Visiones de un marxista

Anoche se me apareci¨® un bigote con gafas y un tipo detr¨¢s cuya cara no pude distinguir muy bien, pero me sonaba. Me incorpor¨¦ en la cama y dije con valent¨ªa:

-?Qui¨¦n es usted y qu¨¦ pretende?

-Soy Groucho Marx, est¨²pido, vengo del m¨¢s all¨¢ y pretendo aparecerme a usted. As¨ª que vaya espabil¨¢ndose, que ando con prisa. Estoy muy ajetreado porque tengo nada que hacer.

-?Es esto un sue?o?

-Es una aparici¨®n, besugo.

-Pero, ?no se hab¨ªa muerto usted?

-La muerte no existe, ignorante. Simplemente se cambia de aires y de aspecto. Yo soy ahora una cabra que retoza por la parte de Navacerrada.

-Pues me deja usted de piedra.

-Claro, porque usted, como las estatuas, tiene la cara muy dura.

-?Y qu¨¦ hace usted en Madrid?

-Ya conoc¨ªa la capital. Durante un tiempo estuve a las ¨®rdenes de un gitano de Entrev¨ªas que me llevaba de gira por los barrios. ?l ejecutaba pasodobles con la trompeta; yo danzaba encima de una escalera de mano. Pero odio todo tipo de ejecuciones. Un d¨ªa hu¨ª y me establec¨ª en la sierra de Guadarrama. He vuelto para decirle que estoy cansado de ser cabra, pero eso s¨®lo lo conseguir¨¦ si me da un beso en la boca una mujer.

-?Qui¨¦n es ella?

-La presidenta de la Comunidad, do?a Esperanza Aguirre.

-Hueso duro de roer. La espa?ola, cuando besa, es que besa de verdad. Aguirre no tiene tiempo de besar a una cabra en la boca.

-D¨ªgale usted que ¨¦stos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros. Nunca olvido una cara, pero en su caso de usted voy a hacer una excepci¨®n. Bueno, adi¨®s.