El patio electoral
Yebra en Guadalajara, Asc¨® en Tarragona, Villar de Ca?as en Cuenca y Santerv¨¢s de Campos en Valladolid inauguraron la lista de aspirantes a la construcci¨®n del Almac¨¦n Temporal Centralizado de residuos nucleares (ATC). Los presidentes de Castilla-La Mancha y de Catalu?a, los socialistas Jos¨¦ Mar¨ªa Barreda y Jos¨¦ Montilla, se han opuesto a la pretensi¨®n de sus respectivos ayuntamientos con el absurdo argumento de que ya han contribuido al bien com¨²n con la instalaci¨®n de centrales nucleares en su territorio. Ni siquiera cabe explicar esa actitud como una manifestaci¨®n del s¨ªndrome nimby, el acr¨®nimo ingl¨¦s de la expresi¨®n not in my back yard [no en mi patio trasero], que justifica el rechazo de una medida beneficiosa para la colectividad por razones ego¨ªstas. Porque los potenciales riesgos del ATC los asumen los ayuntamientos solicitantes en el ejercicio de una competencia que la autonom¨ªa municipal les garantiza.
El temor de los partidos a las consecuencias electorales del debate nuclear puede retrasar la construcci¨®n del ATC
El enfrentamiento de los dos presidentes auton¨®micos con sus respectivos alcaldes no es la ¨²nica contradicci¨®n se?alable. La presidenta regional y secretaria de organizaci¨®n del PP ha abierto un expediente al alcalde de Yebra, militante del Partido Popular, mientras Mariano Rajoy -"no tengo opini¨®n formada"- se llama andana en el asunto. Tambi¨¦n el presidente de CiU, Artur Mas, discrepa de su correligionario el alcalde de Asc¨®. Y hasta el presidente del Gobierno parece dispuesto a esperar a la hora del consenso universal para resolver el concurso de un proyecto aprobado por el Consejo de Ministros cuando era titular de Industria el actual presidente de la Generalitat.
La actitud de los presidentes auton¨®micos socialistas y de los dirigentes del PP y de CiU frente a la construcci¨®n del ATC -exigida por la saturaci¨®n de las piscinas de residuos de las centrales- refleja el temor de unos y otros a las negativas consecuencias que pudiera tener esa decisi¨®n sobre las elecciones catalanas del oto?o de 2010 y castellano-manchegas de la primavera de 2011. En un logrado ensayo de divulgaci¨®n cient¨ªfica (El ecologista nuclear, Espasa, 2009), el investigador y catedr¨¢tico Juan Jos¨¦ G¨®mez Cadenas describe la niebla t¨®xica de estereotipos caricaturescos y de prejuicios viscerales que impide un debate racional sobre los dep¨®sitos de residuos radioactivos, reflejo de la arraigada hostilidad social a la energ¨ªa nuclear pac¨ªfica que las fuerzas pol¨ªticas no se atreven a desafiar y que incluso alimentan -como ocurri¨® en Garo?a el verano pasado- con su fundamentalismo ecologicista.
El Congreso vot¨® por unanimidad hace cinco a?os a favor de la construcci¨®n de un ATC para los residuos radioactivos de las centrales espa?olas. El escaso coraje de los altos cargos del Estado central y auton¨®mico y de las tres principales formaciones parlamentarias -socialistas, populares y nacionalistas catalanes- para ser consecuentes con sus decisiones y para asumir las responsabilidades del poder constituye una estampa bochornosa que salpica en su desprestigio a toda la sociedad.
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