Pieza desencajada
Cuando hace unos meses se inici¨® en Galicia el debate sobre la reestructuraci¨®n de nuestro sistema financiero, hubo una cuesti¨®n sobre la que todos los representantes pol¨ªticos, sociales, e incluso financieros, se mostraron de acuerdo: pasase lo que pasase, el mantener la "galleguidad" de las cajas, entendida como la permanencia de los centros y la capacidad de decisi¨®n en Galicia, resultaba fundamental. Se introdujeron matices: los nacionalistas antepusieron la galleguidad a cualquier otra circunstancia ("si es gallega seguro que es solvente", se lleg¨® a decir). Socialistas y populares, m¨¢s esc¨¦pticos sobre la existencia de una relaci¨®n directa y constante entre galleguidad y solvencia, consideraron que esta ¨²ltima era, tambi¨¦n, condici¨®n indispensable para la orientaci¨®n de la acci¨®n pol¨ªtica. Pero sobre la "galeguidade", todos de acuerdo. Muy probablemente fue esta unanimidad, en un pa¨ªs y un momento pol¨ªtico en el que las unanimidades resultan extra?as, la que provoc¨® que apenas se enumerasen las razones que justifican esta prioridad. Hay, tambi¨¦n, razones emocionales: estas entidades, que alguien defini¨® como entidades privadas en las que no hay propiedad, en verdad son, parafraseando a Ant¨®n Losada, del "pueblo", pues su existencia se debe al ahorro de muchas generaciones de gallegos, emigraci¨®n incluida. Pero m¨¢s all¨¢ de las emociones, es la raz¨®n la que mejor explica el amplio acuerdo inicial sobre la galleguidad.
"Alg¨²n d¨ªa explicar¨¢n por qu¨¦ obstaculizan la fusi¨®n paritaria cuya solvencia ya se contrast¨® dos veces"
En 2004, el profesor Victorio Valle estimaba, para Espa?a, que el dividendo social de las cajas equival¨ªa, en t¨¦rminos de renta, a 517 euros por cada familia; unas siete veces m¨¢s de lo que representa el gasto en obra social. Y ello es as¨ª, siguiendo el esquema expuesto por Valle en Papeles de Econom¨ªa Espa?ola, por varios motivos. En primer lugar, por la Obra Social, ya que los beneficios de las cajas, una vez pagados impuestos y dotadas las reservas obligatorias y voluntarias, se destinan a acciones sociales en el entorno territorial en el que operan, contribuyendo a un reparto m¨¢s equitativo del capital social en Espa?a. En segundo lugar, fomentan la competencia, en beneficio de los consumidores, porque all¨ª donde hay Cajas, y dada su proximidad al cliente (uno de los principales motivos de elecci¨®n de entidad financiera), sus competidores necesitan ofertar productos competitivos en calidad para ganar cuota de mercado. En tercer lugar, contribuyen a mejorar la eficiencia productiva pues, entre otros efectos, la presencia de las cajas propicia el incremento del ahorro; y facilita la coordinaci¨®n entre su inversi¨®n y la inversi¨®n p¨²blica auton¨®mica. En cuarto lugar, impiden la exclusi¨®n financiera: y si no basta con el dato de que en la actualidad y en Galicia los residentes en 82 concellos s¨®lo pueden acceder en su t¨¦rmino municipal a la oficina de una de las dos cajas gallegas, recu¨¦rdese que han sido las Cajas las principales gestoras del programa de microcr¨¦ditos del ICO dirigido a los inmigrantes, o que apoyan al Tercer Sector Social mucho m¨¢s que la banca. Y, en quinto y ¨²ltimo lugar, las Cajas contribuyen muy relevantemente al desarrollo regional, a trav¨¦s de una financiaci¨®n productiva dirigida prioritariamente a las peque?as empresas locales. Un reciente estudio (2009) del Centre for European Policy Studies sobre la diversidad institucional en el sector bancario europeo, concluy¨®, para Espa?a, que un incremento del uno por ciento en la ratio activos totales de las cajas/activos totales del sector bancario a escala regional conlleva un incremento porcentual de la propia tasa de crecimiento del PIB regional del 7,1%. Es decir, la presencia de cajas en el territorio incide de forma notoria en el crecimiento del PIB regional.
Es f¨¢cil encajar, en las actuales circunstancias, muchas de las opiniones que se est¨¢n escuchando sobre las cajas: las de sectores vinculados a la banca comercial, dada la cuota de mercado que las Cajas les han arrebatado desde los a?os ochenta; las de pol¨ªticos residentes en Comunidades con una ¨²nica caja, que s¨®lo puede crecer a base de absorciones extracomunitarias; incluso la de alcaldes en riesgo de perder el bast¨®n de mando dentro de un a?o, o la de los empleados y directivos que (l¨®gicamente) anteponen su propio inter¨¦s personal al general. Pero hay una pieza que no encaja en este puzzle de las Cajas: la de quienes estando ah¨ª para defender el inter¨¦s general gallego, una vez reconocida por las dos entidades gallegas la imposibilidad de abordar el futuro en solitario, y sabiendo que la alianza con cajas de fuera asegura la p¨¦rdida parcial o total de "galleguidad", no hacen m¨¢s que obstaculizar un posible acuerdo en Galicia, una vez que la solvencia de la entidad resultante de una fusi¨®n paritaria ha sido por dos veces contrastada. Alg¨²n d¨ªa, con suerte, nos lo explicar¨¢n.
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