Beethoven y Chaikovsqui, de la mano del gran Muti
El Palacio de Congresos y Exposiciones de Santiago recibi¨® el pasado mi¨¦rcoles con los laterales de la zona C casi vac¨ªos a Riccardo Muti, uno de los m¨¢s acreditados directores mundiales, con 19 a?os al frente de la Scala de Mil¨¢n. Aun as¨ª, el concierto, una de las grandes citas del Xacobeo Classics, acogi¨® casi el doble de personas de las que cabr¨ªan en el Auditorio de Galicia, de envidiable ac¨²stica.
La Orchestra Giovanile Cherubini de Muti, es un conjunto de notable calidad, con cuerdas y maderas bien empastadas, metales controlados y percusi¨®n precisa, pero con alg¨²n fallo de novato, como una entrada pifiada de las trompas en la Quinta Sinfon¨ªa de Beethoven por no evacuar el agua condensada en sus instrumentos.
La versi¨®n de la Quinta fue discutible. No es l¨®gico tocar la edici¨®n cr¨ªtica y hacerlo con un exceso de cuerdas m¨¢s propio de una l¨ªnea Karajan. Ni usar tempos tan contrastados, con un Scherzo tan lento y un Allegro final a u?a de caballo.
Su Romeo y Julieta de Chaikovsqui tuvo buen control del sonido en lucha con la nefasta ac¨²stica del Palacio de Congresos, y expresi¨®n plena de romanticismo. La versi¨®n de la suite de 1919 de El p¨¢jaro de fuego de Stravinski fue soberbia para una orquesta joven, ya desde la oscuridad de la introducci¨®n a cargo de las maderas y la viveza de la Danza del p¨¢jaro de fuego. Y de m¨¢ximo rendimiento en el contraste entre el ambiente oscuro de la Canci¨®n de cuna, el car¨¢cter salvaje de la Danza infernal de Katchel y la brillantez del Final.
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