Valencia contra s¨ª misma
El plan para escindir el Cabanyal con un paseo que llegue al mar es muy costoso social y econ¨®micamente y afecta a un barrio hermoso y con solera. El empe?o de Rita Barber¨¢ es manifiestamente decimon¨®nico
Cualquiera que oiga la historia de un paseo que va a llegar al mar puede pensar que es una buena noticia: la ciudad que se reencuentra con el Mare Nostrum, el paseo soleado que permite acceder a la playa. Y puede incluso recordar la operaci¨®n urban¨ªstica de la Barcelona ol¨ªmpica, saneando tejidos obsoletos y generando espacios p¨²blicos, equipamientos y ¨¢reas residenciales. Un nuevo escenario para un tiempo nuevo. Tal vez.
Pero la experiencia urbana nos dice que una receta no sirve para todas las circunstancias. Que una ciudad no es igual a otra, ni debe serlo, y que el an¨¢lisis de todos los datos resulta imprescindible para acertar en una intervenci¨®n sobre la ciudad. Es el caso de Valencia.
Una pol¨ªtica municipal de abandono y demoliciones pretende rendir a los vecinos
Sin la ciudadan¨ªa rebelde, Valencia no tendr¨ªa los jardines del Turia ni el parque de la Albufera
Valencia naci¨® y creci¨® a orillas del Turia, no del Mediterr¨¢neo, aunque ahora lo reclame. Ya ven, el Turia, un r¨ªo al que traicion¨® y envi¨® a las afueras creyendo que as¨ª se salvaba de ¨¦l. Pocas ciudades con sentido han renunciado a su origen sin pesta?ear.
Mientras, junto al mar, hacia el a?o 1722, nac¨ªa un poblado marinero. Creci¨® as¨ª, con sus calles paralelas a la orilla generando un tejido singular y una construcci¨®n popular: primero de caba?as y luego de arquitecturas modernistas, ecl¨¦cticas, tambi¨¦n singulares. Las teor¨ªas provenientes de Bolonia nos ayudaron a valorarlo. No tienen inter¨¦s s¨®lo los monumentos, dec¨ªan los sabios, tambi¨¦n los conjuntos. Y eso es el Cabanyal, un poblado que compone un conjunto de inter¨¦s reconocido al que calificaron como Bien de Inter¨¦s Cultural. Hasta ah¨ª, no hay conflicto. Y hace poco m¨¢s de cien a?os aquel poblado pas¨® a ser un barrio de Valencia.
Pero la ciudad huele el negocio y, de pronto, sue?a con llegar al mar. No crean que para eso pide permiso, se informa, analiza su entorno. Nada de eso; desempolva un viejo proyecto de 1883 para prolongar un paseo, perpendicular al mar, que no toma en consideraci¨®n las preexistencias urbanas del Cabanyal, que tambi¨¦n son ciudad.
Ese paseo se ha ido construyendo y ahora, para llegar al mar, ha de atravesar el barrio marinero de inter¨¦s reconocido. Y aparecen dudas, debates, concursos. Hasta que un Ayuntamiento -elegido democr¨¢ticamente, lo s¨¦- decide prolongar el paseo de una manera lineal y brusca, afectando a 400 arquitecturas y m¨¢s de 1.600 viviendas. Los sue?os de una ciudad chocan con los sue?os de la ciudad.
Empiezan las batallas jur¨ªdicas, con un pen¨²ltimo episodio favorable al barrio. De un lado, el empe?o del Ayuntamiento; de otro, un grupo de vecinos agrupados alrededor de la plataforma Salvem el Cabanyal que agudiza la imaginaci¨®n y vincula el arte con la movilizaci¨®n ciudadana, la reivindicaci¨®n con los recursos legales. As¨ª hasta hoy, once a?os de conflicto y con un barrio degradado por el bloqueo al que est¨¢ sometido.
El Ayuntamiento mueve pieza y empieza una pol¨ªtica de demoliciones puntuales dividiendo la posici¨®n de los vecinos y da?ando a¨²n m¨¢s el medio, con la esperanza de asustar a los que se oponen; un deterioro inducido que no se puede despu¨¦s utilizar como justificaci¨®n de nada.
?sta es la historia resumida. No siempre querer llegar al mar es una buena noticia.
Dentro del conflicto hay varias cosas objetivas, que forman parte de la informaci¨®n.
Los valores del barrio nadie los discute. Es un barrio de inter¨¦s singular, deteriorado, que necesita ser rehabilitado como patrimonio de sus habitantes y de una ciudad que no se entiende si se destruye una parte de ella.
La oposici¨®n ciudadana tambi¨¦n es incuestionable. Todos estos a?os de reivindicaci¨®n lo demuestran y la manifestaci¨®n de hace unos d¨ªas explicit¨® con contundencia el apoyo ciudadano que tiene el barrio.
Hay un tercer dato: el alt¨ªsimo coste social del proyecto resulta obvio. Afectar a 1.600 familias, con todas las consecuencias que ello conlleva, puede ser motivo suficiente para replantear el proyecto. La ciudad siempre es gente y no se puede marginar a esa poblaci¨®n precisamente en nombre de la ciudad.
Y el ¨²ltimo punto objetivo es la dificultad que encierra una financiaci¨®n desproporcionada, lastrada por el peso de las expropiaciones, y que la hacienda p¨²blica municipal no puede abordar dada su poca solvencia, hipotecada por eventos repetidos.
Es decir, estamos ante un plan muy caro, que afecta a un barrio de inter¨¦s reconocido, con un coste social muy relevante y que cuenta con una oposici¨®n fuerte de afectados y de ciudadanos.
Pero hay otra versi¨®n, la del poder local, que se apoya en una teor¨ªa curiosa afirmando que la prolongaci¨®n del paseo atravesando el Cabanyal tiene poca afecci¨®n sobre el barrio y sin embargo garantiza su revitalizaci¨®n. La conexi¨®n, dicen, eliminar¨¢ su deterioro y le har¨¢ volver a vivir momentos de gloria y esplendor. Incluso llega a afirmar que esa avenida, perpendicular al mar y con una afecci¨®n de m¨¢s de 100 metros de ancho, ya forma parte del Cabanyal. Ins¨®lito.
Esta teor¨ªa se apoya en la bondad de la apertura de grandes v¨ªas higienistas, decimon¨®nicas, vinculadas a otra manera de concebir la ciudad, y nos recuerda a Haussman, personaje que reivindica estos d¨ªas la alcaldesa de Valencia, sin darse cuenta de que pertenece al XIX y que hoy en d¨ªa, en la manera de planificar, pesa m¨¢s el respeto y la conversaci¨®n que la imposici¨®n. Por otro lado, esta teor¨ªa el urbanismo moderno ya la desahuci¨® hace a?os por ineficaz, dado que destruye pero no revitaliza m¨¢s que un entorno muy inmediato y abandona el resto del barrio fragment¨¢ndolo y dejando su inter¨¦s por los suelos. Los paseos as¨ª son todos parecidos, aqu¨ª o all¨ª; sin embargo, el barrio afectado es ¨²nico y forma parte de la identidad urbana de Valencia.
Cuando hay razones objetivas en contra, y s¨®lo una teor¨ªa hilvanada y decimon¨®nica a favor, parece que deber¨ªa primar la cautela, la prevenci¨®n y el consenso; evitar el riesgo de destruir lo irrecuperable y buscar nuevas f¨®rmulas que permitan resolver el conflicto.
Porque hay otras alternativas para llegar al mar sin criterios esquem¨¢ticos y obsoletos. Se trata de primar la escala humana, social, proporcionar los espacios, aprovechar lo existente, tratar al barrio con dulzura, preguntarle. Y darle al paseo lo que es del paseo, un trazado acabado que empieza en los Jardines del Real, un pulm¨®n hist¨®rico relevante para la ciudad, y acaba en el Cabanyal, un barrio singular. No s¨¦ qu¨¦ m¨¢s se le puede pedir a un paseo que unir dos hitos urbanos de m¨¢ximo nivel.
Y, sobre todo, rehabilitar el barrio, recuperar su esplendor sin avenidas impuestas; ¨¦sa ya es una manera de llegar al mar, de disfrutar de ¨¦l. Una manera m¨¢s barata, sin coste social y que aplaudir¨ªa la mayor¨ªa, incluso los vecinos que hoy defienden el paseo, que los hay, m¨¢s por resignaci¨®n que por convicci¨®n. La ciudad ya llega al Cabanyal ahora, y el Cabanyal ya llega al mar. No hace falta atravesarlo. Valencia no puede luchar contra ella misma.
?sta es una ciudad de dilemas, y, ante ellos, han sido sus hombres y mujeres los que han puesto cordura y sentido com¨²n salv¨¢ndola. Una ciudad que hoy, de no ser por esa ciudadan¨ªa rebelde, tendr¨ªa una autopista en lugar de los Jardines del Turia y una urbanizaci¨®n mediocre en lugar del Parc Natural de L'Albufera; ser¨ªa una ciudad mucho peor. Los ciudadanos y ciudadanas de esta ciudad dan lecciones de urbanismo mientras el poder hace otros planes. Ahora se repite la historia.
Tal vez todo esto suene extra?o y queden lectores incr¨¦dulos imaginando que son exageraciones. Basta con acercarse al Cabanyal para entender la urgencia de la rehabilitaci¨®n y el desprop¨®sito que supone partir el barrio en dos.
No crean, no es sentimentalismo ni pensamientos rom¨¢nticos, no es pensar en el ayer con nostalgia. En realidad, es defender el futuro de verdad basado en la ciudadan¨ªa, la sostenibilidad y la cultura colectiva.
Rafael Rivera es arquitecto.
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