La dependencia de talleres ilegales pasa factura al textil del Maresme
Las grandes firmas dejan de hacer encargos en Matar¨® tras la redada de junio - El sector sufre por la par¨¢lisis de la confecci¨®n, en manos de los chinos
Li Xiao Fan combate con humor su infortunio. Las cinco m¨¢quinas de coser Sewmaq que posee ya no repiquetean sobre el hilo. Y las bobinas se acumulan, como estalactitas multicolores, en las paredes del modesto taller-vivienda que comparte con su esposa, Liu Li, en Matar¨®. Ya nadie encarga camisetas a este empresario chino ca¨ªdo en desgracia, que mata el tiempo haciendo abdominales y durmiendo. "No hay trabajo para nadie. Las empresas se han ido", lamenta Xiao, que ni siquiera puede deshacerse de las m¨¢quinas: "?Nadie las compra!".
Cinco meses despu¨¦s de una operaci¨®n policial que sac¨® a la calle a 700 mossos, los talleres chinos podr¨ªan volver al trabajo. El juez orden¨® hace d¨ªas el desprecinto de 59 de los 72 locales donde se explotaba a los trabajadores. En este tiempo, sin embargo, han pasado muchas cosas. Y el statu quo es otro. La mitad de los operarios afectados (450) se ha esfumado, por lo que no hay mano de obra. Los antiguos empresarios temen volver a la actividad, han buscado alternativas de negocio o, como Xiao, son ahora obreros sin empleo.
Y lo m¨¢s relevante: las empresas que anta?o encargaban miles de prendas a la tupida red de talleres chinos, han abandonado la ciudad por las sospechas judiciales de que en los talleres se desarrolla una actividad il¨ªcita. No es la primera vez que ocurre. "A las grandes marcas no les conviene aparecer involucradas en estos temas", relata Josep Esp¨ªgul, presidente de Asegema, patronal del g¨¦nero de punto del Maresme. Abandonados por las firmas de primera l¨ªnea, ¨¦sas de las que hay una tienda en cada esquina y centro comercial, los talleres chinos permanecen inactivos.
Las secuelas de aquella redada van m¨¢s all¨¢ de la comunidad asi¨¢tica. El ¨¦xodo chino de Matar¨® ha dejado malherida a la industria textil de la comarca, que, pese a estar en declive, ocupa al 10% de la poblaci¨®n. "Los chinos cumpl¨ªan su funci¨®n en la cadena de producci¨®n. Al romperse la confecci¨®n, el resto ha quedado tocado", admite el alcalde de la localidad, Joan Antoni Baron, que eval¨²a las p¨¦rdidas con los gremios.
Si de ¨¦l dependiera, Xiao regresar¨ªa a China. Pero no puede. Cada 15 d¨ªas debe presentarse en el juzgado. Igual que otros 76 empresarios, fue detenido en junio y est¨¢ imputado por delito contra los derechos de los trabajadores, tr¨¢fico de mano de obra y asociaci¨®n il¨ªcita. El bufete Mallart, Valls & Garc¨ªa, que lleva la defensa de algunos de ellos, clama por que se levante el secreto de sumario. "Es intolerable, lo mismo que la inoperancia de la Administraci¨®n", dicen Carles Garc¨ªa y Marta Valls, que reclamar¨¢n por las p¨¦rdidas.
Los abogados recuerdan que casi 30 de los talleres registrados poseen licencia de actividad y los papeles en regla. En esa l¨ªnea coincide el l¨ªder de la comunidad china en Catalu?a, Lam Chuen Ping. "?Por qu¨¦ han tardado tanto en dejarles trabajar? Las marcas se han ido de Espa?a y eso no s¨®lo afecta a los chinos, sino a todos. Y tal como est¨¢n las cosas, no es bueno", advierte Lam, que encabez¨® la protesta frente al Departamento de Interior a los pocos d¨ªas de la Operaci¨®n Wei. El juez admite que no hay riesgo de actividad il¨ªcita porque la cadena de negocio se ha roto. "Los proveedores de prendas han buscado otros talleres". Aun as¨ª, advierte de que cualquier intento de actividad il¨ªcita ser¨¢ castigado.Los empresarios m¨¢s decididos han abierto otros talleres. Los hay que han cambiado de negocio: uno de los locales involucrado en la redada es ahora un centro de "especialistas t¨¦cnicos en u?as". Otros, como Xiao, han dejado de pagar el alquiler del local y han generado "graves perjuicios" al propietario, admite el juez. Y hay quien, para obtener dinero r¨¢pido, ha vendido la maquinaria a otros talleres. Sobre todo, a los de Fondo (Santa Coloma), que se han visto beneficiados por el varapalo a sus colegas de Matar¨®.
La competencia entre talleres chinos, que han crecido como setas en los ¨²ltimos a?os, ha hecho caer los precios. Los intermediarios -los que reciben los encargos de las grandes marcas y los subcontratan a los chinos- pagan ahora una cuarta parte de lo que pagaban antes por cada partida de ropa. Lo hacen cuando la producci¨®n ya est¨¢ lista -los talleres se encargan incluso de poner las etiquetas a las camisetas que luego se venden en populares tiendas- y, llegado el caso, regatean.
El sistema es complejo. La firma de moda contrata a una empresa (el intermediario espa?ol) para que lleve la producci¨®n y le rinda cuentas en forma de auditor¨ªa. Pero el intermediario puede decidir (y as¨ª ocurre) subcontratar la confecci¨®n al taller chino. Ah¨ª es donde comienza el ciclo de la econom¨ªa sumergida. El intermediario elabora un pratr¨®n y pide precio, calidad y tiempo de entrega al taller chino.
Tras la redada, los talleres no pudieron entregar la mercanc¨ªa (ba?adores y camisetas para la campa?a de verano) y fueron penalizados. Adem¨¢s, perdieron la confianza del proveedor, que desplaz¨® su vista hacia los pa¨ªses del Este. Ahora, a los talleres les queda el trabajo para firmas peque?as y la producci¨®n propia que, despu¨¦s, los vendedores de mercadillo van a buscar, a bajo precio, a almacenes de Badalona.
Siguiendo la ruta de las marcas, los investigadores sospechan que los trabajadores tambi¨¦n han sido llevados hasta all¨ª de forma clandestina. Muchos no tienen papeles y su situaci¨®n es precaria. El ¨¦xodo forzado les ha llevado a buscarse la vida en poblaciones catalanas, pero tambi¨¦n en M¨¢laga o Madrid, al amparo de familiares. Los hay que se han quedado en Matar¨® para que su jefe les pague lo que les debe. Pero ¨¦stos tambi¨¦n est¨¢n a la espera de que el proveedor les abone el pedido.
"Estamos por que los talleres trabajen, pero con obligaciones. Nos oponemos al relativismo cultural aplicado al trabajo", opina Joaquim Gonz¨¢lez, secretario general de Fiteqa-CC OO, en alusi¨®n a las condiciones de trabajo (20 euros al d¨ªa, jornadas de 12 horas) que sufr¨ªan los trabajadores. La operaci¨®n policial que ha generado graves consecuencias econ¨®micas y sociales no s¨®lo buscaba liberar, aun en su contra, a trabajadores chinos. Tambi¨¦n buscaba conexiones con la mafia china que a¨²n est¨¢n por confirmar.
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