Zapatero, sucesor de Zapatero
No deja de resultar un contrasentido que el partido socialista pretenda presentar su debate sucesorio como un arma para la victoria electoral cuando, en realidad, es expresi¨®n de un miedo cada vez m¨¢s generalizado a la derrota. Un miedo que no est¨¢ alimentado tanto por las encuestas, abiertamente desfavorables desde mayo, como por la convicci¨®n de que el presidente del Gobierno no est¨¢ a la altura. Con dos a?os de legislatura por delante, y un l¨ªder de la oposici¨®n que, como gran estrategia para llegar a La Moncloa, debe dosificar sus apariciones en p¨²blico para que el electorado no se espante, nada estar¨ªa decidido. Pero a condici¨®n de que el presidente del Gobierno hiciera lo que los miembros de su entorno dan por descontado que no har¨¢. Y no por hondas convicciones pol¨ªticas, sino porque a la portentosa capacidad para cometer errores que ha demostrado une la peor de las actitudes para corregirlos: la de sostenerla y no enmendarla. Antes, confiado en una suerte que, seg¨²n se dec¨ªa, siempre le acompa?aba; ahora, entregado a no se sabe qu¨¦ extra?o fatalismo.
No s¨®lo las decrecientes expectativas electorales, sino tambi¨¦n la percepci¨®n internacional sobre la situaci¨®n econ¨®mica de Espa?a exigir¨ªan enviar mensajes contundentes desde la presidencia del Gobierno, tanto en los equipos que se nombran al frente de las ¨¢reas ministeriales decisivas como en las medidas que se adoptan. Hasta ahora, sin embargo, la elecci¨®n de los miembros del Gabinete, salvo rar¨ªsimas excepciones, no ha recibido mayor consideraci¨®n que la de una pasarela bajo los focos en la que el artista se propone sorprender al p¨²blico. Pero, adem¨¢s, sorprenderlo en todas direcciones, tanto por mantener en sus puestos a quienes, de entrada, ya ten¨ªan pocas cualificaciones para estar en ellos, como por sacar a escena a figuras inesperadas e, incluso, ins¨®litas, como si se tratara de gastar un buen bromazo a los ciudadanos. El resultado es el que est¨¢n reflejando las encuestas o emitiendo los foros internacionales como el de Davos: en cuanto las cosas han empezado a venir mal dadas, el presidente no ha podido proteger su credibilidad detr¨¢s del Gobierno porque ¨¦l quiso que no hubiera un Gobierno capaz de protegerla, sino un colegio de figurantes en torno a su persona.
Se da por descontado que tendr¨¢ que haber crisis de Gobierno despu¨¦s de la presidencia de turno de la Uni¨®n Europea. Es decir, lo que se imagin¨® como la gran ocasi¨®n para que el Gobierno retomase la iniciativa frente a un Partido Popular que se echa en brazos de la demagogia en cuanto se olvida de callar para no asustar, como se ha visto en sus escalofriantes discursos sobre la inmigraci¨®n o la cadena perpetua, se ha convertido, sin embargo, en un nuevo motivo para la par¨¢lisis. La urgencia de actuar se ve impedida, en efecto, por el hecho de que nada puede hacerse hasta despu¨¦s de la presidencia europea. Y las dudas acerca de lo que el presidente del Gobierno haga entonces son las que, se reconozca o no, est¨¢n alimentando el runr¨²n sucesorio dentro del propio partido socialista. Si se mantiene en sus caprichos anteriores para formar equipos, aunque para justificarlos recurra de nuevo al ortegajo de las generaciones o a la exhibici¨®n ostentosa de la paridad, no s¨®lo su credibilidad recibir¨¢ otro golpe, sino que quedar¨¢ m¨¢s indefensa ante los muchos contratiempos que pueden producirse hasta las pr¨®ximas elecciones.
En cualquier caso, ni dentro ni fuera del partido socialista tienen sentido las dudas acerca de qui¨¦n deber¨ªa ser el candidato en 2012. Deber¨ªa seguir siendo el mismo, entre otras razones porque gran parte de lo que vaya a suceder entonces podr¨ªa quedar zanjado con las decisiones que adopte a partir del 30 de junio en relaci¨®n con la, al parecer, inevitable crisis de Gobierno. En lugar de fomentar las incertidumbres sobre el cartel de las pr¨®ximas elecciones, o de poner en circulaci¨®n la fantas¨ªa de que, bien usada, bien ajustada al comod¨ªn del "manejo de los tiempos", esa incertidumbre podr¨ªa ser un arma, los dirigentes y militantes m¨¢s conscientes y capaces del partido socialista tendr¨ªan otros asuntos de los que preocuparse. Primero, de que el pr¨®ximo Gobierno no se parezca ni de cerca ni de lejos a los anteriores y, segundo, de que las listas electorales para 2012 no sean v¨ªctimas de la jibarizaci¨®n que la actual direcci¨®n ha llevado a cabo en todas las instancias pol¨ªticas que controla. De eso depender¨¢ la mayor exigencia al Gobierno en caso de nueva victoria, como tambi¨¦n una gesti¨®n de la derrota con m¨¢s posibilidades si finalmente esa victoria no llegase.
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