Una ley para mejorar la vida
La norma que protege a los dependientes cumple hoy tres a?os y tiene reconocidas a casi medio mill¨®n de personas - Algunas cuentan su experiencia
La Ley de Dependencia cumple hoy tres a?os y en Espa?a hay ya 463.303 personas que est¨¢n disfrutando de una de las ayudas previstas. M¨¢s de la mitad (54,57%) son mayores de 80 a?os y un 21% pasan de los 65. Las mujeres beneficiarias de una prestaci¨®n suponen el 67% del total de los atendidos. Y son tambi¨¦n mujeres las que est¨¢n ayudando a que la ley funcione, porque son la inmensa mayor¨ªa de los cuidadores, una actividad que ahora se reconoce con una paga que ronda los 300 euros, en funci¨®n del grado de dependencia del solicitante. La ayuda econ¨®mica para el cuidador familiar es la prestaci¨®n m¨¢s extendida, y en algunas comunidades es pr¨¢cticamente la ¨²nica ayuda existente. Pero hay tambi¨¦n miles de personas en residencias o en centros de d¨ªa. Un 8% de los solicitantes de una prestaci¨®n que han sido valorados no ha obtenido la puntuaci¨®n suficiente para tener derecho a una ayuda.
"Esta ayuda no compensa el trabajo, pero nunca viene mal"
"Estoy contenta, en el centro de d¨ªa me aconsejan c¨®mo atenderlo"
"Hemos hecho un bel¨¦n, precioso, lo han montado las chicas"
"Estamos empezando a hacer seguimiento de los casos concedidos"
La Ley de Dependencia est¨¢ llamada a ser tambi¨¦n una formidable cantera de creaci¨®n de empleo cuando alcance su velocidad de crucero. En estos tres a?os son alrededor de 100.000 los puestos de trabajo que se han generado, sobre todo vinculados a las residencias geri¨¢tricas y centros de d¨ªa. Y falta a¨²n por desarrollarse a fondo la atenci¨®n profesionalizada a domicilio. ?stas son algunas personas que han mejorado su vida gracias a esta ley cuya implantaci¨®n completa se prev¨¦ para 2015.
JULIA PINEDO, 84 A?OS. ALBACETE Cari?o y calidad
La muerte de uno de sus hijos y despu¨¦s la de su marido han deteriorado por completo las ya precarias condiciones f¨ªsicas de esta anciana. Para mayor sufrimiento, Julia Pinedo mantiene la cabeza perfecta. Sus hijas y nueras se ocupan de ampliar su bienestar todo lo posible, de consolarla cuando se queja, de calmarla cuando maldice, de entretenerla cuando se quiere morir. Diab¨¦tica, con la visi¨®n casi perdida y con calmantes por la ma?ana y la noche, la familia la ha cuidado antes y la cuida ahora, con una diferencia: cada mes, Julia recibe en su cuenta el ingreso de "trescientos euros y pico", la ayuda que le corresponde por la Ley de Dependencia. Ese dinero lo administra a placer, lo reparte entre sus cuidadoras, les hace regalos... Cada semana, por turnos, una hija o nuera se traslada a casa de la abuela y hace all¨ª vida completa. "Esta ayuda no compensa los estragos psicol¨®gicos, ni el trabajo que se desempe?a, pero nunca viene mal, estamos contentos. Lo hubi¨¦ramos hecho igual. Adem¨¢s desde la solicitud, recibimos la ayuda en cuatro o cinco meses, un plazo razonable", dice su yerno, Lucas Moreno.
La familia valor¨® el ingreso en una residencia, pero decidieron que prefer¨ªan seguir atendiendo a la abuela en casa. "Somos muy familiares y ella tiene una atenci¨®n de calidad: tiene el cari?o de su hija y de sus nueras, que son como hijas tambi¨¦n. Lo psicol¨®gico es muy importante en estos casos", dice Moreno.
JOS? ANTONIO SOJO, 75 A?OS, LOGRO?O El respiro diario
El alzh¨¦imer sorprendi¨® a Jos¨¦ Antonio Sojo hace pocos a?os y lo hizo con una rapidez inusitada. Se acab¨® la pesca, su afici¨®n preferida, y se meti¨® en casa, acreedor por momentos de m¨¢s y m¨¢s cuidados, de los que se encargaba su mujer, Martina Loma. Y lo sigue haciendo, pero, a sus 70 a?os, los achaques tampoco le permiten dedicar todas las atenciones que quisiera. "Soy diab¨¦tica y tengo una rodilla que ya est¨¢ pidiendo una operaci¨®n, necesitaba cuidarme un poco". La ayuda que en otros sitios a¨²n esperan cientos de dependientes, Martina la tiene desde hace unos a?os: su marido va a un centro de d¨ªa por la ma?ana y vuelve a las cinco y media de la tarde. A esa hora, el matrimonio da un pase¨ªto y vuelve a casa. El centro de d¨ªa Zona Sur, del Gobierno de La Rioja, les queda cerca de casa, aunque es una furgoneta la que se encarga de los traslados cada d¨ªa. "Estoy muy contenta, en el centro tambi¨¦n me dan consejos para atenderlo, me lo preparan cuando lo llevo al m¨¦dico, viene con estatuillas de haber ganado el concurso de mus, trae deberes para hacer, muy bien, muy bien", dice Martina.
JUAN GIL MOLINA, 71 A?OS C?RDOBA Un bel¨¦n en la residencia
Juan Gil Molina tiene tres hijas en Barcelona, pero "por circunstancias de la vida" ¨¦l ha recalado en una residencia en C¨®rdoba, hasta donde lleg¨® "improvisadamente" cuando enferm¨® de c¨¢ncer. Parco en palabras, a Juan se le nota animado, al menos por tel¨¦fono. Contento de que le hayan concedido la ayuda de la dependencia y pueda estar en esa residencia. Tiene amigos all¨ª y ni una queja del personal, hasta las comidas le parecen estupendas. ?Juega usted con los amigos? "No, juegos, no". ?Saldr¨¢ a pasear, a tomar el sol? "Unas veces hace sol y otras, no". ?Y qu¨¦ es lo que hace en la residencia? "Descansar, no hago nada". Pero no es del todo cierto: "Hemos hecho un bel¨¦n. Precioso, lo han montado las chicas aqu¨ª, precioso, usted lo ver¨¢ en las fotos. Le va a gustar", dice.
La musiquilla del tel¨¦fono da vueltas mientras Juan camina por los pasillos de esta residencia que el Grupo Vitalia tiene en C¨®rdoba para atender la llamada. Viene de la peluquer¨ªa.
"Hay que ponerse guapo para la Navidad". A Juan no le sacan de este centro a menos que le toquen "tres o cuatro millones"; entonces, se ir¨ªa ¨¦l mismo. "Eso tambi¨¦n se lo digo con toda claridad". Junto a ¨¦l est¨¢ Carmen, una pariente, que va en silla de ruedas, dice, y que tambi¨¦n menciona el "precioso nacimiento" que han montado.
?As¨ª que no se aburren en la residencia? "?Aburrirnos?, qu¨¦ disparate", dice Carmen. "Son todas simpatiqu¨ªsimas". "??stas? Est¨¢n todas locas perdidas", a?ade Juan. "Bueno, usted ya me entiende, claro".
CLARA ISABEL RIESGO HERRERA, 27 A?OS, SEGOVIA El trabajo... y la boda
La carrera acabada, las oposiciones sin plaza, contratos de seis meses. "Y se cruz¨® la crisis. Estaba trabajando en una farmacia, pero nunca he sido mileurista, porque en ese empleo no llegaba a los mil euros y ahora los paso", se r¨ªe Clara Isabel Riesgo, trabajadora social en Cu¨¦llar (Segovia). La Ley de Dependencia ha obligado a movilizar a cientos de trabajadores sociales para visitar a los beneficiarios en sus casas, examinarlos y preparar el papeleo para que opten a una de las ayudas previstas.
En Castilla y Le¨®n el personal en ayuntamientos y diputaciones se ha incrementado en m¨¢s de 400 personas. Clara Isabel es una de ellas. Algunos d¨ªas hace trabajo de oficina y otros de campo: va a visitar a los dependientes que han solicitado una ayuda. "Hago las valoraciones, consulto a las familias sobre la ayuda que necesitan y estamos empezando a hacer un seguimiento de los casos en que se conceden", resume.
El empleo no es definitivo, pero cada vez que vence su contrato los compa?eros presionan para que se lo renueven porque la nueva ley ha doblado las tareas de los trabajadores sociales. "Necesitan estos refuerzos", dice optimista esta mujer de 27 a?os. "Necesito m¨¢s estabilidad laboral para tener hijos, pero, por lo pronto ya me he casado. Estamos pagando el piso", contesta. Clara Isabel tambi¨¦n depende ya de la Ley de Dependencia.
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