La desdicha de Gil de Biedma
El c¨®nsul de Sodoma tiene aroma a teatro rancio, con personajes y situaciones que rezuman tanto ¨¦nfasis como falsedad
Ferr¨¦, aquel juglar incendiario, aquel m¨²sico y cantante con capacidad para alborotar el alma, estaba convencido de que la gente s¨®lo deber¨ªa conocerse cuando est¨¢ disponible, a ciertas horas p¨¢lidas de la noche, con problemas de hombres, con problemas de melancol¨ªa. Consecuentemente, devotos con causa en madrugadas et¨ªlicas me hab¨ªan recitado fervorosamente y con sensibilidad extrema poemas de Gil de Biedma. Me ocurr¨ªa antes de devorar Las personas del verbo, de buscar fren¨¦ticamente todo lo que hubiera publicado ese hombre, de saber que iba a convertirse en uno de tus intemporales poetas de cabecera, ideal para estados de animo familiarizados con la tristeza o cercanos a la desolaci¨®n, l¨²cido y profundo, evocador y amargo, mordaz y conmovedor, siempre inquietante. Alguien, como Kavafis y Pessoa, esos buceadores de la soledad, cuyas palabras, im¨¢genes y sentimientos se te clavan perdurablemente en la memoria, otorgan alivio, asustan, conmocionan, te identifican.
Lo peor es cuando la relamida voz de Jordi Moll¨¢ declama los poemas del hombre al que intenta in¨²tilmente dar vida
Sospecho que somos muchos los lectores para los que la obra lamentablemente breve de este hombre representa algo muy especial. Y l¨®gicamente, sentimos curiosidad por saber cosas de una personalidad tan compleja y de una existencia que imaginas llena de pasiones, claroscuros, contradicciones, paradojas y desgarros. Puedes recurrir para ello a su biograf¨ªa y a los testimonios orales o escritos de los colegas ilustres y de la gente an¨®nima que le trataron. El cine tambi¨¦n se ha ocupado de persona tan fascinante y secreta en El c¨®nsul de Sodoma y el resultado me parece lamentable. Dudo que la visi¨®n de esta pel¨ªcula acad¨¦mica aunque pretendidamente transgresora, acartonada, con aroma a teatro rancio, con personajes, situaciones y di¨¢logos que rezuman tanto ¨¦nfasis como falsedad, vaya a servir para que las nuevas generaciones busquen a ese poeta siempre cercano que habla de sensaciones de cualquier ¨¦poca. Nada resulta emotivo en los amores bisexuales, ex¨®ticos, intensos o fr¨ªvolos de ese dandy con torturada conciencia de clase. Sus depresiones o su exaltaci¨®n te dan igual, cada frase que sale de su boca lleva el sello de la afectaci¨®n y de la brillantez forzada. Pero si la acci¨®n no tiene el menor inter¨¦s, lo peor es cuando la relamida voz del insoportablemente histri¨®nico Jordi Moll¨¢ declama con tono l¨¢nguido los poemas del hombre al que intenta in¨²tilmente dar vida, ponerle gesto y voz, retratar las simas de ese esp¨ªritu refinado, hipersensible y c¨ªnico. Esos versos tan indiscutiblemente hermosos pueden llegar a atragantarse por la engolada forma que utiliza el transmisor al recitarlos. Y entiendes la irritaci¨®n y los comentarios demoledores de Juan Mars¨¦ ante esta cargante pel¨ªcula. No se sabe qu¨¦ opinar¨ªa el difunto sobre el pretencioso y vano biopic que le han dedicado, pero es comprensible que los amigos vivos de Gil de Biedma que aparecen larga o epis¨®dicamente en la pel¨ªcula transformados en penosas caricaturas pillen un notable mosqueo. No conoc¨ª a Carlos Barral. Tampoco he tratado a Mars¨¦ ni a Vila-Matas. Todos ellos en posesi¨®n de una escritura admirable. Pero hasta el m¨¢s ingenuo tiene claro que la relaci¨®n entre su personalidad y los personajes que les representan debe ser inexistente. Como casi todo en El c¨®nsul de Sodoma, los retratos de esta gente se sit¨²an entre la verg¨¹enza ajena y el patetismo.
Si haces memoria, descubres que el cine pocas veces ha sido venturoso al adaptar la vida de los grandes escritores. Tampoco ha logrado resultados frecuentemente mod¨¦licos al resucitar a los pintores o a los m¨²sicos, pero en alguna ocasi¨®n, como en la mirada que le dedic¨® Clint Eastwood a Charlie Parker en la escalofriante Bird, puedes reconocer en la pantalla las esencias, el universo y el arte, del ilustre biografiado.
Las pel¨ªculas m¨¢s estimables que he visto sobre escritores son las dos que se realizaron simult¨¢neamente sobre la tortuosa relaci¨®n de Truman Capote con los asesinos de A sangre fr¨ªa. Ha habido interpretaciones excelentes, muy por encima de las historias que cuentan esas pel¨ªculas, de actores y actrices como Stephen Fry, Matt Dillon, Johnny Deep, Jason Robards, Nicole Kidman, Judi Dench y Javier Bardem encarnando respectivamente con credibilidad y talento a Oscar Wilde, Charles Bukowski, James Barrie, Dashiell Hammett, Virginia Woolf, Iris Murdoch y Reynaldo Arenas. Karen Blixen, alias Isak Dinesen, tuvo la suerte de que un director tan aut¨¦nticamente l¨ªrico como Sydney Pollack y la abusivamente perfecta Meryl Streep se ocuparan de ella en la preciosa Memorias de ?frica. Me he olvidado de qu¨¦ le ocurri¨® a Shakespeare cuando estaba enamorado. Pero va a ser dif¨ªcil no recordar con irritaci¨®n a este desdichado Gil de Biedma.
![Jaime Gil de Biedma (Nava de la Asunci¨®n, Segovia, 1929-Barcelona, 1990) fotografiado en Segovia en 1978.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Q7JCD4PRPLBTILN4MAOOLMSJ6Q.jpg?auth=b7c5d43898094273159fba6d3c76adcc56f7dc23b0b78b041b9145cbecc0689a&width=414)
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