Toros, barbarie y pol¨ªtica
Se cumple ahora un a?o del ¨²ltimo informe o pronunciamiento cr¨ªtico del Consell Valenci¨¤ de Cultura sobre los festejos taurinos populares que se celebran en el marco de esta Comunidad. Con ¨¦ste u otro motivo, tan discreta entidad renueva ahora su embate contra esos ominosos espect¨¢culos que se plasman en su doble variante de bou embolat y bous al carrer, diferentes ¨²nicamente por la dosis de crueldad que exhiben sus protagonistas y que se inflige a la bestezuela. En esta ocasi¨®n, la docta instancia consultiva propone la supresi¨®n de la modalidad m¨¢s cruenta -la primera de las citadas- y s¨®lo la limitaci¨®n de la segunda, en atenci¨®n al arraigo de estas pr¨¢cticas en casi todas nuestras comarcas.
Un arraigo evidente, como delatan los miles de festejos -?5.000, 6.000?- que cada a?o se celebran a lo largo y ancho del pa¨ªs (valenciano, decimos), patrocinados a menudo por el dinero p¨²blico, as¨ª como la nutrida afici¨®n que los alienta, jug¨¢ndose su integridad f¨ªsica y, en ocasiones, dej¨¢ndose la vida en el lance. Emoci¨®n, delirio e irracionalidad a espuertas, algo que, en el colmo de la estupidez, se pretende camuflar mediante el recurso a la tradici¨®n y al llamado patrimonio inmaterial, como si la barbarie mereciese alg¨²n estatuto protector, como si el maltratato despiadado que se inflige a los animales pudiese justificarse en nombre de los derechos l¨²dicos del estamento m¨¢s descerebrado de la sociedad.
Ya se desprende de lo dicho que estamos rompiendo una lanza en favor del toro o torete, la v¨ªctima indefensa y sacrificada con abuso por mor o perversa fidelidad a unas costumbres m¨¢s o menos arcaicas que nos lastran colectivamente en la incivilidad. Sus partidarios tan solo son capaces de alegar en su descargo el mucho tiempo en que se vienen celebrando estas encerronas y cu¨¢nto se divierte el vecindario, que ni es todo ni el m¨¢s avisado. Ni siquiera pueden aducir el m¨¦rito de la tauromaquia, el arte, el duelo a muerte con igualdad aparente de armas, el respeto a la fiera. En los bous prima el vilipendio con que se trata la escarnecida bestia.
Nos consta que esta es una batalla que viene de lejos y a¨²n se prolongar¨¢ muchos a?os, aunque ya se atisba un horizonte, que no es otro que Europa. Nuestros pol¨ªticos de centro y derecha -los hegem¨®nicos- seguir¨¢n pasteleando con este asunto mientras crean que la taurofilia les produce votos. El consejero de Gobernaci¨®n, Seraf¨ªn Castellano, se ha apresurado a declarar que continuar¨¢ amparando estos festejos. Faltar¨ªa m¨¢s. Pragmatismo llaman a esa figura que linda con el cinismo. En este asunto, la izquierda, la fet¨¦n digo, con las excepciones de rigor por aquello de la espa?ol¨ªa, siempre lo ha tenido claro: las fiestas con el toro por v¨ªctima son reaccionarias. Confiemos en que la racionalidad y el esp¨ªritu que nos sopla de allende de los Pirineos acaben sin contemplaciones con todas estas salvajadas que posiblemente no cuentan siquiera con el aval mayoritario de los vecindarios, por m¨¢s bulla que promuevan los pirados o desalmados que las defienden.
Y una nota final: los intr¨¦pidos lectores de esta columna se habr¨¢n sorprendido de que esta semana no nos ocupemos del presidente Francisco Camps y de sus avatares, como ha venido siendo habitual. S¨®lo es una pausa para que se disipe el hedor a cadaverina que expande el personaje pol¨ªtico y sus circunstancias. Volveremos al tajo.
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