Futuro a la carta
En Anticipaciones, publicado en 1901 con el subt¨ªtulo de "un experimento de profec¨ªa", H. G. Wells pronosticaba, entre otras cosas en las que acert¨®, la derrota del militarismo alem¨¢n, la revoluci¨®n de las costumbres sexuales y la formaci¨®n de la Uni¨®n Europea. Ni por asomo se le ocurri¨® imaginar que un siglo m¨¢s tarde un pu?ado de fan¨¢ticos, descendientes de s¨²bditos de las colonias brit¨¢nicas, robar¨ªan poderosos ingenios voladores y los estrellar¨ªan contra el centro financiero del mundo (que ya no estar¨ªa en Londres, sino en Nueva York) como prueba de su determinaci¨®n de instaurar una teocracia isl¨¢mica planetaria.
El lucrativo arte del pron¨®stico, que en los pa¨ªses avanzados da de comer (y muy bien) a multitud de consejeros y asesores de gobiernos e instituciones, parte sin duda de la identificaci¨®n de tendencias (geopol¨ªticas, econ¨®micas, tecnol¨®gicas, demogr¨¢ficas, culturales), pero tambi¨¦n del problem¨¢tico principio de que, a la hora de profetizar, el sentido com¨²n siempre se equivoca, a menos de que se le alimente con abundantes dosis de imaginaci¨®n. Los pr¨®ximos cien a?os (Destino), un libro de George Friedman que el a?o pasado figuraba en las listas norteamericanas de best sellers, participa de todo ello. Su autor, presidente de una agencia privada de informaci¨®n y prospectiva, lo tiene claro: "Mi trabajo consiste en descubrir el orden que subyace al desorden de la historia y anticipar los acontecimientos, tendencias y tecnolog¨ªas que nos traer¨¢". Y, al igual que los viejos hechiceros escrutaban el vuelo de las aves o las v¨ªsceras de animales sacrificados para tratar de averiguar la voluntad de los dioses, Friedman tambi¨¦n selecciona los elementos (datos, tendencias, historia) sobre los que construye su apropiaci¨®n ideol¨®gica del porvenir.
El arte de pronosticar el futuro no es ajeno a los deseos y ansiedades de quien lo practica o encarga. El pron¨®stico es "psicoanalizable"
Para Friedman el futuro (el siglo XXI) seguir¨¢ siendo estadounidense. En realidad, asegura, la hegemon¨ªa norteamericana -sin rival desde 1991- no ha hecho m¨¢s que comenzar. Estados Unidos es todav¨ªa una naci¨®n joven e inmadura, y su poder, fundamentado en su predominio geoestrat¨¦gico (controla los mares como ¨²nica potencia transoce¨¢nica), econ¨®mico (su PIB es el 26% del mundial) y militar, seguir¨¢ marcando el ritmo de la historia. Para Friedman la guerra contra el yihadismo est¨¢ ganada, y el siguiente gran reto de Estados Unidos ser¨¢ impedir la formaci¨®n de coaliciones que intenten disputarle su supremac¨ªa. China sufrir¨¢ profundos desequilibrios y tensiones sociales y econ¨®micas que debilitar¨¢n su despegue; Rusia recuperar¨¢ puntos en el palmar¨¦s de las potencias amenazantes, pero son Jap¨®n, Turqu¨ªa y Polonia las naciones que podr¨ªan aliarse para derrotar al gigante americano. Habr¨¢ guerra "global", pero, tranquilos, se cobrar¨¢ menos vidas humanas y se disputar¨¢ desde el espacio. Tras el conflicto (que tendr¨¢ lugar a mediados del siglo), el mundo se reordenar¨¢ de nuevo y los Estados Unidos, ahora potencia madura, experimentar¨¢n una aut¨¦ntica edad de oro apoyada en un desarrollo vertiginoso de inimaginables tecnolog¨ªas. El descenso de la natalidad (menos trabajadores, menos consumidores, menos soldados) ser¨¢ el gran reto del siglo, hasta el punto de que habr¨¢ que pagar a los inmigrantes para que acudan a vender su fuerza de trabajo a los centros econ¨®micos. El calentamiento global, se resolver¨¢ "gracias a la combinaci¨®n del descenso demogr¨¢fico y el dominio del espacio por una potencia global" (?adivinan cu¨¢l?). A finales del siglo XXI, la gran amenaza ser¨¢ M¨¦xico, con el que surgir¨¢n fuertes conflictos agravados por la enorme cantidad de mexicanos (la "quinta columna") que residir¨¢n en EE UU.
Total, que el arte de pronosticar el futuro ("s¨¦ realista, espera lo imposible", es la divisa de Friedman), no es ajeno a los deseos y ansiedades de quien lo practica o lo encarga. Cualquier pron¨®stico es siempre "psicoanalizable". Friedman est¨¢ encantado de ser americano, lo que puede entenderse. Pero su imaginaci¨®n es limitada y s¨®lo se desarrolla en una direcci¨®n: en la misma que el orden pol¨ªtico que defiende y al que brinda sus servicios. Hay otros futuros, claro. Y todos empiezan ahora.
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