El peligro del p¨¦ndulo (o de la monja)
Recu¨¦rdenlo: s¨®lo hace dos meses, cuando los Gobiernos empezaron a coordinar y dise?ar la pol¨ªtica de vacunaci¨®n seg¨²n las recomendaciones de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, algunos colectivos (por ejemplo, los taxistas) o partidos (el PP) se echaron las manos a la cabeza denunciando una taca?er¨ªa de vacunas que nunca existi¨®. Tem¨ªan que la inmunizaci¨®n ante un virus nuevo de consecuencias desconocidas dejara fuera a las v¨ªctimas de la pol¨ªtica.
Pero el virus se extendi¨®, lleg¨® la pandemia, y afortunadamente no ha cursado de forma tan grave como pod¨ªa haberlo sido. Y el peligro hoy es el del p¨¦ndulo, de quienes parecen preferir dejarse llevar por comentarios sin solidez cient¨ªfica que por las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Diez millones de personas pueden vacunarse desde ayer, casi uno de cada cuatro espa?oles, aunque habr¨¢ inmunizaciones para muchos m¨¢s. Enfermos cr¨®nicos, embarazadas, personal sanitario y de protecci¨®n civil pueden hacerlo para afrontar una enfermedad ante la que son m¨¢s vulnerables. Pero lo que pareci¨® taca?er¨ªa entonces se juzga hoy como alarmismo desmedido al servicio de las farmac¨¦uticas, y hasta las teor¨ªas conspirativas como la de la monja Forcades encuentran sorprendentes defensores.
Seamos serios: ni entonces hab¨ªa que alarmar, ni ahora hay que minusvalorar. La nueva gripe ha matado a 540 ni?os en EE UU, cuando la cifra habitual suele ser algo m¨¢s de ochenta. Si el perfil mayoritario de v¨ªctimas de una gripe estacionaria era all¨ª el de mayores de 65 a?os, esta vez es de ni?os y j¨®venes.
Dejemos el p¨¦ndulo. La vacuna no nos hace v¨ªctimas de la pol¨ªtica ni de las farmac¨¦uticas; s¨®lo, afortunadamente, nos inmuniza frente a la gripe A. Y la respuesta no es la alarma ni el desprecio. Es, simplemente, la responsabilidad.
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