Obama se asegura los votos para aprobar la reforma sanitaria
El Senado de EE UU votar¨¢ el proyecto de ley en Nochebuena
La reforma sanitaria llegar¨¢ en Nochebuena como el mejor paquete que Barack Obama podr¨ªa encontrar junto a su chimenea. Despu¨¦s de la primera votaci¨®n de la madrugada de ayer en el Senado, en la que los dem¨®cratas consiguieron los 60 votos que se requieren para avanzar la ley para la reforma sanitaria, su aprobaci¨®n final parece ya una mera rutina parlamentaria.
"Ser¨¢ el mejor regalo de Navidad que el Congreso le ha hecho jam¨¢s al pueblo norteamericano", manifest¨® el senador Tom Harkin, que habl¨® en nombre de la mayor¨ªa. "Es la reforma que los ciudadanos han estado esperando desde hace varias generaciones", sentenci¨® Max Baucus, uno de los cerebros de esta iniciativa.
En un Senado muy polarizado, la oposici¨®n republicana observa este momento hist¨®rico desde la perspectiva contraria. "Esta legislaci¨®n equivale al redise?o de nuestra naci¨®n, y el pueblo ya ha emitido su veredicto: no la quiere", declar¨® el l¨ªder de la minor¨ªa, el senador Mitch McConnell.
El texto logr¨® ayer el respaldo de 60 senadores en una primera consulta
El nuevo sistema dar¨¢ cobertura a alrededor del 94% de la poblaci¨®n
Las ¨²ltimas encuestas se?alaban, en efecto, que el apoyo a la reforma ha ido disminuyendo a medida que se hac¨ªa m¨¢s confuso y agrio el debate en el Capitolio. El principal asesor pol¨ªtico del presidente, David Axelrod, asegura que eso es el reflejo de las t¨¢cticas obstruccionistas utilizadas por los enemigos de la ley y que los ciudadanos respaldar¨¢n la reforma cuando la conozcan mejor.
Desde cualquier perspectiva, ciertamente, esta ley supondr¨¢ un avance impresionante respecto a la actual situaci¨®n sanitaria en el pa¨ªs. Seg¨²n la Oficina de Presupuestos del Congreso -el ¨®rgano m¨¢s independiente y respetado-, 31 millones de norteamericanos m¨¢s tendr¨¢n cobertura sanitaria entre 2010 y 2019. Todos los ciudadanos estar¨¢n obligados a tener un seguro; aquellos que no puedan costearlo recibir¨¢n subsidios del Estado. Las empresas peque?as tendr¨¢n ayudas para asegurar a sus empleados; las grandes ser¨¢n amenazadas con multas si no lo hacen. Las aseguradoras no podr¨¢n rechazar a nadie aduciendo condiciones m¨¦dicas preexistentes ni podr¨¢n expulsarlo al contraer una enfermedad grave o de larga duraci¨®n. En el caso de los ni?os, esa prohibici¨®n entrar¨¢ en vigor en cuanto la ley sea firmada por el presidente.
Se ha eliminado la propuesta de un sistema p¨²blico de salud inspirado en el que funciona en Europa, pero en su lugar se crean dos planes de seguro nacionales, iguales al que actualmente cubre a los miembros del Congreso, que ser¨¢n controlados por una agencia estatal aunque ejecutados por empresas privadas. La Oficina de Presupuestos del Estado calcula que el n¨²mero de personas con cobertura ser¨¢ el mismo con o sin opci¨®n p¨²blica, esto es, alrededor de un 94% de la poblaci¨®n. Quedan fuera los inmigrantes ilegales y un determinado n¨²mero de personas que, por distintas razones, prefieran ignorar la obligatoriedad del seguro. El Gobierno garantiza que, adem¨¢s, esta ley servir¨¢ para ahorrar dinero, puesto que racionaliza muchos de los pagos que hace el Estado a las aseguradoras que se ocupan de la atenci¨®n a los pensionistas (Medicare) y elimina la corrupci¨®n y el derroche que imperan hoy en un sistema dominado por las compa?¨ªas de seguros y los hospitales.
Muchas de estas ventajas han sido ignoradas en un debate que ha resultado inusualmente ideol¨®gico. La derecha del Partido Republicano ha aprovechado esta reforma para colgar sobre el presidente la etiqueta de un comunista que pretende desvirtuar el car¨¢cter de esta sociedad. La izquierda ha preferido respetar su viejo principio de todo o nada, y ha criticado a la Casa Blanca por haber hecho demasiadas concesiones a los conservadores.
La ley que saldr¨¢ del Senado incluye concesiones, no hay duda. Una de ellas, la de la eliminaci¨®n del seguro p¨²blico, es importante. Pero probablemente esta ley, con esas concesiones, recoge mucho mejor la voluntad promedio de la naci¨®n que la que la izquierda hubiera deseado como id¨®nea.
Todav¨ªa puede haber m¨¢s correcciones. El proyecto del Senado tendr¨¢ que ser conciliado con el que la C¨¢mara de Representantes aprob¨® en noviembre. Pero parece que nada puede ya hacer encallar esta nave, que la decisi¨®n pol¨ªtica est¨¢ tomada y que, antes de cumplirse su primer a?o, Obama podr¨¢ presumir, ahora con pruebas, de haber hecho historia.
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