbio que le despreci¨® desde siempre. M¨¢s que las divergencias pol¨ªticas fueron las diferencias de car¨¢cter las que cimentaron su incompatibilidad.
En 1969, Giscard era ministro de Finanzas y Chirac, del Presupuesto, un escal¨®n por debajo. "Un d¨ªa le visit¨¦ en su despacho. Para empezar, no me hizo pasar por la entrada principal, sino por la de los ayudantes. (...) Otro d¨ªa, tambi¨¦n en su despacho, llama al conserje y le pide un t¨¦, sin preocuparse de preguntarme si yo quer¨ªa algo. La situaci¨®n era tan chocante que le dije, ri¨¦ndome: 'Gracias, ministro, no bebo nunca t¨¦".
A?os despu¨¦s, en 1976, Giscard d'Estaing era presidente de la Rep¨²blica y Chirac primer ministro, pero la relaci¨®n entre ambos segu¨ªa siendo irrespirable. Hasta tal punto que Chirac ya estaba a punto de dimitir, cuando, seg¨²n cuenta, Giscard le invit¨® a ¨¦l y a su esposa a pasar unos d¨ªas de vacaciones. "Nos invit¨® a cenar, a nosotros y a su monitor de esqu¨ª y a su mujer. La pareja lleg¨®, ¨¦l en polo y ella con falda corta. Nosotros est¨¢bamos con traje y vestido de noche (...). La situaci¨®n era tan embarazosa y humillante para ellos que la esposa del monitor no dejaba de estirar su falda para alargarla unos cent¨ªmetros. (...) Giscard no tuvo una palabra para relajar la atm¨®sfera. Al contrario, parec¨ªa que se divert¨ªa con eso. Volv¨ª a Par¨ªs conmocionado por esa falta de respeto. Y m¨¢s determinado que nunca a recuperar mi libertad...".
D¨ªas despu¨¦s de esa extra?a cena, Chirac dimit¨ªa como primer ministro, se alejaba para siempre de Giscard y formaba un nuevo partido que confirmaba el cisma en la derecha francesa.
![Chirac firma un ejemplar de sus memorias el s¨¢bado durante la feria del libro de Brive la Gaillarde (centro de Francia).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/W5JBYQZHDKJ5U4WCWKUWWQCPTA.jpg?auth=5be83c30201cf54f5e8f0aebedc89bdcb0e29e86cb92b3bb67a7dc19e0c31614&width=414)
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