Vivir es caro, pero matar es barato
La diferencia entre la vida y la muerte es que a la primera le pone los precios el mercado y a la segunda se los pone el C¨®digo Penal. Llega enero y los transportes p¨²blicos, la luz, los impuestos y otras cosas inevitables se encarecen, mientras que algunos delitos se abaratan. Lo segundo duele m¨¢s que lo primero, porque es m¨¢s f¨¢cil resignarse a que la econom¨ªa consista en que la gente honrada financie a los ladrones, que aceptar que la justicia parezca una diosa que anda por las calles con la balanza torcida y cantando ese tango de Enrique Santos Disc¨¦polo que dice: "?Qu¨¦ falta de respeto, / qu¨¦ atropello a la raz¨®n...!".
Personas en todo el mundo como nuestro amigo Juan Urbano abren el peri¨®dico, leen las penas que solicita la fiscal¨ªa del Tribunal Superior de Justicia de Madrid para los tres porteros de la discoteca Balc¨®n de Rosales que mataron a golpes a ?lvaro Uss¨ªa, aquel estudiante de 18 a?os cuyo crimen fue tropezar con una chica en la pista de baile, y se queda helado. El que lo asesin¨®, 15 a?os, y sus dos compinches, 13. No cumplir¨¢n ni la mitad de esa pena, de modo que la canallada les sale casi gratis, en su opini¨®n.
Siempre ocurre lo mismo: el espacio que deja libre la ley lo ocupa el miedo
La parte visible de aquel suceso trist¨ªsimo fue que el Ayuntamiento cancelara la licencia del local y anunciase una serie de medidas para impedir que esos ej¨¦rcitos de matones que hay en muchos antros de la ciudad y que se comportan demasiadas veces como bandas paramilitares siguieran provocando tragedias. Se iba a regularizar al personal, se iba a exigir que siguiese cursos de formaci¨®n y que estuviese titulado, se iban a vigilar las zonas conflictivas, se iban a enviar inspectores y tal vez polic¨ªas municipales a esos negocios... Ha pasado algo m¨¢s de un a?o desde que los energ¨²menos sacaron a ?lvaro a golpes de la discoteca, y el que llevaba la voz cantante lo derrib¨® con una zancadilla, y a continuaci¨®n, tal y como relata el auto del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, "de forma intencionada y siendo consciente de que con ello pod¨ªa provocarle la muerte, se arroj¨® con todas sus fuerzas sobre ¨¦l, tir¨¢ndose de rodillas sobre su pecho y manteni¨¦ndose en esa posici¨®n, hasta provocarle una rotura traum¨¢tica del coraz¨®n". Y las preguntas que tenemos que hacernos despu¨¦s de estos 13 meses son: ?se est¨¢n aplicando todas esas normas?, ?se sigue ahora, realmente, un control estricto de los empleados de seguridad que trabajan en los garitos? Juan Urbano, que suele salir con sus amigos por las noches y me cuenta a m¨ª sus aventuras por las ma?anas, dice que ni hablar, que no se ha hecho absolutamente nada, que los discursos se fueron como agua sucia por los desag¨¹es de los titulares, todos los antros siguen teniendo a sus cancerberos en la entrada y que ellos se comportan igual, y hasta se sienten reforzados por el temor que historias como la de ?lvaro Uss¨ªa provocan a la clientela. Siempre ocurre lo mismo: el espacio que deja libre la ley lo ocupa el miedo.
Si vamos un paso m¨¢s all¨¢, parece que lo que se impone en nuestro mundo de primera clase es, precisamente, la proliferaci¨®n de la seguridad privada, a la que se recurre, por ejemplo, para intentar detener a los piratas que acosan a nuestra flota pesquera; o para defender los comercios y las calles en las que est¨¢n los comercios, o las estaciones, los trenes, los aeropuertos, y qui¨¦n sabe si dentro de muy poco los aviones; ¨¦ste es un planeta lleno de guardaespaldas que patrullan por los m¨ªtines pol¨ªticos, que rodean a los presidentes, a los banqueros, a las estrellas televisivas y al Papa. Hasta las guerras se hacen, m¨¢s cada vez, a base de mercenarios que disparen balas sin memoria en Irak, o Afganist¨¢n, o Chechenia. Tal vez es parte del mismo combate que el dinero mantiene contra todo lo p¨²blico, da igual si es la sanidad, la educaci¨®n o la polic¨ªa.
La discoteca Balc¨®n de Rosales contin¨²a cerrada y ?lvaro contin¨²a muerto. A sus asesinos les queda mucha vida por delante, y otros como ellos siguen haciendo crecer sus m¨²sculos en los gimnasios.
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