Houston, tenemos un problema
Desde 1984, la sociedad espa?ola ha emplazado a sus universidades a recorrer la senda que va de la mediocridad a una docencia e investigaci¨®n de calidad internacional. Es algo de envergadura parecida a la misi¨®n confiada en los a?os sesenta al programa Apolo de la NASA: desde la tierra, llegar a la luna. Pues bien: tal como van las cosas, a las universidades gallegas les puede tocar el papel del Apolo XIII.
Las comunidades aut¨®nomas financian a sus universidades, pero tambi¨¦n las crean; aprueban (o no) la puesta en marcha de sus centros y titulaciones; autorizan (o no) los gastos de personal incluidos en cada presupuesto; y nombran a la mayor¨ªa de los miembros del Consejo Social de cada instituci¨®n, ¨®rgano al que la ley conf¨ªa la aprobaci¨®n y supervisi¨®n de sus cuentas.
Los acuerdos entre universidades no resuelven la dicotom¨ªa entre objetivos y recursos
La Xunta impuls¨® en los a?os 90 el desarrollo del Sistema Universitario Gallego (SUG), con la creaci¨®n de las universidades de Vigo y A Coru?a a partir de los centros segregados de la de Santiago. La idea era hacer del SUG un factor clave del desarrollo futuro de Galicia. Las universidades reaccionaron poni¨¦ndose en marcha y confiando en que, a lo largo del camino, se les proporcionaran los medios para culminarlo porque no somos tan listos como para hacer lo mismo que alemanes, ingleses o franceses con la mitad de los recursos (aqu¨ª en torno a un 0,6% y all¨ª a un 1,2% del PIB).
Pero, aunque la cosa empez¨® bien, se gaf¨® muy pronto. En 1999 se cerr¨® un modelo financiero que, asegurando un suelo, establec¨ªa una mejora progresiva de la financiaci¨®n del SUG por incrementos del m¨®dulo por alumno pero, como desde ese mismo a?o el n¨²mero de alumnos cay¨® en picado, lo m¨¢s valioso del plan fue el suelo.
All¨¢ por 2004 un nuevo plan de financiaci¨®n a?adi¨® fondos complementarios afectados a objetivos y estableci¨® un nuevo suelo que evolucionaba en funci¨®n de los ingresos no financieros de la Xunta. Estos crec¨ªan entonces a tasas muy superiores al IPC gracias a la exuberante recaudaci¨®n fiscal de la bonanza, pero en 2008, con la crisis, el crecimiento pas¨® a ser negativo. Al menos quedaba la promesa del bipartito de que al final de la d¨¦cada el gasto universitario en Galicia se situar¨ªa en el 1% del PIB. Como en 2007 aqu¨¦l rondaba el 0,68% de ¨¦ste, el margen de mejora era tan enorme como pasar de 378 a 553 millones de euros.
Pero el gafe continu¨®: "La crisis hace imposible cumplir ese compromiso", se dijo. Se mejor¨®, pero en 2009 en vez de llegar al 1% esperado nos quedamos en el 0,71%: 434 frente a 608 millones. Y en este contexto llega el presupuesto de la Xunta para 2010 que destina al SUG 424 millones de euros, un 2,39% menos que en 2009 aunque, al reducirse el PIB por la recesi¨®n, esa cantidad pueda suponer una ligera mejora en relaci¨®n con ¨¦ste.
Tras 10 a?os de intentar que los que alentaron la expedici¨®n de las universidades a la luna (y ya han sido todos) las provean de recursos suficientes consiguiendo s¨®lo que la financiaci¨®n pase de un 0,6% a un 0,72% del PIB, es l¨®gico esperar que las tripulaciones, a¨²n embarcadas en su viaje sideral, avisen a Houston de que hay un problema.
Pero el problema ya no es la financiaci¨®n sino la misi¨®n misma del SUG. Ya no es s¨®lo una cuesti¨®n de recursos sino de modelo, porque el que constru¨ªamos, al tiempo redundante y excelente, es una quimera si la prioridad que los discursos dan a la educaci¨®n y a la innovaci¨®n no es capaz de competir en las cuentas gallegas con la asistencia socio-sanitaria o las infraestructuras.
Las universidades acaban de demostrar sentido com¨²n y voluntad de pa¨ªs buscando acuerdos entre ellas, pero la dicotom¨ªa entre objetivos y recursos no se resuelve con ese gesto, necesario pero no suficiente. La Xunta debe recordarlo.
Ante las dificultades del Apolo XIII, Houston modific¨® la misi¨®n, y los astronautas no llegaron a la luna, pero regresaron a casa salvos. Que se sepa, nadie los abronc¨® por respirar demasiado y dar la lata en vez de buscar por su cuenta ox¨ªgeno y energ¨ªa en la galaxia. Porque mandar un mensaje a Houston presupone que alguien est¨¦ all¨ª y bien dispuesto. Si no, en vez de un problema habr¨ªa dos, y el segundo ser¨ªa injustificable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.