Adi¨®s a la Luna... hasta nueva orden
La NASA transfiere a las empresas privadas el desarrollo de futuras naves para sus astronautas
La crisis econ¨®mica ha dado un ba?o de realismo a la NASA de la mano del presidente Barack Obama. Tras evaluar la situaci¨®n de los programas espaciales estadounidenses y las posibilidades reales de cumplirlos, Obama ha aprovechado su proyecto presupuestario de 2011 para romper inercias y atajar contradicciones graves que estaba sufriendo el programa tripulado de la agencia espacial. Las conclusiones de un comit¨¦ de expertos, liderado por el veterano Norman Augustine, ha dado las pautas a Obama.
El director de la NASA, Charles Bolden, ha anunciado que el programa Constellation, en el que se han gastado ya 6.600 millones de euros y que deb¨ªa llevar de nuevo a los astronautas a la Luna, ha quedado cancelado. Pasa a manos privadas el desarrollo, construcci¨®n y explotaci¨®n de los nuevos veh¨ªculos espaciales para viajar a la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS), cuando se retiren este a?o los transbordadores de la NASA. La ISS se usar¨¢ hasta 2020, alargando cinco a?os el calendario actual. Mientras tanto, se ir¨¢n poniendo en marcha planes y tecnolog¨ªas de exploraci¨®n con robots que deben abrir camino en Marte, en la Luna e incluso en algunos asteroides para que, en alg¨²n momento, viajen los astronautas a esos destinos. Pero no se especifican plazos ni se detallan objetivos en el nuevo plan de la NASA, que "omite dos importantes detalles: ad¨®nde enviar¨¢ sus astronautas y un calendario para hacerlo", como ha se?alado The New York Times.
La crisis obliga a Obama a cancelar el viaje al sat¨¦lite planeado para 2020
Las empresas quieren fabricar naves donde prime la seguridad
El cambio de rumbo suena a revoluci¨®n en el sector espacial estadounidense, con las empresas dando la bienvenida a los nuevos contratos y a las responsabilidades que van a recibir. Y, como cab¨ªa esperar, han surgido las cr¨ªticas y los temores. Miles de empleados de la NASA ven peligrar sus puestos de trabajo, pese a que la industria privada afirma que crear¨¢ 5.000 nuevos empleos. Varios congresistas y senadores estadounidenses -especialmente los de los Estados que alojan instalaciones de la agencia espacial- se oponen a la reducci¨®n dr¨¢stica de sus actividades. La propuesta de Obama "es el inicio del fin de los futuros vuelos tripulados estadounidenses", ha dicho el senador Richard C. Shelby, de Alabama.
Adem¨¢s, la incertidumbre acerca de la seguridad de los astronautas embarcados en veh¨ªculos espaciales privados est¨¢ sobre la mesa. Las empresas afirman que har¨¢n cohetes y naves tan seguras como la que m¨¢s, a la vez que dejan caer alusiones sobre el alto peligro que encierran los complicad¨ªsimos transbordadores, en los que han muerto ya 14 astronautas. "Nadie se preocupa m¨¢s por la seguridad de los astronautas que yo mismo", ha declarado Bolden. "He volado en los transbordadores cuatro veces y he perdido amigos en las dos tragedias [del Challenger y del Columbia], as¨ª que les aseguro que estos nuevos veh¨ªculos ser¨¢n seguros".
De momento, la Casa Blanca ha presupuestado 14.000 millones de euros para la NASA en 2011 (frente a 13.400 millones este a?o) y una financiaci¨®n de 4.400 millones de euros m¨¢s en cinco a?os para pagar los contratos con las empresas que desarrollar¨¢n los nuevos veh¨ªculos.
Para ir a la Luna, y sobre todo para hacer una exploraci¨®n eficaz orientada a una futura explotaci¨®n y colonizaci¨®n, hace falta mucho desarrollo tecnol¨®gico, mucha planificaci¨®n y mucho dinero. Anunciar a bombo y platillo el objetivo de retomar el programa espacial en el punto donde se trunc¨® el Apolo en los a?os setenta y no garantizar los medios para lograrlo es un ejercicio confuso, poco realista, costoso e ineficaz, aunque resulte deslumbrante para la opini¨®n p¨²blica.
Esto es lo que hizo el anterior presidente, George W. Bush, al anunciar que los astronautas volver¨ªan a la Luna hacia 2020, e incluso ir¨ªan a Marte, sin a?adir financiaci¨®n m¨¢s all¨¢ de los presupuestos ordinarios de la NASA. Esto es lo que Obama corta ahora de ra¨ªz, en lugar de dejar que la inercia del programa le haga andar a trompicones.
Con el horizonte del regreso a la Luna fijado por Bush y cumpliendo a la vez el objetivo de jubilar en 2010 los tres transbordadores espaciales que le quedan, la NASA puso en marcha hace cinco a?os el programa Constellation para desarrollar dos nuevos cohetes Ares y un sistema de c¨¢psulas Orion para los astronautas. La idea era construir primero un cohete m¨¢s ligero, el Ares I, que lanzar¨ªa la c¨¢psula hacia la ISS. Despu¨¦s, un lanzador m¨¢s pesado, el Ares V, junto con todos los sistemas de viaje lunar, cumplir¨ªan el objetivo de la Casa Blanca.
Pero, el a?o pasado, casi a la vez que los expertos de la NASA hac¨ªan el primer ensayo de vuelo del Ares I, el informe Augustine destacaba varias contradicciones, incluida una de primer orden: el cohete Ares I no estar¨ªa listo hasta 2017, mientras la ISS se iba a abandonar en 2015.
El sector espacial privado, capitaneado por Boeing, asegura que puede tener listo el nuevo sistema de transporte de astronautas (basado en sus cohetes actuales) hacia 2014, con ahorro de tiempo y dinero respecto al cancelado Constellation. Y si el dinero es importante, no lo es menos el tiempo, porque a partir de 2011, al dejar de volar los transbordadores, y hasta que est¨¦n listos los nuevos veh¨ªculos, los astronautas de la NASA tendr¨¢n que viajar a la ISS en las naves rusas Soyuz y pagando 37 millones de euros por plaza. Es un mal trago para el orgullo espacial estadounidense, y cuanto m¨¢s breve, mejor.
Las empresas, en plena euforia esta semana, tambi¨¦n aseguran que podr¨¢n desarrollar el equivalente al Ares V, es decir, veh¨ªculos destinados a la Luna, pero la NASA a¨²n no ha dicho nada al respecto. El informe Augustine valora el giro hacia el uso de cohetes comerciales para misiones tripuladas. La verdad es que no ser¨¢n los astronautas de EE UU los primeros que carecen de nave propia. La Agencia Europea del Espacio (ESA) tiene astronautas pero no veh¨ªculos, as¨ª que ellos viajan a la ISS, a su m¨®dulo Columbus, en los transbordadores o en las Soyuz rusas.
En cuanto a la privatizaci¨®n, no supone tanta novedad en la NASA. Desde hace a?os recurre a contratos con las empresas para la construcci¨®n de equipos, incluidos la puesta al d¨ªa, los arreglos y la preparaci¨®n para vuelo de los transbordadores.
Esta semana, el representante de la Casa Blanca y Bolden han dejado muchas cuestiones en el aire, incluido el estatus de los astronautas que volar¨¢n en esos cohetes privados. Igualmente vagos han quedado los planes para m¨¢s all¨¢ de 2020, aunque Lori Garver, directora adjunta de la NASA ha asegurado: "Estamos convencidos de que la s¨¦ptima vez que pongamos el pie en la Luna ser¨¢ en colaboraci¨®n con nuestros socios internacionales", informa The New York Times. La agencia espacial rusa ya ha dicho que no tiene planes lunares para sus astronautas y que no va a modificar su idea por el cambio de rumbo de EE UU.
De momento, la NASA, siguiendo una vez m¨¢s las recomendaciones del informe Augustine, opta por dise?ar una intensa exploraci¨®n con robots de los futuros objetivos de los astronautas. Hay mucho que explorar y ensayar en la Luna, Marte o los asteroides antes de que merezca la pena correr los riesgos y asumir los inmensos costes de enviar personas a esos destinos. El programa actual de la NASA de exploraci¨®n de Marte, de bajo coste comparativamente, coordinado con el de la ESA y basado en el env¨ªo sistem¨¢tico de sondas y naves no tripuladas desde hace 13 a?os, est¨¢ demostrando la eficacia de esta estrategia.
Mientras los especialistas del programa tripulado de la NASA, que consume la gran mayor¨ªa de los recursos de la agencia, contienen el aliento estos d¨ªas, los de los programas cient¨ªficos (astronom¨ªa, observaci¨®n de la Tierra y exploraci¨®n planetaria) respiran aliviados. Cuentan con tener un mayor apoyo en los pr¨®ximos a?os o, al menos, no sufrir las estrecheces habituales.
Pero los que m¨¢s celebran el anuncio del cambio de rumbo emprendido por Obama son los directamente implicados en la estaci¨®n. "Es una semana emocionante para la ISS y para los cient¨ªficos que quieren utilizar sus laboratorios", ha dicho Julie Robinson, responsable del programa de la ISS en el Centro Espacial Johnson (Houston).
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