Mucho m¨¢s que un mercado
"?Qu¨¦ te puedo ofrecer, amor?". "?Qu¨¦ and¨¢s buscando, mu?eco?". "Ven¨ª, amorcito, mir¨¢ lo que tengo". Las comerciantes lanzan los piropos mientras tiran de las mangas a los compradores que caminan presurosos entre los pasillos apretados y calurosos, sorteando canastos repletos de verduras, cosm¨¦ticos o medicinas; cajas que guardan electrodom¨¦sticos llegados de China o ropa comprada en el Canal de Panam¨¢. Las frases acarameladas de las comerciantes son su estrategia para ganar clientela. As¨ª se hace en el Mercado Oriental, el m¨¢s importante de Managua, la capital de Nicaragua, y el m¨¢s grande de Centroam¨¦rica.
Los rayos del sol aparecen t¨ªmidos en el horizonte de este pa¨ªs tropical cuando esas mujeres morenas, de carnes generosas, embutidas en ¨ªnfimas faldas y escotes escandalosos comienzan a poblar las 28 hect¨¢reas del Oriental. Desempacan cuidadosamente las mercanc¨ªas, muchas de ellas llegadas por contrabando, y esperan a los 20.000 compradores que a diario visitan el mercado.
El Oriental es el mercado m¨¢s grande de Centroam¨¦rica
Es el lugar de compras favorito de managuas de toda clase social
20.000 personas se abastecen a diario en sus 28 hect¨¢reas
Y es que el Oriental es m¨¢s que un mercado, es el coraz¨®n que marca el pulso econ¨®mico de esta ciudad. Aqu¨ª se compra y vende de todo, a precios de regateo: uno se puede llevar un producto a la mitad del precio original ofrecido por los comerciantes. Por eso es el lugar de compras favorito de los managuas, sin importar la clase social a la que pertenezcan.
En tiempos de crisis econ¨®mica, cuando las tiendas de los cuatro centros comerciales de la ciudad lucen vac¨ªas, el Oriental rebosa actividad. En diciembre se vendieron m¨¢s de 3.000 millones de c¨®rdobas (107 millones de euros, aproximadamente), nada mal para una econom¨ªa tan peque?a como la nicarag¨¹ense. "Es bueno venir a comprar aqu¨ª, claro que s¨ª. Se economiza m¨¢s", dice X¨®chilt, una joven morena que esta ma?ana carga un saco lleno de granos y verduras, las compras del hogar.
Entrar al Oriental tambi¨¦n tiene sus riesgos. Andar por sus callejones sucios y malolientes en busca de los precios m¨¢s bajos implica muchas veces adentrarse en territorios de ladrones, drogadictos y putas. El comprador desprevenido puede terminar sin la billetera o herido en un intento de robo. No en vano uno de los lugares m¨¢s c¨¦lebres del mercado fue bautizado como el "callej¨®n de la muerte".
Las autoridades y los comerciantes han tratado de mejorar la seguridad para garantizar la afluencia de compradores. Sin embargo, es una misi¨®n casi imposible: el Oriental crece sin control y los expertos en planificaci¨®n urbana consideran que pronto terminar¨¢ devorando los barrios orientales de Managua. Y con ese crecimiento descontrolado aumenta el que ha sido uno de los principales problemas del mercado: los incendios causados por las conexiones el¨¦ctricas ilegales.
El peor de esos incendios ocurri¨® en julio de 2008: las llamas consumieron 1.500 tiendas, afectando principalmente a mujeres (propietarias del 75% de los puestos da?ados). El mercado resurgi¨® de sus cenizas y m¨¢s de un a?o despu¨¦s se extiende caprichoso por Managua, trag¨¢ndose a los miles de nicarag¨¹enses que, atra¨ªdos por las acarameladas frases de sus comerciantes, llegan al mercado a regatear.
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