'Baby business'
A menudo, las preferencias de los lectores franceses m¨¢s intelectuales logran impacientar incluso a quienes somos devotos de la fecundidad ensay¨ªstica del pa¨ªs vecino. En el Magazine de Philosophie, una revista popular y bastante digna que en Espa?a ser¨ªa dif¨ªcilmente imaginable, consulto la lista de ensayos m¨¢s vendidos: la encabeza La insurrecci¨®n que viene (editorial La Fabrique), firmada nada menos que por un tal Comit¨¦ Invisible, en¨¦simo panfleto postsituacionista que anuncia la cercana revoluci¨®n emancipadora de los males del capitalismo; un par de puestos m¨¢s abajo aparece La hip¨®tesis comunista (editorial Lignes) de Alain Badiou, un nost¨¢lgico del mao¨ªsmo al que la egolatr¨ªa blinda contra el sentido del rid¨ªculo. Es decir, dos truculentos y sofisticados pasatiempos para a?adir algo de picante al abundante men¨² de quienes se repantingan en la confortable decadencia parisiense. Uno quisiera poder patear, como en el teatro, ante esta mala representaci¨®n del est¨®mago satisfecho y la conciencia infeliz.
En 'Cuerpos hechos migas', Agacinski rechaza la trivializaci¨®n que suponen los vientres de alquiler
Afortunadamente, un poco m¨¢s abajo figura en el hit parade un libro de Sylviane Agacinski: Corps en miettes (editorial Flammarion). La profesora Agacinski ense?a Filosof¨ªa en la Escuela de Altos Estudios y es aficionada a nadar contra corriente. Ha escrito en varias ocasiones sobre el derecho de filiaci¨®n de quien viene al mundo, el derecho a nacer de hombre y mujer y a no verse privado programadamente de este doble origen. S¨¦ por experiencia propia que es una postura controvertida que puede granjearle a uno descalificaciones por retr¨®grado, hom¨®fobo y otras lindezas no menos pintorescas. En esta obra, Cuerpos hechos migas, defiende la restrictiva legislaci¨®n francesa en la cuesti¨®n de las "madres de alquiler" y sostiene que no est¨¢ atrasada sino en vanguardia de la protecci¨®n de la dignidad de las personas contra "la barbarie que siempre ha sido moderna, siempre nueva, siempre actual".
Para Agacinski, el aborto es aceptable como renuncia en ciertos casos a la maternidad de quien se siente incapaz de asumirla en toda su seriedad responsable, pero rechaza la trivializaci¨®n que comportan los vientres de alquiler. Ni el ni?o es un producto fabricado a partir de cachitos -esperma, ovocitos, ¨²tero...- ni la mujer puede ser un horno en el que se pone la masa a calentar hasta que fermente. Quienes se indignan ante la prostituci¨®n como venta de lo inalienable, el cuerpo de una persona, deber¨ªan sentir id¨¦ntica repugnancia ante esta forma de alquiler... aunque no haya por medio placer er¨®tico, esa luz roja que siempre suscita el esc¨¢ndalo de los puritanos.
?El derecho de los padres? Agacinski rechaza ese dogma de nuestra ¨¦poca: que uno pueda ser padre antes de tener hijos, por el efecto m¨¢gico de la intenci¨®n y sin m¨¢s tr¨¢mites. Ahora se habla de "padres biol¨®gicos" o "hijos biol¨®gicos" en lugar de reconocerse como antes padres o hijos naturales. Fruto ¨¦stos del apasionado mestizaje entre ambos sexos, por eventual y furtivo que sea; comprometidos aquellos con la diferencia que engendra. Y concluye que "los lazos entre los humanos y los lazos entre las generaciones son intraducibles en los t¨¦rminos de la biolog¨ªa". Aclaro que Sylviane Agacinski no es monja ni ultraderechista. Recuerdo que en un programa de televisi¨®n que compart¨ª con ella, cuando el moderador la present¨® como feminista, progresista, esposa del entonces primer ministro socialista Lionel Jospin, etc¨¦tera... ella le corrigi¨®: "Ante todo, soy fil¨®sofa". Pues eso.
Babelia
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