Lo que el Muro se llev¨®
Primera advertencia: "No sea obvio". Segunda: no se aceptar¨¢n art¨ªculos que comiencen con un "desde el fin de la Guerra Fr¨ªa" ni que se titulen "Europa en la encrucijada". Son las normas editoriales de la revista Foreign Policy en Espa?ol con las cuales me siento plenamente identificado como miembro de su Consejo editorial. Todo un desaf¨ªo a la hora de escribir el 9 de noviembre de 2009, cuando se cumplen exactamente 20 a?os de que cayera el muro de Berl¨ªn. Comenzar¨¦ por darles una mala noticia: que al resto del mundo le importa bien poco lo que ocurri¨® en Berl¨ªn hace ahora 20 a?os. Aunque muchos se resistan a darse por enterados, Europa ha dejado de ser el centro del mundo. En realidad, su protagonismo era completamente ficticio: con sus dos guerras mundiales, Europa ya hac¨ªa tiempo que se hab¨ªa suicidado. Pero como la Guerra Fr¨ªa ten¨ªa como escenario principal una Europa dividida en dos bloques, una Alemania dividida en dos Estados y un Berl¨ªn dividido en dos mitades, los europeos se segu¨ªan creyendo los protagonistas de la historia. As¨ª que, aunque no lo pareciera, el centro de gravedad del mundo ya hac¨ªa tiempo que se hab¨ªa trasladado fuera de Europa. El resultado es que, durante los 50 a?os anteriores a la ca¨ªda del Muro, s¨®lo hubo dos potencias europeas en Europa: EE UU y la URSS. Naturalmente, esto no quiere decir que no tengamos motivos de celebraci¨®n: todav¨ªa nos conmueve el coraje de las decenas de miles de personas que dijeron "basta" y se lanzaron a las calles de Europa Central y Oriental en 1989. Pero la realidad es que las luces se apagaron en el escenario europeo hace ahora 20 a?os. Fundido en negro.
Veinte a?os despu¨¦s, la UE sigue sin ser una potencia y sigue sin ser decisiva
Y si el final fue feliz, con abrazos y l¨¢grimas en aquellos momentos m¨¢gicos del 9 de noviembre, no fue necesariamente gracias a los l¨ªderes europeos. Toda revoluci¨®n tiende a ser traicionada; 1989 no es una excepci¨®n. Un breve recorrido por las hemerotecas nos muestra la enorme miop¨ªa de Margaret Thatcher, Fran?ois Mitterrand y Giulio Andreotti, en estado de shock ante la perspectiva de una Alemania unida. Sabemos que los dos primeros maniobraron desesperadamente en Washington y en Mosc¨² para impedir a toda costa la reunificaci¨®n alemana y que el ¨²ltimo dej¨® para la posterioridad aquella vergonzosa frase que tan bien lo resum¨ªa todo ("amo tanto Alemania que prefiero que haya dos"). Y sabemos tambi¨¦n que Mitterrand y otros se opusieron frontalmente a la otra gran unificaci¨®n europea, la que habr¨ªa de llevar a la UE de 15 a 27 miembros, proponiendo todo tipo de suced¨¢neos (una confederaci¨®n europea, una integraci¨®n regional entre los pa¨ªses del Este o qu¨¦ s¨¦ yo) y racaneando la adhesi¨®n hasta el ¨²ltimo minuto. ?Qu¨¦ altura de miras!
Peor a¨²n: los at¨¢vicos reflejos geopol¨ªticos de esos l¨ªderes tuvieron un enorme coste en vidas humanas en la antigua Yugoslavia. Convencidos de que una Serbia fuerte era imprescindible para detener la influencia alemana en los Balcanes, Reino Unido y Francia protegieron durante demasiado tiempo a Milosevic y a sus criminales ¨¢lter egos, con las funestas consecuencias que todos conocemos. As¨ª que "la hora de Europa" que muchos proclamaron acab¨® con los Balcanes convertidos en el matadero de Europa. Menos mal que Bill Clinton termin¨® dando un pu?etazo en la mesa y poniendo orden en la regi¨®n.
Por tanto, si la reunificaci¨®n alemana finalmente tuvo lugar fue gracias a la visi¨®n hist¨®rica y altura de miras de George Bush (padre) y de Mija¨ªl Gorbachov, que hicieron por Europa mucho m¨¢s de lo que ¨¦sta estaba dispuesta a hacer por s¨ª misma. Y si la ampliaci¨®n de la UE finalmente se llev¨® a cabo, haciendo honor a la promesa concedida en 1957 de "lograr una uni¨®n m¨¢s estrecha entre los pueblos de Europa", ¨¦sta no se hizo con entusiasmo, sino con fastidio. Para muchos, la ca¨ªda del Muro estuvo bien, pero 10 a?os m¨¢s de tel¨®n de acero no hubieran estado nada mal.
Veinte a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro, la UE sigue sin ser una potencia europea. Desde los Balcanes a Rusia, pasando por la vecindad oriental, Turqu¨ªa o el Mediterr¨¢neo, la UE sigue sin ser decisiva. Por eso, 1989-2009, adem¨¢s de ser objeto de celebraci¨®n, debe ser objeto de preocupaci¨®n: si la ca¨ªda del Muro marca el momento en el que realmente termina la II Guerra Mundial, entonces no necesariamente significa el comienzo del renacimiento europeo tras 50 a?os de divisi¨®n, sino la confirmaci¨®n definitiva de la (dulce) decadencia que se inici¨® en 1945.
jitorreblanca@ecfr.eu
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