Los esp¨ªas fantasma est¨¢n dentro del PP
El PP airea desde hace varios meses una acusaci¨®n sin pruebas de espionaje a la oposici¨®n por orden del Gobierno. Deben hacerlo, los dirigentes del PP, con la idea de que una mentira muchas veces repetida pueda convertirse en verdad. O con la idea de que nadie les va a descubrir en el enga?o porque los periodistas, en cuyas informaciones basan su denuncia, ocultar¨¢n sus fuentes. En su impostura, el PP siempre encuentra medios de comunicaci¨®n dispuestos a comprar su mercanc¨ªa averiada con tal de colocar un titular escandaloso en escaparates donde las mentiras no tienen prohibido el paso.
Por m¨¢s que insista el PP -ayer lo volvi¨® a hacer Rajoy-, los casos de los que hablan, basados en conversaciones mantenidas por dirigentes de este partido, s¨®lo evidencian que en una formaci¨®n pol¨ªtica zarandeada por la corrupci¨®n son muchas las voces que cuentan cosas.
Los dirigentes populares detallan a los medios sus conversaciones; luego las leen y se escandalizan
En el PP no necesitan de sistemas electr¨®nicos de escuchas, como el dichoso SITEL, que tanto denuncian ahora pese a que lo compraron cuando gobernaban y pese a que han llegado a pedir, en sede parlamentaria, que se instale en todas las comisar¨ªas de Espa?a. Los dirigentes populares se bastan solos para detallar a los periodistas sus conversaciones privadas sin necesidad de que nadie ajeno las escuche. Cuando las ven publicadas o transcritas en reportajes televisivos como el que emiti¨® la cadena Cuatro hace varios meses, se escandalizan y proclaman, sin avergonzarse por ello, que alguien del Gobierno les esp¨ªa con el SITEL, un artilugio que no funciona sin autorizaci¨®n judicial.
A partir de ahora, cualquier noticia que verse sobre conversaciones privadas entre pol¨ªticos, como las publicadas entre Rajoy y Camps por el mismo peri¨®dico -El Mundo- que ahora cree en las escuchas ilegales que denuncia el PP, ser¨¢ motivo de esc¨¢ndalo porque, seg¨²n la teor¨ªa de los populares, esa informaci¨®n s¨®lo puede tener su origen en el aparato de espionaje que ha montado el Gobierno con la ayuda del SITEL.
Aqu¨ª van algunos detalles, no menores, de las dos conversaciones privadas que denuncia el PP para difundir el bulo del espionaje.
Una de ellas se refiere a las horas de tensi¨®n que vivi¨® el PP antes de que el Tribunal Superior de Valencia salvara al presidente Francisco Camps de un juicio con jurado que era tanto como su condena a muerte pol¨ªtica. Algunos dirigentes del PP contaron entonces a los periodistas que la Sala de lo Penal, formada por tres magistrados, iba a resolver a favor de Camps por dos votos a uno (cosa que ocurri¨®). Lo contaban 48 horas antes de que se firmase el auto judicial y se basaban en informaci¨®n privilegiada que supuestamente manejaba Federico Trillo, el hombre del partido encargado del caso Camps. Alguno de esos dirigentes lleg¨® a contar que Trillo habl¨® con un tal Montero (uno de los tres jueces que dirimieron el asunto se apellidaba as¨ª). Resulta que el tal Montero del que hablaban de o¨ªdas era otro: un abogado de Madrid que trata con Trillo pero sin relaci¨®n con el caso Camps. Hasta aqu¨ª el malentendido fruto de una fuente mal informada. El PP se quiso aprovechar y convirti¨® el error en una prueba solvente de espionaje pol¨ªtico. Aunque, si hubiera existido ese espionaje, no habr¨ªa sido posible el error pues Montero vot¨® contra Camps.
Segundo sucedido. Durante los primeros d¨ªas del esc¨¢ndalo desatado por la trama G¨¹rtel, el secretario general del PP de Madrid, Francisco Granados, y la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, hablaron por tel¨¦fono sobre qu¨¦ hacer con el principal implicado del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Alberto L¨®pez Viejo. Dirigentes del PP dieron detalles de esa conversaci¨®n al jefe de Nacional de la cadena de televisi¨®n Cuatro. La informaci¨®n pas¨® a formar parte de un amplio reportaje sobre la trama G¨¹rtel donde se recreaba -no se transcrib¨ªa- la charla. De Cospedal se sorprendi¨® mucho al verlo y, aunque se le dieron en privado las explicaciones oportunas del origen puramente period¨ªstico de la noticia, se refugi¨® en la teor¨ªa de los esp¨ªas y lleg¨® incluso a amenazar con denunciar los hechos.
Con esta vaina lleva el Partido Popular desde agosto, esperando que, a costa de repetir la doble mentira, se convierta en verdad de manera que el esc¨¢ndalo engorde alimentado por medios en cuyos escaparates no est¨¢ prohibido el paso a la mentira.
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