"En Ir¨¢n hasta el amor es delito"
Shirin Ebadi proyecta una sorprendente aura de angustia y serenidad. Su mirada, al principio severa, se relaja progresivamente al ritmo de la conversaci¨®n sin perder el brillo de la curiosidad. Es abogada, juez, defensora de los derechos humanos, ganadora del Premio Nobel de la Paz 2003, pero su verdadera profesi¨®n, su vocaci¨®n, figura en el pasaporte: Ebadi, nacida en la ciudad de Hamad¨¢n en 1947, es ante todo ciudadana iran¨ª. Una marca que, igual que su fe musulmana, lleva con el orgullo y la pasi¨®n de quien no tiene miedo de enfrentarse al r¨¦gimen de Mahmud Ahmadineyad.
"Por las ma?anas no suelo desayunar, as¨ª que a la hora de comer tengo bastante apetito", explica. Y Rima, su int¨¦rprete de farsi, le ayuda a traducir la carta de este restaurante del paseo de Recoletos. "S¨¦ que es una mala costumbre, pero no todo lo que se hace en la vida tiene por qu¨¦ ser correcto". Se decide por lo primero que le ha llamado la atenci¨®n: queso de cabra con mermelada de tomate y cebolla y una lasa?a de langostinos. Este esp¨ªritu de medida transgresi¨®n fue precisamente lo que llev¨® a Ebadi, que se presenta sin velo y con maquillaje ligero, a desarrollar su innato sentido de la justicia y a convertirse en la primera juez de Ir¨¢n, hasta que la Revoluci¨®n Isl¨¢mica de Jomeini excluyera a las mujeres de ese cargo.
La Nobel iran¨ª siente que se hable m¨¢s del reto nuclear que de libertad
"Cuando era peque?a interven¨ªa en todas las peleas para intentar resolverlas. Aunque de vez en cuando me llevaba una colleja por meterme donde me llamaban", relata. Igual que esas collejas, a lo largo de los a?os ha conocido las heridas de las vejaciones y del acoso institucional. Todo, por "defender los derechos humanos de la gente com¨²n iran¨ª" desde su despacho de Teher¨¢n y por atreverse a levantar la voz a las autoridades.
Llegan los primeros platos y se hace el silencio. Ebadi parece esperar un imperceptible adem¨¢n de aprobaci¨®n de sus comensales para empezar, en efecto, con mucho apetito. La jurista iran¨ª, que ofreci¨® una conferencia en Madrid invitada por el Consejo General de la Abogac¨ªa Espa?ola, lleva sin pisar su pa¨ªs desde que el fraude electoral llevara en junio pasado a la reelecci¨®n de Ahmadineyad, lo que desat¨® jornadas de protestas, manifestaciones y reivindicaciones democr¨¢ticas en las calles de Teher¨¢n.
Est¨¢ convencida de que su apoyo a la causa reformista puede ser m¨¢s eficaz en el extranjero, desde donde predica su mensaje sin censura. "Ir¨¢n es mucho m¨¢s que un debate nuclear, que es lo que parece interesar a los medios de comunicaci¨®n y a Occidente en general. Sufrimos una vulneraci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos. Ir¨¢n es un pa¨ªs en el que hasta el amor, o el adulterio, es delito".
Ebadi habla de injusticias, de la mordaza que el Gobierno impone a los periodistas, de las represalias cotidianas y pide, casi implora, que se hable m¨¢s de estos casos, que las denuncias no terminen en el caj¨®n de las causas perdidas. Ella opina que primero hay que pelear y, mientras bebe el caf¨¦ -rechaza el az¨²car con un gesto cortante- , vuelve a destacar los deseos de cambio de la sociedad iran¨ª". "Para alimentarlos", argumenta, "est¨¢n los j¨®venes y las nuevas tecnolog¨ªas". "Porque la democracia no es s¨®lo un modelo de organizaci¨®n pol¨ªtica, sino una cultura. Y creo que esta cultura est¨¢ bien arraigada en Ir¨¢n".
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