Pocos beb¨¦s, vidas largas
La reforma de las pensiones no es una cuesti¨®n ideol¨®gica sino que est¨¢ determinada por la demograf¨ªa. ?sta alerta sobre la necesidad de emprender reformas importantes y urgentes, so pena de poner en peligro el sistema de Seguridad Social. Por ello, la reforma de las pensiones es, cada vez m¨¢s, un tema clave en un debate pol¨ªtico fundamental: mientras los neoliberales lo arreglan todo con la privatizaci¨®n de las mismas (como si ¨¦sta no tuviera problemas, como ha demostrado la crisis actual), los sindicatos y los lobbies de jubilados abogan por la preservaci¨®n del statu quo. Las dos posiciones son muy dif¨ªciles de defender.
El problema principal es el envejecimiento de la poblaci¨®n. Pocos beb¨¦s y vidas largas. Una baja fecundidad implica el aumento de la proporci¨®n de personas mayores en la poblaci¨®n, susceptibles de ser protegidas por los ciudadanos activos (bas¨¢ndose en el pacto intergeneracional que forma parte de la esencia de nuestras sociedades); adem¨¢s, la longevidad implica que los mayores puedan llegar a ser muy viejos.
El envejecimiento no es un elemento nuevo: lo es su rapidez; en 50 a?os se doblar¨¢ la poblaci¨®n anciana
Por ello es tal importante que la reforma del Pacto de Toledo (acuerdo entre los partidos pol¨ªticos en el Congreso de los Diputados en 1995 para reformar el sistema de pensiones como garant¨ªa de su continuidad) d¨¦ resultados urgentes. El envejecimiento de la poblaci¨®n no es un elemento nuevo; lo es su rapidez. La realidad demogr¨¢fica de hoy (incluidos los millones de inmigrantes que han entrado en nuestro pa¨ªs) es muy diferente de la de hace 15 a?os. Las tres caracter¨ªsticas de nuestra ¨¦poca son las siguientes: el proceso de envejecimiento se acelera mucho y en los pa¨ªses desarrollados la poblaci¨®n anciana se habr¨¢ duplicado de media dentro de 50 a?os; segundo, gozamos de muy buena salud, lo que se traduce en una fuerte alza de la esperanza de vida. Y tercero y m¨¢s importante, en la primera d¨¦cada del siglo XXI, vejez se identifica con jubilaci¨®n; el derecho a que todos tengamos nuestra jubilaci¨®n, firmemente arraigado en el sentido com¨²n de la ¨¦poca, es en realidad muy reciente. Antes, la mayor¨ªa de los trabajadores no pod¨ªan decidir jubilarse, especialmente porque las pensiones (cuando exist¨ªan) eran muy escasas; si dejaban de trabajar era, en general, porque ya no pod¨ªan seguir haci¨¦ndolo o porque los hab¨ªan licenciado.
Todos estos cambios los analizan los expertos Gosta Esping-Andersen y Bruno Palier, en un libro imprescindible para los que reflexionan sobre los cambios sociol¨®gicos de nuestras sociedades (Los tres grandes retos del Estado del bienestar, editorial Ariel). Los tres retos est¨¢n residenciados en el campo de las mujeres, los ni?os y las pensiones. El cambio social m¨¢s importante ha sido la entrada masiva de la mujer en el mercado laboral, por lo que es esencial favorecer el empleo de las mujeres y la igualdad con los hombres, como elemento crucial para el desarrollo de los servicios sociales de cuidado de los ni?os y otras personas dependientes. Garantizar la igualdad de oportunidades de los ni?os es el segundo reto: mientras que los sistemas actuales de protecci¨®n social gastan cada vez m¨¢s en personas ancianas, parece necesario invertir en los ni?os, preparar una mano de obra mejor formada. Una socializaci¨®n precoz en las guarder¨ªas permite reducir considerablemente el riesgo de fracaso escolar; favorecer el desarrollo de formas colectivas de cuidado de los ni?os que garantice una buena socializaci¨®n primaria y unas condiciones de aprendizaje que preparen de forma conveniente el futuro. M¨¢s que luchar contra la exclusi¨®n social una vez que ¨¦sta se ha hecho realidad, m¨¢s que tener que formar de nuevo a la mano de obra atrasada, es preferible concentrar los esfuerzos en una acci¨®n preventiva centrada en la infancia. El tercer reto es la reforma de las pensiones p¨²blicas, haciendo prevalecer el principio de igualdad, manteniendo tanto la equidad entre generaciones como en el seno de las mismas.
Esping-Andersen y Palier pretenden resolver estos retos para que las pol¨ªticas econ¨®micas y sociales se refuercen mutuamente, de modo que los dispositivos de protecci¨®n social permitan sostener e impulsar el crecimiento, y sostener la capacidad de consumir de quienes ya no pueden trabajar. Y no, como ha sucedido en muchas ocasiones, que en vez de apoyar el pleno empleo esos dispositivos se utilicen para retirar individuos del mercado de trabajo.
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