La intimidad como arte
Dec¨ªa la novelista criminal P. D. James que la muerte abre los cajones secretos del difunto, y supongo que ya est¨¢n registrando la mesa de J. D. Salinger, ese monstruo o escritor-espect¨¢culo por haberse negado a ser un fen¨®meno de masas desde el ¨¦xito de El guardi¨¢n entre el centeno (1951), su ¨²nica novela, la novela de los a?os cincuenta, y desde entonces influencia fundamental sobre el lenguaje, los gestos, la mentalidad y el car¨¢cter de sucesivas generaciones de j¨®venes. Cuando Salinger sinti¨® el espanto de la popularidad, a la tercera edici¨®n de El guardi¨¢n..., mand¨® eliminar su foto de la cubierta. Se convirti¨® en escritor clandestino. P¨²blicas s¨®lo deb¨ªan ser sus obras.
El ansia combativa de desaparecer aument¨® con los a?os. No bastaba con retirarse en 1952 a Cornish, en New Hampshire, donde, buen vecino, se sent¨ªa protegido por sus conciudadanos, ac¨¦rrimos partidarios del respeto a la vida privada, como ¨¦l. Pero, amigo de los estudiantes, pronto se sinti¨® traicionado. Lo que parec¨ªa ser una conversaci¨®n destinada a las p¨¢ginas escolares del peri¨®dico local, apareci¨® escandalosamente en primera p¨¢gina. En los a?os setenta descubri¨® una edici¨®n pirata de sus cuentos, en San Francisco, y sorprendentemente pidi¨® una entrevista telef¨®nica al The New York Times para quejarse de lo que juzgaba una intolerable invasi¨®n de su intimidad. "Me gusta escribir, pero s¨®lo escribo para m¨ª, por placer", dijo entonces. Lacey Fosburg titul¨® la entrevista: "J. D. Salinger habla de su silencio".
Era un se?or que no quer¨ªa que lo molestaran. Parec¨ªa un joven taciturno
Era un se?or que no quer¨ªa que lo molestaran. Se parec¨ªa a los j¨®venes taciturnos, airados, callados, de los a?os cincuenta, en unos Estados Unidos chillones, radiotelevisivos, donde se cazaba escandalosamente a los disconformes y en las escuelas se adiestraba a los ni?os para que denunciaran a sus vecinos antiamericanos o sospechosos de serlo. Seguro que hab¨ªa le¨ªdo Salinger en la revista Harper's Magazine (julio de 1955) un irritado panfleto de William Faulkner, Privacy. ?Qu¨¦ ha sido del sue?o americano? La igualdad en la libertad hab¨ªa sido sustituida, dec¨ªa Faulkner, por "palabras vanas y altisonantes, vac¨ªas de todo significado, libertad, democracia, patriotismo". "Mi convicci¨®n es que s¨®lo las obras de un escritor est¨¢n a disposici¨®n del p¨²blico y abiertas a la discusi¨®n y el estudio, desde el momento en que ha propuesto la publicaci¨®n y ha aceptado dinero a cambio". Y Faulkner sentenciaba: "Su vida privada es ¨²nicamente suya". Defend¨ªa la intimidad. Hoy defender¨ªamos el derecho a venderla.
Abrir¨¢n los cajones del muerto, como dec¨ªa P. D. James, y no encontrar¨¢n nada. Salinger practicaba el arte de la intimidad. Su silencio de estos a?os me recuerda a esa pieza pian¨ªstica de John Cage, 4'33 (1952), en tres partes que se indican cerrando y abriendo la tapa del piano al final de cada parte. Ha empezado la ¨¦poca de la obra p¨®stuma de J. D. Salinger.
Babelia
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