Paseos y tumbas
La fracasada b¨²squeda en Alfacar de los restos mortales de Federico Garc¨ªa Lorca y otros tres asesinados no ha cerrado la pol¨¦mica sobre su eventual exhumaci¨®n. Los fusilamientos sin juicio previo y los enterramientos en cunetas o parajes deshabitados cubrieron la zona rebelde y el territorio leal especialmente al comienzo de la Guerra Civil. No s¨®lo la militancia pol¨ªtica, sino tambi¨¦n los odios personales cargaron las armas del crimen.
La llamada Ley de Memoria Hist¨®rica 52/2007 regula sin acepci¨®n de banderas las compensaciones materiales y simb¨®licas debidas a las v¨ªctimas de la persecuci¨®n y la violencia por razones pol¨ªticas, ideol¨®gicas o de creencia religiosa. El golpe de 1936 interrumpi¨® el proceso democr¨¢tico iniciado por la II Rep¨²blica. Pero la distinci¨®n por razones de legitimidad hist¨®rica entre los paseos dados en la retaguardia nacional o roja implicar¨ªa la absoluci¨®n -seg¨²n el enfoque pol¨ªtico elegido- de los cr¨ªmenes inhumanos cometidos en alguno de los dos territorios enfrentados.
Contin¨²a la pol¨¦mica en torno a la localizaci¨®n de los restos mortales de Federico Garc¨ªa Lorca
Ahora bien, la paz de los cementerios franquistas concedi¨® a los vencedores casi cuatro d¨¦cadas para rendir homenaje a sus muertos; el duelo de los vencidos, en cambio, qued¨® confinado a la clandestinidad. Si la crueldad del humor negro de los supervivientes distingu¨ªa entre los caballeros mutilados franquistas y los jodidos cojos republicanos, la diferencia entre las sepulturas y las fosas ofrec¨ªa una discriminaci¨®n semejante por lo que respecta a los muertos.
Pese a su uso indiferenciado habitual, desaparecidos y paseados no son t¨¦rminos sin¨®nimos. Los militares del Cono Sur planificaron y perpetraron fr¨ªamente el exterminio secreto de miles de desaparecidos por temor a la condena internacional de su ejecuci¨®n judicial. Los paseados de la Guerra Civil espa?ola, en cambio, fueron las v¨ªctimas de una salvaje represi¨®n de dimensiones cuasip¨²blicas movida por el odio y la intolerancia.
La Ley 52/2007 proporciona a los descendientes de los muertos todav¨ªa sin sepultura la ayuda estatal necesaria para localizar e identificar sus restos. Las asociaciones de la memoria hist¨®rica han insistido hasta ahora en el argumento compasivo del derecho de las familias a recuperar los restos de sus seres queridos. Pero la familia Garc¨ªa Lorca no ejerci¨® esa facultad: su decisi¨®n, animada por el justificado temor a un circo medi¨¢tico y por convincentes argumentos hist¨®ricos y ¨¦ticos, fue premiada con una abominable campa?a de linchamiento moral.
Tras el fracaso de la excavaci¨®n de Alfacar, causado por tomar como certeza una simple conjetura, grupos y personas que apelaron mientras les convino al derecho de los descendientes a localizar los enterramientos se aprestan ahora a exigir del Estado la obligaci¨®n de continuar de manera indefinida la b¨²squeda de los restos de Federico Garc¨ªa Lorca, cuya memoria literaria y personal seguir¨¢ viva en el curso de las generaciones tengan o no albergue sus huesos en una tumba de conocimiento p¨²blico.
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