Re¨ªrse un poco
La muerte de Enrique Bras¨® (Madrid, 1948) ha sumergido en el estupor a muchos de su generaci¨®n. Bras¨® hab¨ªa sido cr¨ªtico, montador cinematogr¨¢fico, director y guionista, adem¨¢s de escritor de buenos libros sobre Saura y Fern¨¢n G¨®mez; pocos recuerdan su ¨²nico filme largo como director -In memoriam, en 1977-, pero otros no podemos olvidar su gran gamberrada cuando, escribiendo para Fotogramas, habl¨® de una pel¨ªcula inexistente, asegurando nada menos que hab¨ªa sido la mejor de las proyectadas en el festival de Cannes. Los dem¨¢s cr¨ªticos ca¨ªmos como moscas en su broma, y m¨¢s a¨²n los redactores jefes de los peri¨®dicos y revistas que nos echaban broncas desconfiando de nuestra inocencia. Aunque Bras¨® no era hombre de gracietas, con aquella cr¨ªtica embustera la hizo, y tuvo su gracia. Al cabo de los a?os as¨ª se la recuerda al menos, aunque en su momento hubo qui¨¦n se enfad¨® hasta el exceso.
Nos asfixiamos sin bromas. A ver si perdemos ese aire apocal¨ªptico
Entonces, principios de los ochenta, el pa¨ªs no estaba para bromas, como nos sucede casi siempre, y la risa de Bras¨® vino muy bien para quitarnos de encima el gesto solemne. A fin de cuentas, Max Aub hab¨ªa escrito con minuciosidad la biograf¨ªa de Josep Torres Campalans, su pintor inventado, y Basilio Mart¨ªn Patino hizo lo propio con una serie de documentales sobre falsas realidades de Andaluc¨ªa, que Canal Sur, su productora, se neg¨® a emitir, al menos durante un tiempo, al considerarla poco respetuosa. Hace un verano, Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n escribi¨® en este peri¨®dico cr¨ªticas sobre falsas pel¨ªculas, y casi nadie se tom¨® a pecho sus iron¨ªas.
Sin embargo, cuando Bras¨® recogi¨® el merecido Goya por su gui¨®n de En la ciudad sin l¨ªmites, de Antonio Hern¨¢ndez, lo hizo con toda parsimonia: quiz¨¢s porque fue el a?o del "No a la guerra", y el pa¨ªs parec¨ªa no volver a estar para bromas, aunque hubo muchas en aquella ceremonia. Nos asfixiamos sin bromas. Es esperanzador que la Academia de Cine haya elegido a Andreu Buenafuente para coordinar los pr¨®ximos Goya y de haberlo presentado a la prensa en silla de ruedas y con mordaza. A ver si vuelve a invitarnos a la risa y las gentes del cine espa?ol pierden ese aire apocal¨ªptico que ¨²ltimamente lo impregna casi todo. Lo m¨¢s sano ser¨ªa tomarse a risa la situaci¨®n. No es para menos.
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