La confortable soledad del tibur¨®n
Recuerdo una vi?eta memorable (como tantas) de El Roto en la que un desolado viajero de avi¨®n mascullaba: "Cuando ya hab¨ªa vencido el miedo a los aviones, me entr¨® el p¨¢nico a los aeropuertos". Normal. Son esos indeseables sitios protagonizados por impunes retrasos que siempre pretenden ser grotescamente ajenos a la voluntad de los responsables, huelgas abiertas o encubiertas de pilotos y controladores con sentimiento proletario, controles de seguridad legitimados para desnudarte y otras m¨²ltiples y cotidianas desventuras.
William Hurt, en aquella intrigante, tragic¨®mica y conmovedora pel¨ªcula titulada El turista accidental, interpretaba a un hombre de gesto ausente y roto por dentro que ofrec¨ªa consejo en sus libros al turista accidental y al viajero profesional para hacer c¨®modos o simplemente llevaderos esos aeropuertos, aviones, hoteles y restaurantes que se ven obligados a frecuentar a causa de su trabajo.
Todo en Clooney es atractivo, te hace olvidar que da vida a un bicho
En Up in the air, el protagonista confiesa su incondicional amor a moverse sin prisas y sin pausas por el aire y lo argumenta. Conoce todos los secretos para que ese escenario que a la mayor¨ªa de los humanos nos resulta insoportable se transforme en algo cercano al para¨ªso. Comparte aquella certidumbre tan original como discutible de Antonio Gamero de: "Como fuera de casa, en ning¨²n sitio". El elegido hogar de este hombre consiste en viajar continuamente de una ciudad a otra, explotar las ventajas de estar siempre en movimiento, no hacer colas, follar con lo que le pilla a mano, deserci¨®n de cualquier compromiso afectivo. La soledad para ¨¦l no es un lacerante fardo, sino un privilegio adquirido. Est¨¢ solo, pero no se siente solo. Se siente muy contento consigo mismo y con la eficiencia y la brillantez que despliega en su trabajo. ?Y en qu¨¦ consiste el curro del solitario feliz?: en despedir a gente de su trabajo, en convencer a personas a las que no ha visto nunca de que quedarse en el paro tiene sus ventajas y de que no intenten crearle problemas legales a la empresa. Y lo hace mod¨¦licamente, sin razones personales, con sicolog¨ªa, pragmatismo y m¨¦todo. Es un profesional sin sentido de culpa en la misi¨®n m¨¢s inhumana y asquerosa que existe. O exist¨ªa, ya que los cerebros que planifican el desgarro ajeno en nombre de sus ganancias pueden plantearse que no es necesario el cara a cara en los despidos, que puede ser m¨¢s ahorrativo y c¨®modo hacerlo a trav¨¦s de la pantalla de un ordenador. Tiempos de ocaso para el tibur¨®n, debe ense?arle el oficio a una tiburoncita experta en inform¨¢tica. Tiempos de crisis incluso para los c¨ªnicos chacales, de plantearse bajar la guardia, de alarmante necesidad de calor, de querer despertarse frecuentemente con la misma compa?¨ªa.
El director Jason Reitman demostr¨® en la alternativamente atractiva e irritante Juno que estaba dotado de mordacidad y que pod¨ªa ser complejo. En Up in the air va m¨¢s lejos. Se atreve a introducir elementos de comedia en un argumento espeluznante. Lo hace con un talento, una agudeza y una gracia admirables. Dialogos, personajes y situaciones llevan la marca de un creador de altura.
Tengo un problema con Clooney. Su interpretaci¨®n es magistral, pero todo en ¨¦l es tan apabullantemente atractivo que puede hacerte olvidar que est¨¢ dando vida a un bicho. El placer es doble al estar acompa?ado por esa espl¨¦ndida se?ora llamada Vera Farmiga. El encanto que te proporciona lo que ves y escuchas se difumina en un desenlace decepcionante y blando que parece impuesto por un productor convencido de lo taquillero que resulta el triunfo de los buenos sentimientos. El resto es tan inteligente como perturbador.
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