"Ve¨ªa la realidad desde el punto de vista de los pobres"
Rafael Bengoa reflexiona sobre la labor que su amigo Ignacio Ellacur¨ªa realiz¨® en la Universidad Centroamericana (UCA).
Pregunta. ?Cu¨¢l fue el papel de la UCA respecto a la Iglesia en Centroam¨¦rica, a Roma y su relaci¨®n con el padre Arrupe?
Respuesta. Hubo unos a?os en que los jesuitas de Centroam¨¦rica estuvieron a la cabeza de la honda transformaci¨®n que conoci¨® esta orden tras el Vaticano II. Encontraron aliento y apoyo en Arrupe. La Compa?¨ªa de Jes¨²s en El Salvador, como en otras partes, hab¨ªa sido la educadora de la oligarqu¨ªa. En pocos a?os peg¨® un giro radical y la oligarqu¨ªa pas¨® de venerar a la Compa?¨ªa a los ataques m¨¢s infamantes contra los jesuitas de la UCA. Ellacur¨ªa entend¨ªa que en un pa¨ªs pobre, desestructurado, la primera tarea de la universidad era contribuir a transformar la realidad social, articular intelectualmente la raz¨®n y la verdad de los pobres que no pueden hacerlo y que, por no tener, no tienen ni voz.
"El Ellacur¨ªa m¨¢s importante es el prof¨¦tico y ut¨®pico, no el pol¨ªtico"
P. Hombre de Iglesia, Ellacur¨ªa era tambi¨¦n un gran dial¨¦ctico, al que se le reproch¨® su participaci¨®n en la pol¨ªtica. ?Era tambi¨¦n un gran pol¨ªtico?
R. En efecto, era un gran dial¨¦ctico. Era pol¨ªtico en el sentido de que analizaba, con todos los recursos de las ciencias y con asesoramientos, la realidad social salvadore?a y propon¨ªa alternativas concretas. Pero no aspiraba, ni para ¨¦l ni para la universidad, al poder, ni ten¨ªa una postura estrictamente partidista. Ve¨ªa y juzgaba la realidad desde el punto de vista de los empobrecidos. Denunciaba al poder olig¨¢rquico, la injusticia estructural, las barbaries enormes del Ej¨¦rcito, la responsabilidad decisiva de la Administraci¨®n norteamericana del tiempo. Entend¨ªa sus tomas de postura como una obligaci¨®n universitaria, es decir sacar a la luz la verdad con rigor y absoluta libertad. Pero llevaba tambi¨¦n muchos a?os criticando a la guerrilla. La universidad ten¨ªa que participar en el agudo conflicto de la sociedad salvadore?a, pero de forma universitaria. Se preocup¨® de preparar cuadros pol¨ªticos, pensando en el futuro. Su papel pol¨ªtico fue muy especial por su preparaci¨®n, por sus cualidades personales y por la situaci¨®n cr¨ªtica que le toc¨® vivir, pero lejos de desvirtuar su responsabilidad como universitario y como sacerdote cumpli¨® de forma eminente con su deber.
P. ?Fue tambi¨¦n muy cr¨ªtico con el FMLN?
R. En 1983 declar¨®: "El FMLN no puede, en primer lugar, ganar la guerra revolucionaria en la que est¨¢ comprometido. Y, en segundo lugar, aunque pudiera, no le conviene a El Salvador que el FMLN gane". Estaba reciente el triunfo sandinista y esta postura no fue comprendida por mucha gente de su entorno, incluidos varios jesuitas. Ellacur¨ªa sab¨ªa el coste terrible que supondr¨ªa para El Salvador la reacci¨®n norteamericana y la divisi¨®n traum¨¢tica que se producir¨ªa en el pa¨ªs. Trabaj¨® para un acuerdo de las partes que depurase las responsabilidades de la represi¨®n y pusiese las bases para una reconciliaci¨®n nacional y para una transformaci¨®n de la sociedad salvadore?a.
P. En un editorial de la revista ECA afirm¨® que "la mentira es la reina consorte del terror".
R. ?ste es un punto clave en el pensamiento de Ellacur¨ªa y que repite frecuentemente Jon Sobrino. En palabras de San Pablo, "la verdad es sofocada por la injusticia", no primariamente por la mentira. Todo crimen recurre a ocultar la realidad para justificar la injusticia. La guerra del ej¨¦rcito salvadore?o, con la ayuda norteamericana, que masacraba a la gente m¨¢s pobre iba acompa?ada de un sistema de mentiras, de tergiversaci¨®n y ocultaci¨®n de la realidad, de producci¨®n de infamias. La poderosa emisora de los militares y pr¨¢cticamente toda la prensa, en manos de la oligarqu¨ªa, denigraba diariamente a los jesuitas, acus¨¢ndoles de ser los instigadores de la guerrilla. La UCA y Ellacur¨ªa lo que hac¨ªan era servir a la verdad, denunciar la situaci¨®n real del pa¨ªs, sobre todo la del campesinado pobre y que cargaba encima con una brutal e indiscriminada represi¨®n del Ej¨¦rcito y con una guerrilla que agravaba m¨¢s su situaci¨®n.
P. ?En qu¨¦ qued¨® su labor salvadore?a?
R. Dif¨ªcil y delicada cuesti¨®n. El asesinato de los jesuitas fue un factor que aceler¨® el proceso de paz, que se plasm¨® en los Acuerdos de Paz firmados en Chapultepec en febrero de 1992. Respond¨ªan a la visi¨®n de Ellacur¨ªa porque supon¨ªan una ruptura con la situaci¨®n anterior y pon¨ªan las bases para una transformaci¨®n profunda de la pol¨ªtica y de la sociedad salvadore?a. Desgraciadamente, su desarrollo ha sido insatisfactorio. Pero este a?o ha triunfado en las elecciones la izquierda del FMLN, en la actualidad un partido plenamente democr¨¢tico, y el presidente Mauricio Funes reivindica el legado de Ellacur¨ªa y muchos disc¨ªpulos de ¨¦ste ocupan actualmente cargos de responsabilidad en el gobierno.
En la vida interna de la Iglesia centroamericana y de la Compa?¨ªa de Jes¨²s creo que su herencia se ha diluido extraordinariamente, y la instituci¨®n eclesi¨¢stica se ha esforzado por cambiar este rumbo. Y hay que decir una cosa muy importante: no nos podemos quedar con el Ellacur¨ªa realista y pol¨ªtico. Es m¨¢s importante el Ellacur¨ªa prof¨¦tico y ut¨®pico, por usar sus propias palabras. En ¨²ltima instancia, le mov¨ªa la fe cristiana reflejada en la vida de Jes¨²s. Por eso hablaba de "los pueblos crucificados" -"Tercer Mundo" y "subdesarrollados" son eufemismos que ocultan el sufrimiento injusto- y hablaba de utop¨ªa porque se trata, dec¨ªa, de revertir la historia, de promover una civilizaci¨®n de la austeridad, porque el nivel de vida del Primer Mundo es un privilegio injusto. En Ellacur¨ªa es esencial la cr¨ªtica a nuestra forma de vida occidental. Ser¨ªa una hipocres¨ªa homenajearle a los veinte a?os de la entrega heroica de su vida, como sus compa?eros, y ocultar esta dimensi¨®n esencial y pendiente de su legado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.