Caminando por las nubes
Un artista contaba a una se?ora que hab¨ªa intercambiado uno de sus cuadros por un coche. El ingeniero que los o¨ªa pensaba que los coches deb¨ªan estar muy baratos o los cuadros muy caros. Claro que hoy en d¨ªa todos mirar¨ªamos con desprecio al pobre ingeniero, pero su l¨®gica implica, tal vez, una pregunta imprescindible: ?cu¨¢nto puede valer algo que no est¨¢ formado por piezas concretas de materiales concretos como un avi¨®n o un coche o hasta un arc¨®n de plata y piedras preciosas de esos que abundaron en siglos pasados, o un bello cuadro cuyo fondo despliega pan de oro o azul de ultramar como las pinturas de Fra Angelico? Dicho de otro modo: cu¨¢nto vale lo que no es cuantificable en cifras, lo que es abstracto.
La en¨¦sima respuesta a esta pregunta acaba de llegar desde Londres de la mano del pen¨²ltimo superventas, el Giacometti megamillonario que, dicen, ha vuelto a alcanzar una cotizaci¨®n r¨¦cord. Durante este ¨²ltimo rato, se a?adir¨ªa, porque la escalada de los precios en las subastas es tal que hasta cierto punto ha dejado de impresionarnos: siempre va a haber algo m¨¢s caro, mucho m¨¢s caro incluso. Ah¨ª radica el v¨¦rtigo... y el morbo. ?No sabe usted c¨®mo gastar ese dinero que le sobra? Invierta en arte. Pero invierta a lo grande, por lo alto, pues eso forma parte del prestigio social. Cuanto m¨¢s alto el precio, m¨¢s elegante el mercado. El valor debe andar por las nubes, si no hay emoci¨®n, parece.
Sea como fuere, lo curioso en este caso concreto es que se trate de un artista dif¨ªcil como Giacometti, ya que este tipo de superprecios se espera de los cl¨¢sicos populares: Picasso, Van Gogh o hasta Matisse. Que sea el artista m¨¢s despose¨ªdo, m¨¢s despojado de la vanguardia, hace que el precio resuene m¨¢s si cabe, porque a partir de aqu¨ª habr¨¢ que volver a revisar los precios y habr¨¢ que volver a formularse la misma pregunta: ?hasta cu¨¢nto? La contestaci¨®n es sencilla: sin l¨ªmites en la apuesta pues, quiz¨¢s, gana siempre la banca. En este caso concreto ganan tambi¨¦n el propietario o la instituci¨®n que haya tenido acceso a la obra de un artista extraordinario. Lo malo de este juego es que, como es imposible establecer un valor para lo no cuantificable, se mezclan en las pujas churras con merinas -o giacomettis con hirsts- y se acaba por pagar mucho por lo que, casi seguro, a menudo no lo vale.
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