Nellie, la reportera original
Sucedi¨® hace 120 a?os. Julio Verne en persona le dijo en su casa de Francia: "Si consigues dar la vuelta al mundo en 79 d¨ªas, te aplaudir¨¦ con ganas". ?79 d¨ªas? No sab¨ªa con qui¨¦n estaba hablando. Ella era Nellie Bly, joven, guapa, decidida. Una intr¨¦pida periodista norteamericana -rareza de un oficio entonces s¨®lo de hombres- que se hab¨ªa hecho famosa escribiendo en el New York World (de Joseph Pulitzer) con sus reportajes de investigaci¨®n en primera persona: se hizo pasar por empleada en una f¨¢brica de cajas, por criada de familias ricas y por loca, llegando a estar internada diez d¨ªas en el manicomio de la isla de Blackwell en Nueva York. Y ahora se dispon¨ªa a batir el r¨¦cord del h¨¦roe literario de Verne, Phileas Fogg, quien hab¨ªa cruzado el globo en 80 d¨ªas.
"Es imposible que des la vuelta al mundo, eres mujer y necesitas gran equipaje", le dijo su editor. Ella lo hizo"No pod¨ªamos creer que esta autora, mujer, feminista, influyente, precursora, no hubiera sido traducida al castellano"
"Me alegra que gracias a m¨ª Nueva York d¨¦ un mill¨®n de d¨®lares m¨¢s al cuidado de enfermos mentales"
"?C¨®mo surgi¨® la idea del viaje?", contar¨ªa m¨¢s tarde Bly en el relato de los hechos. "Es dif¨ªcil a veces explicar c¨®mo surge una idea... En este caso, un domingo, como era mi costumbre, estaba pensando en algo que ofrecerle el lunes a mi editor y no me sal¨ªa nada, as¨ª que, cansada, me dije: 'Ojal¨¢ me encontrara ahora en el otro lado del globo...". Y ah¨ª estaba. Se hizo la luz.
Nellie Bly ten¨ªa ya mucho background cuando se entrevist¨® con el famoso escritor en Francia. Su nombre verdadero era Elisabeth Jane Cochran, nacida acomodada en Pensilvania all¨¢ por 1864 en el fragor de una Norteam¨¦rica viva, tumultuosa, diferenciada y clasista, adonde llegaban inmigrantes a miles cada d¨ªa y donde ni el sistema social ni el Estado ni la democracia eran lo bastante maduros para responder a tanta necesidad. En medio de esta marabunta se mov¨ªan mujeres que trabajan sin descanso, como hormigas, de aqu¨ª para all¨¢, esclavas blancas de f¨¢bricas y casas, dependientas, empleadas... mujeres conquistando poco a poco derechos inexistentes. Entre ellas, Nellie. Ella estaba entrenada para los retos. Hab¨ªa crecido en un ambiente familiar cargado de vaivenes econ¨®micos (naci¨® rica, pero no le dur¨®) y de desgracias personales (su padre muri¨® pronto); tuvo que buscar empleo desde adolescente para poder estudiar. Y uno de sus trabajos la marc¨®: empez¨® a escribir en un diario del industrial Pittsburgh. Quisieron colocarla en las tradicionales secciones femeninas, pero ella se neg¨® a limitarse a asuntos de moda, dinero, cocina y similares. Incluso se hizo corresponsal beligerante en un M¨¦xico convulso y corrupto. M¨¢s tarde dej¨® Pittsburgh y se mud¨® a Nueva York en busca de otras oportunidades y peri¨®dicos.
Nellie Bly se present¨® ante su editor del World con su idea de viaje global. Pero ¨¦ste le solt¨®: "Es imposible para ti hacer un viaje alrededor del mundo. Primero porque eres una mujer y necesitar¨ªas protector, y adem¨¢s, aunque pudieras viajar sola, necesitas tanto equipaje que te ser¨ªa imposible ir r¨¢pida...". Ella respondi¨®: "Muy bien, manda a un hombre, que salga ya... Yo partir¨¦ el mismo d¨ªa y lo escribir¨¦ para otro diario...". Lo consigui¨®.
As¨ª que, superadas las reticencias y ya iniciado su viaje, Nellie Bly mir¨® detenidamente a Julio Verne, el autor que tanto admiraba, y sonri¨® pensando que se equivocaba en su c¨¢lculo. Ella ir¨ªa mucho m¨¢s r¨¢pido que Phileas Fogg. Y sali¨® corriendo para no perder el tren hacia su siguiente destino. Lo consigui¨® en 72 jornadas, 6 horas, 11 minutos y 14 segundos. Su gira bati¨® el r¨¦cord del momento. Hab¨ªa comenzado el 14 de noviembre de 1889 en Hoboken y termin¨® en Nueva York el 25 de enero de 1890. Pas¨® por Londres, Calais, Brindisi, Port Said, Ismailia, Suez, Ad¨¦n, Colombo, Penang, Singapur, Hong Kong, Yokohama, San Francisco... y vuelta a casa.
Lo que trajo consigo Bly de su traves¨ªa fue un relato rico en encuentros (diplom¨¢ticos, capitanes, mujeres ricas y pobres, familias extravagantes, empleados poco serviciales, habitantes de mundos ex¨®ticos...), muchas experiencias y reflexiones que fue escribiendo como en una bit¨¢cora (hoy, en ese mismo estilo, existe un blog en castellano que recoge parte de su traves¨ªa). Su narraci¨®n est¨¢ repleta de detalles propios de una mirada aguda, muy personal, siempre atenta a las condiciones de vida, las infraestructuras, la organizaci¨®n sociopol¨ªtica; sobre la manera y el modo en que se trata a las mujeres en distintos lugares; de comparaciones sobre sistemas de transporte en tren o barco de americanos y brit¨¢nicos, etc¨¦tera. Su periplo la hizo estrella. Lo que vio y cont¨® se convirti¨® en ¨¦xito. Tanto o m¨¢s como lo hab¨ªa sido el reportaje que la catapult¨® en 1887, Diez d¨ªas en un manicomio. Ambos trabajos se publican ahora en castellano en Ediciones Buck de Narrativa Norteamericana. "El personaje nos lleg¨® por s¨ª solo", cuentan en la editorial. "En EE UU, Bly es un mito, su celebridad origin¨® desde un juego de mesa hasta una canci¨®n c¨¦lebre. Ning¨²n periodista, hasta entonces, hab¨ªa conseguido tanta popularidad, cuando no exist¨ªa ni televisi¨®n ni radio. No pod¨ªamos creer que esta autora, mujer, feminista, influyente, pionera y precursora del periodismo encubierto, no hubiera sido traducida". Y m¨¢s cuando el inter¨¦s hacia ella, dicen, no ha disminuido: se est¨¢ adaptando ahora para el cine su cr¨®nica sobre el manicomio.
Misi¨®n delicada fue tal reportaje convertido luego en modelo de periodismo de investigaci¨®n. "El 22 de septiembre de 1887, el World me pidi¨® si pod¨ªa internarme en uno de los sanatorios para enfermos mentales de Nueva York...". As¨ª comienza la cr¨®nica de Bly. La idea era escribir un relato sencillo, sin barnices, sobre el tratamiento de las pacientes en tal instituci¨®n. "?Cre¨ªa yo tener el valor necesario para pasar ese trago? ?Pod¨ªa fingir las caracter¨ªsticas propias de la locura hasta el punto de enga?ar a los m¨¦dicos y vivir una semana entre los locos sin que las autoridades descubrieran que era una infiltrada? Dije que cre¨ªa que s¨ª". Y lo hizo. Ten¨ªa que observar, describir la situaci¨®n de las enfermas, la comida, el trato, el funcionamiento interno... "Un funcionamiento que siempre se oculta eficazmente de la opini¨®n p¨²blica gracias a las enfermeras de cofias blancas y a los cerrojos y barrotes". "?C¨®mo me sacar¨¢n una vez que haya entrado?", pregunt¨® a su editor. "No lo s¨¦", contest¨® ¨¦l. Pas¨® diez d¨ªas y diez noches en el manicomio de Blackwell: "Experiment¨¦ cosas que nunca olvidar¨¦... Cuando me liberaron, dej¨¦ el centro con placer y alivio culpables por poder volver a disfrutar del aire puro... por no poder llevarme conmigo a alguna de aquellas desafortunadas que, estoy convencida, estaban tan cuerdas como yo". Y Bly apunta un detalle especialmente terrible: desde que entr¨® en el centro no simul¨® locura, no mantuvo su personaje de demente, sino que habl¨® y actu¨® como lo hac¨ªa en su vida real. "Y aunque suene extra?o, cuanto m¨¢s sensatamente hablaba y actuaba, m¨¢s loca me cre¨ªan". "Un, d¨ªa al pasar por una sala le¨ª en la pared: 'Mientras hay vida, hay esperanza'. Me sorprendi¨® lo absurdo que all¨ª sonaba. Me hubiera gustado colocar sobre las verjas de entrada al sanatorio esta otra: 'El que aqu¨ª entre, que abandone toda esperanza". Lo que sucedi¨® luego lo resume ella misma: "Me alegra que como resultado de mi visita al sanatorio... Nueva York destine un mill¨®n de d¨®lares adicional cada a?o para el cuidado de enfermos mentales. Al menos tengo la satisfacci¨®n de saber que esos pobres desafortunados estar¨¢n mejor cuidados gracias a mi trabajo".
Nellie Bly se dedic¨® a escribir hasta que se cas¨® en 1895 con el millonario empresario Robert Seaman, 40 a?os mayor. ?l muri¨® en 1904 y ella se hizo cargo de sus empresas con la misma energ¨ªa con que produc¨ªa textos e introdujo en sus f¨¢bricas las medidas sociales que hab¨ªa visto necesarias en sus investigaciones: mejoras sanitarias, cursos, librer¨ªas, hasta fitness... Su gesti¨®n econ¨®mica parece que no result¨® tan eficaz y, arruinada, tuvo que regresar al periodismo en el New York Evening Journal. Lleg¨® a cubrir la convenci¨®n de 1913 a favor del sufragio femenino y fue la primera corresponsal en la Primera Guerra Mundial informando desde el frente del Este. Dicen que hasta es pionera de la navegaci¨®n sin compa?¨ªa de un hombre. Nada extra?o. Y eso que su vida fue breve: muri¨® de neumon¨ªa a los 57 a?os. P
'Diez d¨ªas en un manicomio' se publica en estos d¨ªas en Ediciones Buck, y 'Alrededor del mundo en 72 d¨ªas' en el mes de enero. (www.edicionesbuck.com)
"Diez d¨ªas en un manicomio" se publica en estos d¨ªas en Ediciones Buck, y "Alrededor del mundo en 72 d¨ªas" en el mes de enero (www.edicionesbuck.com)
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