?Es el modelo alem¨¢n la soluci¨®n?
Tras la presentaci¨®n de su Ley de Econom¨ªa Sostenible, el Gobierno ha dejado el plato m¨¢s indigesto, la reforma laboral, para el primer trimestre de 2010. Zapatero, en su discurso, plante¨® introducir medidas para "modificar el sistema de negociaci¨®n colectiva para mejorar la flexibilidad interna de las empresas; para el fomento del uso de la reducci¨®n de jornada como instrumento de ajuste temporal de empleo; para la revisi¨®n de la pol¨ªtica de bonificaciones a la contrataci¨®n, reorientando los recursos hacia pol¨ªticas de empleo m¨¢s eficientes; para el refuerzo de los servicios p¨²blicos de empleo y la mejora general de la intermediaci¨®n laboral a trav¨¦s de todos los instrumentos disponibles; medidas tendentes a reducir la dualidad y la tasa de temporalidad del nuestro mercado laboral".
Creemos que esta medida es inadecuada para Espa?a y que la reforma laboral debe seguir otro camino
La agenda suena prometedora y coincide, en l¨ªneas generales, con las propuestas del llamado Manifiesto de los 100, del que somos firmantes. Sin embargo, el ¨¦nfasis en la reducci¨®n de jornada nos hace temer que el cambio va a orientarse a facilitar el uso de la reducci¨®n de jornada, el llamado modelo alem¨¢n. Creemos que esta medida es inadecuada para Espa?a y que la reforma laboral debe seguir otro camino.
El modelo alem¨¢n tiene una larga solera, pues existe desde 1927. Sus objetivos son aminorar la destrucci¨®n de puestos de trabajo y evitar a las empresas la p¨¦rdida de personal cualificado y dif¨ªcil de volver a contratar. El sistema consiste en un pacto temporal en el que la empresa, previo acuerdo del comit¨¦ de empresa, se compromete a no despedir a sus empleados, y ¨¦stos reducen su jornada laboral y su salario proporcionalmente. A cambio, el Gobierno compensa a los trabajadores entre el 60% y el 67% de los salarios perdidos, compensaci¨®n que se puede incrementar si los trabajadores utilizan sus nuevas horas libres para la formaci¨®n. Durante la presente crisis, el programa ha supuesto una reducci¨®n de horas trabajadas equivalentes a 430.000 empleos. Una variante interesante de este modelo se da en Holanda, donde la reducci¨®n de horas debe ir ligada a la formaci¨®n: sin un plan de formaci¨®n, el Gobierno no financia la reducci¨®n de horas.
Sin duda, estos programas pueden tener importantes ventajas en una situaci¨®n de crisis. Las empresas con dificultades transitorias de demanda y problemas de liquidez pueden aprovechar la reducci¨®n de jornada para no despedir a sus trabajadores. Los trabajadores sufren una reducci¨®n en sus ingresos, pero ¨¦sta no es suficientemente grave para obligarles a buscar un nuevo empleo. Las dos partes, sabiendo que gracias al programa de trabajo reducido pueden sobrevivir las recesiones con mayor tranquilidad, tienen un incentivo adicional para realizar buenos emparejamientos laborales e invertir en ellos. Finalmente, desde el punto de vista del presupuesto p¨²blico, un programa de trabajo reducido puede ser una alternativa m¨¢s barata que pagar desempleo a los despedidos.
Sin embargo, estos beneficios son probablemente reducidos en Espa?a. Mientras que el shock experimentado por la econom¨ªa germana es un shock temporal causado por la fuerte ca¨ªda del comercio internacional, el shock en Espa?a tiene un componente permanente que es clave: el fin del boom inmobiliario que nos llev¨® a construir dos de cada tres viviendas nuevas en la Uni¨®n Europea entre 1999 y 2007. Si la econom¨ªa alemana puede retrasar ajustes sin incurrir en costes excesivos, la econom¨ªa espa?ola necesita cambiar. Un modelo como el alem¨¢n puede simplemente posponer lo inevitable.
Incluso si obviamos este vicio de ra¨ªz, estos programas son dif¨ªciles de implementar. Primero, por el incentivo de las empresas a mentir acerca de su verdadera situaci¨®n para trasladar al contribuyente parte de sus costes durante una recesi¨®n. Segundo, por el posible fraude, ya que es f¨¢cil convertir la formaci¨®n que se pide acompa?e a este programa en trabajo encubierto (posibilidad especialmente preocupante para Espa?a dada la importancia de la econom¨ªa sumergida en nuestro pa¨ªs).
Para evitar estos escollos, un programa bien dise?ado deber¨ªa asegurar que las empresas que se benefician del programa incurran tambi¨¦n en un coste. Una alternativa puede ser convertir el subsidio en un cr¨¦dito a devolver cuando acabe el programa. De esta manera, s¨®lo las empresas que verdaderamente lo necesiten participar¨¢n en el programa. As¨ª funciona en Suecia, donde las empresas con dificultades reciben pr¨¦stamos en forma de retraso de las contribuciones a la Seguridad Social. En Holanda, las empresas deben devolver el subsidio (o parte de ¨¦l) en caso de que el empleo se reduzca despu¨¦s de aprobado el programa. Adem¨¢s, deber¨ªan crearse mecanismos de inspecci¨®n que aseguren que la reducci¨®n de trabajo se emplea efectivamente en formaci¨®n y que el acuerdo vaya unido a un plan de viabilidad de la empresa que asegure el mantenimiento del empleo a medio plazo.
Una consideraci¨®n final es que el coste de este programa es notable. Es dif¨ªcil anticipar este coste para Espa?a, pero existen estimaciones para otros pa¨ªses. En Holanda se calcula que cada empleo salvado ha costado 15.000 euros al contribuyente. Dado el alto nivel de gasto que tiene Espa?a en pol¨ªticas de empleo (actualmente, el 4% del PIB), este coste es dif¨ªcilmente asumible. Adem¨¢s, al evaluar la sostenibilidad del programa, no se puede ignorar que los subsidios, una vez iniciados, son dif¨ªciles de suprimir, por mucho que se prometa lo contrario al principio del programa. Si, por ejemplo, se plantea una duraci¨®n de 12 meses, cuando los primeros trabajadores lleguen a estos 12 meses comenzar¨¢ la presi¨®n para prolongarlo para evitar que pierdan su empleo.
Por todo ello, pensamos que el modelo alem¨¢n no es la medida adecuada para la situaci¨®n espa?ola. Primero, los beneficios son dudosos: la gran destrucci¨®n de empleo ya ha tenido lugar y la situaci¨®n econ¨®mica requiere cambios profundos. Segundo, la implementaci¨®n es compleja, y el coste, elevado. Una reforma estructural del mercado de trabajo tiene m¨¢s posibilidades de resolver los problemas de la econom¨ªa espa?ola. Dado que la mayor parte del crecimiento del desempleo ya se ha producido, ahora se trata de facilitar la creaci¨®n de empleo de calidad. Concentr¨¦monos en ello.
Jes¨²s Fern¨¢ndez-Villaverde es profesor de la University of Pennsylvania y FEDEA. Luis Garicano es profesor de la London School of Economics, CEPR y FEDEA.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.