Jardiel para duros de o¨ªdo
El autor cabalga de nuevo en los Teatros del Canal de la mano de P¨¦rez de la Fuente. Angelina o el honor de un brigadier es una deliciosa parodia del melodrama decimon¨®nico, en la que brilla con luz propia Jacobo Dicenta
Me dicen, y cuesta creerlo, que hace m¨¢s de treinta a?os que Angelina o el honor de un brigadier no se representaba en Espa?a: desde que la dirigi¨® P¨¦rez Puig, en el 78, con Garisa, Valladares y Gemma Cuervo, en el Centro Cultural de la Villa. La excusa m¨¢s socorrida para no montar a Jardiel es que sus obras son car¨ªsimas: muchos personajes, muchos decorados, mucho de todo. La excusa subterr¨¢nea es que era franquista. O, subcl¨¢usula, "patrimonio de la derecha" (traducci¨®n: "Que lo monten ellos"). S¨ª, era franquista. Ac¨¦rrimo (aunque no le luci¨® mucho el pelo entre los suyos). Y libertario, en su vida y en su obra. Y vomitivamente machista (Agua, aceite y gasolina, Blanca por fuera, rosa por dentro) y autor de la m¨¢s contundente proclama feminista de la posguerra (El sexo d¨¦bil ha hecho gimnasia), y racista, y defensor de la raza negra (El amor s¨®lo dura dos mil metros se cierra, ins¨®litamente, con un poema reivindicativo de Lanston Hughes) y, por encima de todo, autor de una ingente obra dram¨¢tica y narrativa, tan desigual, contradictoria e inflamada de genio como ¨¦l mismo. Tambi¨¦n repiten por ah¨ª que Jardiel "ya no funciona". No es cierto. Jardiel funciona de f¨¢bula cuando lo montan como es debido: funcion¨® la Elo¨ªsa de Plaza, funcion¨® Madre (el drama padre) de Belbel, y funcionar¨¢, con todos los peros, la Angelina que P¨¦rez de la Fuente ha dirigido, con empe?o, con cari?o y con respeto, en los Teatros del Canal, y que en breve girar¨¢ por toda Espa?a. Vaya mi aplauso, de entrada, por el empe?o: producci¨®n propia, cuidad¨ªsima, y con doce actores en escena. Difiero, sin embargo, de la etiqueta ("la obra m¨¢s vanguardista de Jardiel") que le ha colgado su director. "Vanguardistas" (o rompedoras, que nada hay m¨¢s antiguo que las vanguardias) fueron sus cuatro ases: Cuatro corazones, Elo¨ªsa, Un marido de ida y vuelta y Madre (el drama padre). Posible rep¨®quer: Tu y yo somos tres. Angelina es un divertimento delicioso y tronchante, una parodia de los melodramas del diecinueve, en la gloriosa l¨ªnea de lo que Mu?oz Seca hizo con el dram¨®n rom¨¢ntico en, por supuesto, La venganza de Don Mendo, y tambi¨¦n, en cuanto a procedimiento humor¨ªstico, una coda, una brillante derivaci¨®n de Margarita, Armando y su padre, el desmontaje de los mecanismos de La dama de las camelias, que consagr¨® a Jardiel como autor teatral en 1931. Angelina acabar¨ªa siendo su obra m¨¢s popular. Se estren¨® en 1934, en el Infanta Isabel, con un reparto ca?¨®n (la Garc¨¦s, Julia Lajos, Somoza, Mercedes Mu?oz Sampedro y Pepe Isbert como el brigadier); Louis King la film¨® en Hollywood, protagonizada por Rosita D¨ªaz Gimeno, al a?o siguiente, y se represent¨® incontables veces en Espa?a y Suram¨¦rica. Durante el franquismo, por cierto, los censores la retitularon "un drama en 1880", por considerar que el t¨ªtulo original "pon¨ªa en duda la honra del ej¨¦rcito". Tampoco les hizo mucha gracia su proclamaci¨®n de que los cuernos hay que llevarlos con buen humor y sin calderonismos. Los principales logros de Angelina son, ya digo, la s¨¢tira de las convenciones del melodrama (amores secretos, duelos al amanecer, tiradas grandilocuentes, apariciones sobrenaturales), el trepidante encadenado de peripecias, y, sobre todo, el verso, un verso de una gracia irresistible, con redobles tan imprevistos como el de rimar Atocha con pocha y garrocha y desabrocha, o el famoso mon¨®logo que abre la funci¨®n, en el que Germ¨¢n compara el amor con la ceniza de un cigarrillo, o el no menos c¨¦lebre (y descaradamente "mu?ozsequista") en el que el Brigadier se arma un enorme l¨ªo tratando de hallar el tiempo adecuado del verbo "corroer".
'Angelina' es un divertimento delicioso y tronchante, una parodia de los melodramas del diecinueve
El verso, de una gracia irresistible, con redobles tan imprevistos como el de rimar Atocha con pocha y garrocha y desabrocha
El espect¨¢culo cuenta con un precioso vestuario de Javier Arti?ano, estupendas luces de Jos¨¦ Manuel Guerra y una escenograf¨ªa, firmada por el propio director, que utiliza con gran elegancia las falsas candilejas y los telones pintados. Hay gags muy inspirados, como el invento de la tapia abatible del cementerio, homenajes al cine mudo (la taza de tila que vuela a c¨¢mara lenta) y un recurso reiterado que no me convence: el juego con las linternas que, directas a la cara, han de ser una considerable molestia para los actores. Germ¨¢n, un Don Juan en horas bajas, es Jacobo Dicenta, que ha nacido (como Luis Varela, como Saza, como Valeriano Andr¨¦s) para interpretar a Enrique Jardiel Poncela. Menos explosivo que esos monstruos, menos pendiente de los efectos, coloca con una precisi¨®n y un salero que cortan el hipo: s¨®lo por verle, escucharle y aplaudirle valdr¨ªa la pena acercarse al teatro. Matizo en el acto la frase, porque aunque cierta es injusta: Chete Lera compone un brigadier muy sobrio, muy eficaz, y que crece much¨ªsimo en el tercer acto, concretamente a partir del mon¨®logo citado. A Carolina Lapausa (Angelina) todav¨ªa le falta t¨¦cnica, que compensa con una sorprendente baza f¨ªsica y tonal: recuerda muy mucho a Amparo Rivelles (Amparito, mejor dicho) en Deliciosamente tontos. Y est¨¢n muy graciosos Paco Bl¨¢zquez como Federico y Daniel Huarte como Rodolfo, el poeta. Las dos amigas de Angelina, Ana del Arco (Carlota) y Sara Rivero (Luisa) est¨¢n justas: tampoco tienen grandes papeles. El resto del reparto, desde Soledad Mallol (Marcela, la esposa del brigadier) hasta el banquero Don Justo (Luis Perezagua) aparecen enojosamente unificados por una peligros¨ªsima tendencia: la tarde que vi la funci¨®n gritaban como descosidos. A excepci¨®n de la habanera de Boronat, que cantan a coro sin estridencias, tambi¨¦n resultan un tanto taladrantes los efectos sonoros y las m¨²sicas adicionales. El t¨ªtulo de la cr¨®nica, pues, viene al pelo por partida doble. Bien est¨¢ que P¨¦rez de la Fuente haya echado su cuarto a espadas para desatascar las orejas de todos los que siguen pensando que Jardiel "est¨¢ superado", pero su noble lucha deber¨ªa quedarse en lo metaf¨®rico: no toda la parroquia del Canal es dura de o¨ªdo en un sentido cl¨ªnico. Baje usted el volumen, hombre, que a Angelina se le entiende todo. Y puestos a pedir, que la "recuperaci¨®n" del maestro no se quede en flor de un d¨ªa.
Angelina o el honor de un brigadier, de Enrique Jardiel Poncela. Direcci¨®n: Juan Carlos P¨¦rez de la Fuente. Teatros del Canal. Madrid. Hasta ma?ana. A partir del 29 de enero gira por Alicante, Pamplona, Ourense, Zamora, Zaragoza, C¨¢diz y Barcelona. www.teatrosdelcanal.org. www.perezdelafuente.es.
![Escena de <i>Angelina o el honor de un brigadier,</i> de Enrique Jardiel Poncela, montaje dirigido por Juan Carlos P¨¦rez de la Fuente.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VQ6WAFEY757HORF2YMU2HQ2J6U.jpg?auth=b4f7ac3c7cfc9168425dc09749c5fa22c063dc922fa269ddf36c3ada0d10d1bb&width=414)
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