"Ganar¨¢n mientras tengan motivaci¨®n"
Costa, el capit¨¢n, destaca el "incre¨ªble esfuerzo" de una selecci¨®n "muy completa"
"Lo ¨²nico que le puede fallar a este equipo es que le falte motivaci¨®n". La frase es de Albert Costa, el seleccionador, que incluso en la victoria, cuando ya hab¨ªa sido manteado sobre el albero por los tenistas, tuvo un momento para azuzar a los suyos. "Ha sido m¨¢s duro de lo que parece. La clave estuvo en la remontada de David [Ferrer, ante Stepanek]. Si no, se nos hubiera complicado. Estos jugadores han hecho un esfuerzo incre¨ªble. El m¨¦rito es suyo". El t¨¦cnico, sin embargo, fue injusto consigo mismo. Costa, el tercer hombre que gana como entrenador y jugador la competici¨®n con el actual formato, tiene 34 a?os y ha disfrutado de un curso en el que todas las eliminatorias se jugaron en casa y sobre arcilla. Cuenta con un equipo que ya s¨®lo tiene como referencia cercana a la Suecia de Mats Wilander, la ¨²ltima selecci¨®n capaz de ejercer un dominio semejante, all¨¢ por los a?os 80 (tres t¨ªtulos y tres finales en seis a?os). Y, a¨²n as¨ª, su papel en el ¨¦xito de Espa?a tiene un peso cr¨ªtico: ¨¦l estaba en el equipo que gan¨® la primera Ensaladera de Espa?a, en 2000 y tambi¨¦n en el Palau Sant Jordi de Barcelona. ?l, en consecuencia, es responsable, como Juan Carlos Ferrero, Alex Corretja y Joan Balcells, sus compa?eros, de haber transformado radicalmente su deporte, que pas¨® de acomplejado a dominante y de dividido a f¨¦rreamente conjuntado.
"La clave estuvo en la remontada de Ferrer. Si no, se nos hubiera complicado"
"Son muy fuertes, tienen un mont¨®n de grandes jugadores", destaca Stepanek
"Lo dif¨ªcil, lo m¨¢s dif¨ªcil, sin duda, de aquella final", recuerda Corretja, entonces el mejor tenista del equipo, "fue la sensaci¨®n de desconfianza que se sent¨ªa por la historia del tenis espa?ol". "Eso se sent¨ªa en las preguntas: '?Vais a perder? ?Es ahora o nunca? Ten¨¦is un equipo bueno, pero no tanto como el australiano...', nos dec¨ªan", contin¨²a el ex jugador, que acept¨® tragarse el sapo de no disputar los individuales del viernes. "Las preguntas eran de una negatividad terrible. Nos incomodaban. Me llegu¨¦ a preguntar: ?Tendr¨¢n raz¨®n? ?A ver si no vamos a ser capaces! Nos aislamos mucho: yo dej¨¦ de leer los diarios, de usar el m¨®vil, me qued¨¦ en el hotel... Ahora, sin embargo, esta selecci¨®n se ha ganado a pulso el optimismo".
Nadie representa mejor ese cambio radical que Rafael Nadal, presente en las finales de 2000, 2004 y 2009. Fue un abanderado mudo en la primera; un t¨ªmido reci¨¦n llegado en la segunda; y un l¨ªder extravertido en la tercera. "A Rafael nos lo trajeron al vestuario", recuerda Corretja sobre los d¨ªas del n¨²mero dos como abanderado. "Ya sab¨ªamos que jugaba muy bien. Nos dijeron que ser abanderado era un premio para ¨¦l, por sus resultados. No abr¨ªa la boca, literalmente. Yo le intentaba hacer hablar: '?Qu¨¦ tal? ?C¨®mo est¨¢s?' Le intentaba sacar cosas, y ¨¦l respond¨ªa con monos¨ªlabos. 'S¨ª. No'... estaba ah¨ª con mucho respeto y esa bajada de ojos, esa mirada tan suya".
Hoy Nadal no tiene miedo a abrir la boca. Ha ganado seis torneos grandes, apasiona al p¨²blico -"Rafa, voy a darte el co?azo hasta que me des un abrazo", le ponen las chicas en los carteles- y lidera con suavidad al mejor equipo espa?ol la historia: la selecci¨®n acumula cuatro t¨ªtulos y una final en nueve a?os.
Hoy, como David Ferrer, Nadal volver¨¢ a jugar, quiz¨¢s porque el Palau le trae muy buenos recuerdos: "Disfrut¨¦ viendo la final de 2000 en la grada, viendo a Espa?a ganar, porque no hab¨ªa visto nunca antes la Copa Davis en directo. Son experiencias que uno nunca olvida".
No ser¨¢ f¨¢cil olvidar a esta generaci¨®n de tenistas espa?oles. "La marca, esos cuatro t¨ªtulos en nueve a?os, lo dice todo", coment¨® ayer Stepanek. "Espa?a tiene una inmensa cantidad de jugadores [once entre los 100 mejores del mundo] y centros de tenis. Siempre aparece alguno. El equipo es tan fuerte que fuera de los cuatro que han jugado esta final hay otros cuatro que ser¨ªan tan fuertes como ellos. Eso demuestra lo fuertes que son. El tenis espa?ol es grande y encima est¨¢ mejorando".
"El equipo est¨¢ muy fuerte y no tiene l¨ªmites", coincidi¨® Manuel Santana en declaraciones a Efe, el pionero del tenis espa?ol. "La selecci¨®n es cada vez m¨¢s potente y m¨¢s completa", apunt¨® Manuel Orantes. Los dos jugadores que vieron despegar al tenis espa?ol desde la nada observaron ayer en directo c¨®mo los continuadores de su obra tocaban el cielo. Fue en el Palau Sant Jordi y ante m¨¢s de 16.000 enfebrecidos espectadores. Espa?a volvi¨® a jugar una final en Barcelona y se march¨® igual que aquella primera vez: triunfal, fuerte y lanzada.
Ferrer y el truco del espejo
Radek Stepanek se da golpes contra el pecho y besa el escudo de su camiseta. Gana la Rep¨²blica Checa. Es viernes y el n¨²mero 12 del mundo est¨¢ taladrando a David Ferrer, que s¨®lo ha ganado tres juegos en los dos primeros sets del partido (1-6 y 2-6). La remontada parece imposible. Pero Ferrer emplea entonces el ¨²ltimo truco. Finalizada la segunda manga, se va al vestuario. No est¨¢ solo. Le acompa?a Pascal Maria, uno de los jueces ¨¢rbitros de la final, que debe vigilar que no hable con nadie m¨¢s que con Albert Costa, el seleccionador, como indica el reglamento. El juez de silla franc¨¦s, sin embargo, no logra su objetivo.
Con Ferrer tambi¨¦n llegan a la caseta Rafael Nadal, el n¨²mero uno espa?ol; Francis Roig, ayudante de Costa; Pedro Hern¨¢ndez, director de comunicaci¨®n de la federaci¨®n y Bruno Pascual, el jefe de seguridad. Ninguno tiene permitido interactuar con el jugador. Alguno, como Nadal, opta por otro camino. "Rafael", cuentan testigos de la escena; "sali¨® como una bala hacia el vestuario y se puso a animar a David de espaldas, como disimulando, d¨¢ndole ¨¢nimos, pero nunca de forma directa". En el vestuario se escucharon estas palabras: "?Vamos David!", "?T¨² puedes!". Las bocas que las pronunciaban no ten¨ªan a qui¨¦n hablarle. Miraban unas a los espejos del vestuario; hac¨ªan otras como si se peinaran; animaban a Ferrer de espaldas, para no contravenir el reglamento. "Intent¨¦ mantenerle fresco mentalmente y con confianza. Si cont¨¢ramos lo que ocurri¨® ah¨ª...", cuenta entre risas Costa.
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