?Carlos III o Guillermo V?
El primer viaje oficial del hijo de Lady Di a Nueva Zelanda y Australia reabre especulaciones sobre la posibilidad de que suceda un d¨ªa a la reina Isabel II, desbancando a su padre
Las admiradoras neozelandesas del pr¨ªncipe Guillermo de Gales llevan semanas pendientes de los pormenores de la que ser¨¢ la primera visita oficial del nieto de Isabel II a su pa¨ªs, el mes que viene. Las citas oficiales, inauguraciones y cenas de gala, se detallan ya en una p¨¢gina de Facebook (Prince William: First official visit to New Zealand), que seguir¨¢ todos sus desplazamientos. El pr¨ªncipe Guillermo volar¨¢ despu¨¦s a Australia, donde pasar¨¢ dos d¨ªas, esta vez en visita semioficial. Que Isabel II haya dado tanta responsabilidad a su nieto, de 27 a?os, demuestra hasta qu¨¦ punto conf¨ªa en ¨¦l. Pero no deja de ser sorprendente. Despu¨¦s de todo, el hijo mayor de la difunta Diana de Gales es el segundo en la l¨ªnea sucesoria al trono brit¨¢nico. El heredero oficial, uno de los m¨¢s veteranos, por cierto, en el panorama de las monarqu¨ªas europeas, sigue siendo su padre, Carlos Mountbatten-Windsor, investido como pr¨ªncipe de Gales hace 40 a?os.
Los mon¨¢rquicos fieles a Carlos creen que su hijo s¨®lo podr¨ªa arrebatarle el trono si la reina viviera muchos a?os
Guillermo de Gales es joven y desconocido, pero no tiene grandes adversarios, como es el caso de su padre
El punto d¨¦bil del pr¨ªncipe Guillermo puede ser su novia. Kate Middleton, una chica de clase media
El parecido del pr¨ªncipe con su madre ha quedado atenuado bajo el peso de los genes paternos
La decisi¨®n real ha reavivado inevitablemente la pol¨¦mica sobre el futuro de la Casa de Windsor y de la monarqu¨ªa brit¨¢nica. Pol¨¦mica que se resume en una doble pregunta: ?significa este viaje oficial del pr¨ªncipe Guillermo que la monarqu¨ªa brit¨¢nica apuesta por el hijo de la llorada Lady Di para asegurar su futuro? ?Ser¨¢ Carlos III o Guillermo V el sucesor de Isabel II en el trono del Reino Unido y de otros 15 Estados independientes integrados en la Commonwealth?
El encargado de remover las aguas ha sido el rotativo The Mail on Sunday, versi¨®n dominical de The Daily Mail, el diario de las clases medias brit¨¢nicas, mon¨¢rquico hasta los tu¨¦tanos, pero siempre un poco ¨¢cido con los Windsor. En una exclusiva publicada hace unos d¨ªas, el peri¨®dico anunciaba la existencia de una operaci¨®n secreta para convertir a Guillermo de Gales en el rey en la sombra, es decir, en el verdadero sucesor de su abuela. Para ello, el Tesoro brit¨¢nico habr¨ªa destinado ya una partida econ¨®mica (deducida de los impuestos que paga su padre, el pr¨ªncipe Carlos, que percibe 17,6 millones de euros anuales del ducado de Cornualles).
?Pura fantas¨ªa? Hasta los miembros de Republic, un grupo de presi¨®n republicano que se jacta de haber facilitado al Mail la exclusiva, consideran la informaci¨®n algo pasada de rosca. "Es una exageraci¨®n, porque no ser¨ªa tan sencillo saltarse al pr¨ªncipe Carlos en la l¨ªnea din¨¢stica. Eso requerir¨ªa un debate ex profeso y un acuerdo del Parlamento. No es una simple decisi¨®n de los Windsor", dice Graham Smith, portavoz de Republic, en conversaci¨®n telef¨®nica.
Buckingham Palace, desde luego, ha desmentido la existencia de la supuesta Operaci¨®n Rey en la Sombra. Aunque no es la primera vez que un desmentido pretende camuflar una realidad. Y la realidad es que Isabel II, pese a su excelente salud, que confirma la tradicional longevidad de las mujeres de la Casa de Windsor (su madre vivi¨® 102 a?os), ha cumplido ya 83 a?os, y dentro de tres celebrar¨¢ sus 60 a?os en el trono brit¨¢nico, el llamado Jubileo de Diamantes. Para entonces, su nieto Guillermo tendr¨¢ 30 a?os. Una edad perfecta para casarse con su novia, Kate Middleton, y quiz¨¢ convertirse en rey de una de las monarqu¨ªas m¨¢s ricas, poderosas y arraigadas del planeta. Es cierto que la soberana sigue activa, como lo demuestran los m¨¢s de 400 actos oficiales que presidi¨® el a?o pasado. Pero tambi¨¦n es cierto que en febrero, y contra su costumbre, cancel¨® una visita a Oriente Pr¨®ximo, por sobrecarga en su agenda.
Hasta ahora, Isabel II hab¨ªa echado mano de su hijo mayor para cumplir con un calendario de actos interminable, por m¨¢s que las prerrogativas de una reina constitucional sean pocas. Ya dec¨ªa el periodista y polit¨®logo brit¨¢nico Walter Bagehot hace m¨¢s de un siglo, que los poderes de la monarqu¨ªa se limitaban "al derecho a ser consultado, el derecho a estimular, y el derecho a consolar".
El pr¨ªncipe Carlos represent¨® a su madre el a?o pasado en las ceremonias del 90? aniversario del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, en Francia. Con su mujer, Camilla, duquesa de Cornualles, ha viajado a Am¨¦rica del Sur, y a Canad¨¢, m¨¢s recientemente. ?Qu¨¦ puede haber de extra?o en que la reina empiece a contar tambi¨¦n con la ayuda del pr¨ªncipe Guillermo? Absolutamente nada, en opini¨®n de los mon¨¢rquicos.
"Es normal que quieran darle responsabilidades a Guillermo de Gales. Es muy joven a¨²n, casi desconocido internacionalmente, y es necesario que se vaya formando", opina Alistair McConnachie, secretario de la Monarchist League of Scotland, una asociaci¨®n minoritaria, pero representativa del purismo mon¨¢rquico escoc¨¦s.
En su opini¨®n, el viaje a Nueva Zelanda no significa nada en materia sucesoria. Por una raz¨®n fundamental: "La reina Isabel II no abdicar¨¢ nunca", asegura. Aunque existen precedentes tanto en la Casa de Windsor como en otras familias reales. Eduardo VIII abdic¨® en 1936 para casarse con la divorciada norteamericana Wallis Simpson, y don Juan de Borb¨®n renunci¨® a sus derechos al trono de Espa?a en favor de su hijo don Juan Carlos. Pero en el caso de Isabel II no hay razones personales ni pol¨ªticas que lo justifiquen.
Hay quien considera, sin embargo, que la segunda esposa del pr¨ªncipe Carlos, su ex amante Camilla Shand, divorciada y cat¨®lica, es un potencial obst¨¢culo para su ascenso al trono. Hoy es una discreta dama de 62 a?os, abuela devota y poco dada a esc¨¢ndalos, pero su pasado la persigue. Hace dos a?os la cadena brit¨¢nica Channel 4 realiz¨® un documental sobre Camilla en el que se contaba, por ejemplo, que perdi¨® su virginidad en la fiesta de su puesta de largo, en 1965.
Seg¨²n McConnachie, nada de esto importa a la opini¨®n p¨²blica. Por m¨¢s que se empe?en los periodistas en da?ar la imagen de Carlos de Gales, "su hijo s¨®lo le arrebatar¨ªa el trono si la reina falleciera a una edad avanzada. En ese caso, el pr¨ªncipe de Gales, que tiene ahora 61 a?os, ser¨ªa tambi¨¦n muy mayor para ser rey", opina.
Si, por el contrario, la vida de la reina se apaga antes, McConnachie tiene claro que el pr¨ªncipe Carlos ser¨ªa el nuevo monarca. Un rey sumamente popular adem¨¢s, seg¨²n este fervoroso mon¨¢rquico escoc¨¦s. "Carlos de Gales ha demostrado ya tener una personalidad fuerte, opiniones claras sobre casi todo. Mientras que su hijo es un perfecto desconocido, sin experiencia, ni personalidad clara". Una p¨¢gina en blanco.
Puede ser, pero precisamente por eso, el pr¨ªncipe Guillermo no tiene los adversarios que se ha creado su padre. El pr¨ªncipe Carlos ha intervenido para anular contratos ya firmados con arquitectos famosos, en su defensa numantina de la est¨¦tica tradicional, de la armon¨ªa brit¨¢nica, frente a cualquier modernidad. Ha introducido la agricultura ecol¨®gica en su residencia de Highgrove; defiende la medicina natural; es un acuarelista de no mala factura, y ha pasado de ser un personaje ninguneado a ser temido en algunos sectores. Especialmente por su afici¨®n a intervenir en pol¨ªtica. Seg¨²n denunciaba esta semana el diario The Guardian, el pr¨ªncipe se dedica a enviar cartas con sugerencias apremiantes a los ministerios del Gobierno laborista que m¨¢s le interesan.
?Qui¨¦n es en cambio su hijo mayor? El pr¨ªncipe Guillermo ten¨ªa 15 a?os cuando muri¨® su madre en un accidente de autom¨®vil, el 31 de agosto de 1997. Era entonces un chico serio, alto y con facciones que recordaban mucho a las de Diana. Hoy, a sus 27 a?os, el parecido con la princesa ha quedado atenuado bajo el peso de los genes paternos, visibles hasta en la incipiente calva en la coronilla. Guillermo, y su hermano Enrique, dos a?os menor (acaba de heredar al cumplir los 25 a?os los ocho millones de euros que les dej¨® su madre a cada uno), estudiaron en Eton, durante un tiempo el internado de los arist¨®cratas brit¨¢nicos, hoy d¨ªa un colegio copado por los reto?os de los multimillonarios de medio mundo. A la edad en la que su padre penaba en el severo internado escoc¨¦s de Gordonstoun -golpeado con sa?a por sus compa?eros, seg¨²n confesi¨®n propia-, donde hab¨ªa estudiado su padre, el duque de Edimburgo, ellos se divert¨ªan practicando el waterpolo, o el rugby, en las magn¨ªficas instalaciones de Eton.
Como todos los adolescentes ingleses, Guillermo Windsor se tom¨® un a?o sab¨¢tico antes de ir a la universidad, en 2001. Un tiempo que aprovech¨® para hacer un safari en ?frica, visitar las islas Mauricio e incluso trabajar en una granja inglesa. En una de las escasas entrevistas que ha concedido, Guillermo contaba a la agencia oficial brit¨¢nica que esta experiencia, levant¨¢ndose al alba para orde?ar a las vacas y limpiar los establos, por 4 euros la hora, hab¨ªa sido lo mejorcito del a?o sab¨¢tico.
Mientras su hermano menor ha dado la nota un par de veces -los tabloides airearon con gran despliegue su disfraz de nazi en una fiesta, y los comentarios racistas hechos en un v¨ªdeo grabado por ¨¦l mismo cuando era cadete en el ej¨¦rcito -, Guillermo es discreto y t¨ªmido, poco dado a excesos.
Su educaci¨®n ha sido la habitual en un pr¨ªncipe brit¨¢nico. Despu¨¦s de graduarse en la universidad escocesa de Saint Andrews (hizo Geograf¨ªa), sigui¨® un curso militar en la Academia de Sandhurst. No hace mucho, obtuvo los galones de piloto, y se prepara ahora para ingresar en la unidad de rescate de la RAF. Su hermano y ¨¦l presiden un foro que aglutina a varias organizaciones caritativas y ambos viven con su padre y su madrastra en perfecta armon¨ªa familiar.
El punto d¨¦bil de Guillermo de Gales puede estar en su novia, Kate Middleton, una atractiva inglesa de clase media, de larga melena casta?a, compa?era de universidad, y de su misma edad. Los padres de Kate, ex piloto comercial ¨¦l, ex azafata ella, se han hecho millonarios gracias a un negocio de venta por correo de art¨ªculos para fiestas. Los tabloides brit¨¢nicos, tras casi una d¨¦cada de sequ¨ªa en cuanto a exclusivas escandalosas de los royals, han encontrado un nuevo fil¨®n en torno a Kate y a los Middleton. Hace poco, The News of the World, buque insignia de la prensa escandalosa, public¨® un reportaje demoledor sobre el t¨ªo materno de Kate, Gary Goldsmith. Dos de sus reporteros consiguieron intimar con este floreciente constructor, que les invit¨® a su mansi¨®n de Ibiza, donde hizo gala de su afici¨®n a la coca y al hach¨ªs, y se ofreci¨® a pasarles la droga que quisieran.
Un incidente que vendr¨ªa a demostrar la fragilidad p¨²blica de la familia real y sus allegados. Por si esto fuera poco, los fot¨®grafos brit¨¢nicos, provistos de c¨¢maras con lentes potent¨ªsimas, se han convertido en la maldici¨®n de los Windsor. Gracias a la ¨²ltima tecnolog¨ªa han conseguido im¨¢genes devastadoras, como la del pr¨ªncipe Eduardo de Wessex, el menor de los hijos de Isabel II, golpeando a sus perros de caza. Unas fotograf¨ªas publicadas en enero pasado que motivaron una investigaci¨®n de la sociedad protectora de animales. Casi un a?o despu¨¦s, la reina ha reclamado respeto a la privacidad de su familia en un comunicado sin precedentes difundido este mes.
?Significa esto que est¨¢ pr¨®ximo el compromiso matrimonial de su nieto y teme una ofensiva de los paparazzi? Los hijos de Diana han disfrutado de un periodo de cierto respeto por parte de los tabloides, impresionados por el duelo popular que desat¨® la muerte de su madre. Pero ese tiempo est¨¢ tocando a su fin. Las c¨¢maras les apuntan de nuevo, y el viaje oficial del pr¨ªncipe Guillermo a Nueva Zelanda, con todo lo que significa, puede ser el pistoletazo de salida para una nueva temporada de caza medi¨¢tica, con el pr¨ªncipe, presunto sucesor, como presa principal.
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