La apuesta 'cl¨¢sica' de Gaud¨¦
Nacido en Par¨ªs en 1972, Laurent Gaud¨¦ comenz¨® su andadura como autor analizando los conflictos emocionales m¨¢s constantes de la literatura teatral antigua y moderna, siempre con la mirada proyectada en Grecia y en las culturas del Mediterr¨¢neo.
Su pieza teatral m¨¢s alabada por la cr¨ªtica, y m¨¢s querida por su autor, es Onysos el furioso, que al parecer escribi¨® en diez d¨ªas. Se trata de una obra "¨¦pica", pero sin el efecto distanciaci¨®n que Brecht y D?blin atribu¨ªan a la verdadera ¨¦pica, y en la que vemos a un mendigo clamando en el metro de Nueva York y desplegando, con su voz de trueno, su delirio (o sus recuerdos milenarios). Onysos conoci¨® Babilonia, seg¨²n nos va diciendo, y se considera el destructor de la ciudad de los jardines colgantes. Nueva York le parece la nueva Babilonia, pero ya no piensa destruirla: no quiere ver m¨¢s ciudades ardiendo. El tono recuerda mucho el de los tr¨¢gicos griegos, y es arcaizante y a la vez moderno, si bien su modernidad s¨®lo se observa en la ambientaci¨®n, pues se trata de un teatro para ser abiertamente declamado, m¨¢s que susurrado, con un ritmo galopante y de versos libres en los que creemos percibir ecos de Whitman y de su Canto a m¨ª mismo.
Sus otras piezas teatrales participan de la misma idea del teatro, y muy especialmente El tigre azul del ?ufrates, donde vemos a Alejandro Magno monologando el d¨ªa mismo de su muerte, y Sodoma la dulce, donde escuchamos los lamentos de una habitante de Sodoma que recuerda su "dulce ciudad p¨¦rdida" y destruida. La atm¨®sfera y el estilo de estas piezas teatrales se observan tambi¨¦n en los cuatro relatos de En la noche de Mozambique, probablemente su mejor libro y tambi¨¦n el menos pretencioso.
Durante el primer periodo de su vida como escritor, Gaud¨¦ parec¨ªa destinado a ser un autor teatral un tanto inactual y desconcertante, pero en 2002 public¨® la novela El legado del rey Tsongor, con la que obtuvo el Premio de los Libreros y el Goncourt des Lyc¨¦ens. Con su novela m¨¢s aclamada y valorada, El sol de los Scorta, gan¨® el Premio Goncourt. Posteriormente ha publicado otras dos novelas: Eldorado y La puerta de los infiernos.
La literatura de Gaud¨¦, tanto la teatral como la novelesca, parece muy afincada en la oralidad, pero en una oralidad antigua, basada en una r¨ªtmica y en un aliento que, para bien o para mal, ahora resultan anticuados y no nos conmueven como antes. Ejemplo fundamental de este proceder es el aliento que imprime a su novela El sol de los Scorta. Su lectura nos evoca las novelas m¨¢s "mitol¨®gicas" de Garc¨ªa M¨¢rquez y el mundo agobiante, miserable, ¨¢rido e inhabitable de Pedro P¨¢ramo y El llano en llamas de Juan Rulfo, pero con treinta a?os de retraso, y tambi¨¦n recuerda a veces el tono sollozante de la Duras, su simbolog¨ªa sentimental y su acercamiento a los personajes por medio de frases escuetas, directas y a veces de un lirismo brutal. Los temas que transitan esta historia son muy previsibles: el destino, el legado, miserable y grandioso, que se van transmitiendo las generaciones, las venganzas heredadas como las de los Montesco y los Capuleto...
Dentro de las dos corrientes que m¨¢s imperan en la literatura actual, la minimalista y la acumulativa, ambas bien representadas en Francia por autores de su misma generaci¨®n, Gaud¨¦ se ubica decididamente fuera de las dos, y en ese proceder reside buena parte de su grandeza. Lejos del minimalismo y la alucinante desnudez expresiva de su colega ?duard Lev¨¦, recientemente fallecido, Gaud¨¦ apuesta por la "eternidad" en una ¨¦poca en la que la eternidad ya no eterniza a nadie, como susurraba Eduardo Herv¨¢s.
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