Pollo asado, men¨² de Nochebuena
Decenas de afectados de Air Comet pasan la Navidad en Barajas - Polic¨ªas nacionales reparten sus cenas entre los afectados
Estefan¨ªa est¨¢ convencida de que esta vez Pap¨¢ Noel no traer¨¢ sus regalos. "No llegar¨¢ porque su avi¨®n tambi¨¦n est¨¢ parado", dice muy seria. Es lo mismo que le ha ocurrido a ella. Tiene cinco a?os y la de Nochebuena es la segunda noche que pasa en la T-1 del aeropuerto de Madrid-Barajas. Viajaba junto a su familia a pasar la Navidad en Ecuador, la tierra de sus padres. Ten¨ªan billetes de Air Comet. "He pedido un Nenuco con una cosa para pintarle el pelo", cuenta mirando hacia abajo y retorciendose las manos. Es morena, lleva una diadema con tres florecillas blancas, un abriguito azul oscuro y leotardos blancos. Sus padres le han dicho que los regalos llegar¨¢n a Quito. Que les estar¨¢n esperando cuando aterricen. Estefan¨ªa se conforma. Juega con los tel¨¦fonos y los ordenadores de los puestos de facturaci¨®n vac¨ªos de la compa?¨ªa en quiebra.
La familia de Giovanna pag¨® 5.000 euros por los pasajes a Ecuador
"El due?o de la compa?¨ªa estar¨¢ cenando manjares y bebiendo vino"
Una colecta entre frustrados viajeros permiti¨® comprar pollos asados
"Me esperaban en casa para cenar", se lamenta un afectado
La zona de Air Comet del aeropuerto se ha convertido en un campamento improvisado. Carros con maletas, sillas, mantas. Ni rastro de espumill¨®n, luces o ¨¢rbol de navidad. Es Nochebuena, pero para las alrededor de 200 personas que pasan el 24 de diciembre en Barajas la velada no puede ser menos festiva. El Gobierno ha ofrecido a algunos de los que salen en los pr¨®ximos vuelos fletados alojamiento en un hotel, pero la mayor¨ªa ha preferido quedarse. Ya no se f¨ªan de nada. Tienen p¨¢nico a que todo sean promesas vac¨ªas. Es una noche realmente triste.
Algunos forman un c¨ªrculo en torno a un hombre con traje, jersey y abrigo que parece tener respuestas. "Necesito irme a mi casa. Tengo a toda mi familia en Buenos Aires. A mi hijo peque?o... ?No hay derecho a que se nos trate as¨ª!". Las quejas de una mujer son repetidas por otra decena de personas. Algunos alzan la voz, nerviosos. Pero nada. "Yo no soy AENA, ni Air Comet. Yo soy Gobierno y no vengo aqu¨ª a solucionar problemas. Vengo a poner parches", dice el hombre. Es un representante de la Delegaci¨®n de Gobierno en Madrid.
Pero van pasando las horas y los afectados de Air Comet se van quedando solos. El representante de la Delegaci¨®n de Gobierno, los tres c¨®nsules de Argentina, los miembros de la Secretar¨ªa Nacional del Migrante de Ecuador. Todos se van a casa. Sus familias les esperan para cenar. Como la madre de Jaqueline Mora, que aguardaba a su hija, a su yerno y a sus tres nietos en Quito para celebrar la nochebuena.
"Se ha puesto tan triste porque no llegamos que ya no va a hacer comida especial ni nada", suspira Jaqueline, de 37 a?os. Est¨¢ cansad¨ªsima. El disgusto se le nota en la cara. Sentada en una cinta de las que se usan para pesar las maletas cuenta que hace nueve a?os que no van a Ecuador. Han pagado 5.000 euros por los billetes de los cinco. Sin contar con los gastos del transporte desde La Rioja, donde viven. Un dinero que les ha costado mucho esfuerzo reunir. Su marido, ?ngel Muela, trabaja como camionero pero ella est¨¢ en paro.
"Es injusto. El due?o de la compa?¨ªa estar¨¢ en su casa, con sus seres queridos. Cenando manjares y bebiendo vino y nosotros llevamos dos noches durmiendo en el aeropuerto", se lamenta ?ngel.
Rafael, de 10 a?os, e Ismael, de nueve, se pasean entre las maletas apiladas. Miran a sus padres con curiosidad. Pero est¨¢n cansados. La novedad de la aventura en el aeropuerto ha pasado y ahora s¨®lo quieren volver a casa. Les han prometido que podr¨¢n volar en el pr¨®ximo avi¨®n, pero han tenido que renunciar a sus billetes de vuelta. Tambi¨¦n han declinado el ofrecimiento de pasar la noche en un hotel. Tienen su localizador de vuelo, est¨¢n casi seguros de que esta vez s¨ª viajar¨¢n. Pero han decidido quedarse en la T-1 por solidaridad con el resto de viajeros que no tuvieron tanta suerte. "Debemos apoyarnos unos a otros", dice Giovanna, la hija mayor.
No son los ¨²nicos que piensan as¨ª. Lo ocurrido ha hecho que en el campamento improvisado de los afectados de Air Comet se formen peque?as familias. Como la de Marjorie Wheatley, ecuatoriana de 36 a?os, que lleva con Fergie, su beb¨¦ de dos meses y otros tres hijos de 20, 19 y 15 a?os, durmiendo en Barajas desde el d¨ªa 22.All¨ª han conocido a Franklin Franco y a su hermana Marilin. Han distribuido sus cosas en c¨ªrculo y en ese espacio, con patatas, fritas, agua, pan de molde y refrescos, han montado un improvisado pic-nic. "As¨ª al menos pasamos esta Nochebuena tan rara juntos", dice Franklin. Marjorie asegura que la amistad con los hermanos Franco durar¨¢. Y eso a pesar de que deja Espa?a "para siempre". Las cosas no les han ido bien y se vuelven a su pa¨ªs. "Mi marido lleva all¨ª ya dos meses", cuenta.
Tambi¨¦n Ariel Gilardenghi se vuelve definitivamente a Argentina. Pero todav¨ªa no sabe cuando. Las autoridades no han considerado el caso de este hispano-argentino de 32 a?os una "emergencia social" as¨ª que, al parecer, no podr¨¢ viajar en los vuelos especiales fletados por el Ministerio de Fomento. Se ajusta la gorra marr¨®n, se cruza de brazos y cuenta que sus hijos llevan en Argentina desde noviembre. "Me esperaban para cenar. Ten¨ªa mi vuelo para el d¨ªa 24 por la ma?ana", explica. "?Y ahora qu¨¦? Menuda Nochebuena", afirma.
S¨ª, una Nochebuena sin turr¨®n, mazap¨¢n o, en el caso de los ecuatorianos, mayor¨ªa en el campamento improvisado, caldo de pollo, ensaladilla rusa, pavo y, sobre todo, pan de pascua, un bizcocho con pasas muy t¨ªpico de las navidades. "Nunca falta el pan de pascua", dice la joven Giovana con una sonrisa.
Pero en Barajas no hay nada de todo eso. Adem¨¢s, los precios de los restaurantes del aeropuerto no son precisamente bajos. Algunos afectados de Air Comet han buscado un remiendo para que la Nochebuena no sea tan amarga. Han hecho una colecta para comprar varios pollos asados. "Lo m¨¢s parecido al pavo...", dice Graciela N¨¢jera, de 31 a?os. Menuda y sonriente esta ecuatoriana de 31 a?os que trabaja leyendo los contadores del gas no pierde el buen humor a pesar de todo. Y ese todo es muy grande. Es la segunda vez que se ve envuelta en la quiebra de una aerol¨ªnea. Hace tres a?os le ocurri¨® lo mismo con Air Madrid. Pero esta vez no es ella la que viaja. No hab¨ªa dinero. S¨®lo su hermano Di¨®medes y su hijo Jorge David, de dos a?os, tienen billete. Pasajes por los que han pagado 2.000 euros.
Graciela tambi¨¦n ha puesto dinero para los pollos asados pero est¨¢n tardando mucho en llegar. Jorge David tiene hambre y su madre intenta apacigu¨¢rsela d¨¢ndole gusanitos y zumo de naranja.
?scar y Silvia, una pareja de amigos de Guayaquil, se ofrecieron voluntarios se fueron ya hace un par de horas con 150 euros a ver si pod¨ªan comprar la comida en un restaurante ecuatoriano en Legazpi. La gente se impacienta. "?El pollo, el pollo!", gritan unos. "Queremos el cordero y el champ¨¢n de D¨ªaz Ferr¨¢n", dicen otros. A todos les escandaliza que Gerardo D¨ªaz Ferr¨¢n, presidente de Air Comet y jefe de la patronal CEOE, est¨¦ cenando en casa con su familia. "?Y con la mesa a rebosar, seguro! Igualito que nosotros, comiendo galletas y zumo...", se queja M¨®nica Chica, ecuatoriana de 32 a?os.
De pronto se forma un revuelo. No, no son los pollos. Agentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa del aeropuerto reparten bandejas de comida entre las familias con ni?os. Es su cena de Nochebuena. La que les dan por pasar esa velada trabajando. Han decidido llev¨¢rsela a los afectados que dormir¨¢n en la T-1. Una bandejita con langostinos y mini napolitanas saladas y otra con cordero asado y patatas. Primer y segundo platos. La gente les aplaude. El peque?o Jorge David se entretiene tratando de pelar un langostino.
La familia de Giovanna, Rafael e Ismael tienen cosas de comer pero no hambre. El t¨ªo Fausto, que vive en Madrid, hace ya unas horas que les trajo un pollo asado, pero no ha habido ¨¢nimo de hincarle el diente. Aguardan a que llegue la comida de todos para aportar su peque?a parte. Giovanna, estudiante de auxiliar de enfermer¨ªa de 20 a?os, no empez¨® el viaje a Ecuador con muchas ganas. "Mi novio est¨¢ aqu¨ª, en Espa?a", dice con una media sonrisa. Se sienta en una cinta transportadora de maletas y estira las piernas enfundadas en unas medias de rejilla negras. Lleva cinco meses con su chico, y no se separa de un mu?eco de trapo que ¨¦ste le ha cosido. "Yo le he hecho otro", cuenta orgullosa. Le hubiera gustado que su novio Jos¨¦ ?ngel les hubiera acompa?ado a Quito. "Pero el billete ha sido un regalo de mis padres y ni ¨¦l ni yo ten¨ªamos dinero para comprar otro. Y ahora nos ha pasado esto...", dice.
Los esperados ?scar y Silvia se materializan con dos carritos llenos de bolsas de pl¨¢stico. Son los pollos. Traen hasta vino y cava. "Una Nochebuena no es fiesta sin un brindis al menos", dice Franklin. La tradici¨®n ecuatoriana manda que sea a partir de medianoche. Pero la comida ha tardado mucho y hay ganas. "Porque todos podamos volar pronto", brindan algunos. "Porque el empresario de Air Comet se vaya al infierno", dice en bajito un hombre de unos 50 a?os. Las bolsas de pl¨¢stico forman un mantel en el suelo. En torno a ¨¦l, 20 pollos asados, unas cuantas botellas de vino y refresco y patatas fritas de bolsa, se re¨²ne la gran familia de afectados por Air Comet. Una improvisada cena en una de sus nochebuenas m¨¢s tristes.
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