"Si hay un solar vac¨ªo debemos ir, limpiar y plantar"
"Yo como de todo", asegura algo t¨ªmido, como excus¨¢ndose. Nada de vegetarismo ni comidas raras, como quiz¨¢s pudiera pensarse de un estadounidense que es el director ejecutivo de Green Guerrilla. Una cosa es que la ONG lleve desde 1973 llenando Nueva York de jardines y huertos urbanos y otra muy distinta que la dieta de Steve Frillman se base s¨®lo en las verduras.
"Lo que realmente me interesa de Green Guerrilla no es el jard¨ªn, los tomates y las patatas, sino ver 25 o 30 personas trabajando juntas, creando programas. Los jardines comunitarios como centros sociales, de acci¨®n, o simplemente de reuni¨®n, dentro del vecindario", explica el neoyorquino. A sus 45 a?os, lleva 15 promoviendo y viendo crecer estos huertos a lo largo y ancho de Nueva York, donde hay 600, y otras ciudades de Estados Unidos. Tambi¨¦n al otro lado del Atl¨¢ntico, en Londres sobre todo, ha cuajado la iniciativa.
El director de Green Guerrilla suma 600 huertos urbanos en Nueva York
Casado con una bilba¨ªna, visita Espa?a tres veces al a?o, pero no acierta a explicar por qu¨¦ aqu¨ª no triunfa el movimiento. "Quiz¨¢s porque Espa?a era hasta hace poco un pa¨ªs agr¨ªcola y mucha gente que vive ahora en las ciudades ve las huertas como algo antiguo", aventura. "El tema de la comida tambi¨¦n es diferente. Aqu¨ª es m¨¢s f¨¢cil encontrar buenos productos de la huerta", explica despu¨¦s de preocuparse por la escasez de setas esta temporada, que comenta con el camarero. "Pues ¨¦stas est¨¢n deliciosas", sentencia sobre la sinfon¨ªa que sirve de entrante. Aunque su plato favorito, asegura despu¨¦s de meditarlo unos minutos, "son las sardinas a la plancha de Santurce, con lechuga del Pa¨ªs Vasco y un poco de cebolla". La lechuga del norte, afirma convencido, "sabe diferente, casi dulce".
"Si hay un solar vac¨ªo en un barrio, para los espa?oles es m¨¢s normal poner una reclamaci¨®n para que el Ayuntamiento act¨²e. En Estados Unidos la gente se une para actuar, limpiar y plantar. Nosotros solos sin ayuda institucional", contin¨²a. As¨ª lo hizo Liz Christy, la pionera, movilizando a decenas de voluntarios. La idea surgi¨® en los setenta, una ¨¦poca de crisis que llen¨® Nueva York de espacios vac¨ªos y abandonados que se fueron ganando para la comunidad.
Por eso Frillman, que estudi¨® Literatura pero pronto la abandon¨® para dedicarse a coordinar y buscar financiaci¨®n para Green Guerrilla, piensa que ¨¦sta es una buena ¨¦poca para que en otros pa¨ªses se extienda la idea. "La crisis puede ser una oportunidad para la movilizaci¨®n ciudadana".
Aunque, claro, la situaci¨®n econ¨®mica tambi¨¦n le provoca quebraderos de cabeza. "Est¨¢ muy dif¨ªcil conseguir financiaci¨®n para los proyectos", se lamenta. Las preocupaciones se las lleva a casa, donde su mujer anda igual porque tambi¨¦n trabaja en una ONG, esta vez de abogados. Pero, en cuanto llega el arroz, la crisis se olvida pronto y la conversaci¨®n se corta r¨¢pidamente. "?Qu¨¦ buena pinta!", exclama en su m¨¢s que digno espa?ol. Y la charla bascula ya hacia la gastronom¨ªa y las costumbres espa?olas. "Es incre¨ªble lo de las tapas", dice riendo. "La gente comiendo de pie, charlando... es otro rollo", afirma pensativo. Pronto se olvida del tema, y ataca con energ¨ªa su plato de arroz.
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