Hacia otra Europa
La nueva Comisi¨®n debe buscar una iniciativa exterior com¨²n y una salida propia a la crisis
El reparto de carteras en la Comisi¨®n Europea completa el nombramiento del equipo pol¨ªtico que dirigir¨¢ la Europa unida tras la entrada en vigor del Tratado de Lisboa. Uno de los prop¨®sitos iniciales de las reformas adoptadas por los Veintisiete, que inclu¨ªan la creaci¨®n de un presidente del Consejo y la reformulaci¨®n del cargo de Alto Representante para la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n, consist¨ªa en corregir la soterrada renacionalizaci¨®n del proyecto europeo durante los ¨²ltimos a?os. Los criterios que han inspirado el nombramiento de los comisarios han supuesto una reafirmaci¨®n de la tendencia, lo cual no tendr¨ªa por qu¨¦ implicar que la nueva Comisi¨®n est¨¦ incapacitada para variar el rumbo. Es m¨¢s, en el futuro balance de la gesti¨®n que comienza ahora habr¨¢ de pesar decisivamente la capacidad que demuestre para actuar con autonom¨ªa.
Dur?o Barroso ha vuelto a ejercer m¨¢s como ¨¢rbitro de las aspiraciones de cada Estado que como l¨ªder de la Comisi¨®n, una actitud que, junto a la mayor¨ªa que obtuvieron los conservadores en las ¨²ltimas elecciones europeas, ha asegurado su continuidad en un cargo que hasta ahora ha desempe?ado de manera gris y acomodaticia. Pero las circunstancias del primer mandato han variado, tanto en el plano institucional de la Uni¨®n como en la coyuntura internacional, donde Europa estar¨¢ obligada a desarrollar sus iniciativas. La necesidad de definir las relaciones con los nuevos cargos creados por el Tratado de Lisboa excluye el simple continuismo a efectos internos, salvo que se admita que la profundizaci¨®n del proyecto europeo ha llegado al l¨ªmite y que bastar¨ªa, por tanto, con gestionar aseadamente lo que se ha alcanzado.
Tras la par¨¢lisis durante unos a?os cruciales, Europa debe recuperar la iniciativa para garantizar su espacio internacional en el momento en el que emergen nuevos actores y Estados Unidos est¨¢ redefiniendo los instrumentos de su hegemon¨ªa. En el ¨¢mbito pol¨ªtico sigue siendo necesario, puesto que persisten desaf¨ªos como el conflicto de Oriente Pr¨®ximo o el riesgo de proliferaci¨®n que podr¨ªa desencadenar el programa nuclear iran¨ª, y aparecen otros nuevos, como el inquietante proceso de rearme en Am¨¦rica Latina, acompa?ado por ret¨®ricas cada vez m¨¢s incendiarias.
En el ¨¢mbito econ¨®mico, Europa no puede quedar en segundo plano a la hora de buscar salidas a la crisis sin poner en riesgo su propia prosperidad. Los equilibrios nacionales en la nueva Comisi¨®n no han impedido la formaci¨®n de un equipo econ¨®mico al que hay que conceder un margen de confianza y donde destaca especialmente la figura de Joaqu¨ªn Almunia, que pasa a ocuparse de Competencia con el rango de vicepresidente. Ser¨ªa contradictorio criticar el peso de los Estados en la nueva Comisi¨®n y saludar el nombramiento de Almunia por su sola condici¨®n de espa?ol: tras su paso por Econom¨ªa en los momentos m¨¢s duros de la crisis, se ha consolidado como uno de los m¨¢s s¨®lidos l¨ªderes europeos. ?sta es la principal raz¨®n para saludar su nombramiento.
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