Silencio sintom¨¢tico
El temor que existe dentro de las comunidades musulmanas a los grupos fundamentalistas que controlan y regulan la vida de sus miembros, es una preocupaci¨®n mayor dentro de los colectivos de inmigrantes que residen en Catalu?a. El caso de la marroqu¨ª Fatima Ghailan, en el municipio de Cunit, quien denunci¨® a un im¨¢n por acosarla por llevar un modo de vida occidental, es una excepci¨®n valiente. Dichas pr¨¢cticas -muchas veces perpetradas en nombre del islam, pero que, en realidad s¨®lo buscan afianzar el poder de ciertos grupos- son guardadas en total hermetismo. Denunciarlo traer¨ªa graves consecuencias para la persona y su familia, incluso la familia extensa que reside en sus pa¨ªses de origen, pues la transnacionalidad es un factor determinante en los dos colectivos musulmanes m¨¢s importantes en Catalu?a: marroqu¨ª y paquistan¨ª.
El silencio que hasta ahora han guardado las diversas asociaciones musulmanas y sus respectivos l¨ªderes no sorprende; en cambio, s¨ª el de gobernantes y funcionarios, que han evitado pronunciarse sobre la irresponsable actitud de la alcaldesa de Cunit por impedir la detenci¨®n del im¨¢n imputado. Lejos de evitar un conflicto social, como ella admiti¨®, sent¨® las bases que lo agrandan y ha abierto la puerta que legitima todo tipo de abusos que ponen en riesgo la integridad de muchas familias y de tantas Fatimas que confiaban en el sistema de derecho de un pa¨ªs democr¨¢tico.
Ese silencio es muy sintom¨¢tico, porque descubre las relaciones que han establecido los ayuntamientos con los grupos de poder de ciertas comunidades, cuya din¨¢mica ha provocado que, en situaciones como la de Cunit, una alcaldesa se subordine al imputado en lugar de proteger a la v¨ªctima. Ingenuo ser¨ªa pensar que obedece a una actitud ben¨¦vola con la inmigraci¨®n. Desde luego, resulta dif¨ªcil poner en su sitio, al menos p¨²blicamente, a esos interlocutores, algunos fundamentalistas, a quienes los pol¨ªticos han subvencionado, promovido y utilizado a conveniencia de sus proyectos pol¨ªticos, y que ahora no saben exigirles un comportamiento a la altura de una sociedad democr¨¢tica.
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