Detenido el jefe militar de los talibanes
Baradar fue capturado en una operaci¨®n de la CIA y el espionaje de Pakist¨¢n - EE UU conf¨ªa en que el golpe a la insurgencia altere el curso de la guerra afgana
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La detenci¨®n del m¨¢ximo responsable militar talib¨¢n, confirmada ayer por fuentes oficiales estadounidenses, es recibida por la Administraci¨®n de Barack Obama como el mayor ¨¦xito desde el comienzo de la guerra de Afganist¨¢n en 2001 y como un paso que, por sus repercusiones y su significado, puede modificar decisivamente el curso de los acontecimientos en la regi¨®n.
Con la captura del mul¨¢ Abdul Ghani Baradar, conseguida hace unos 10 d¨ªas en la ciudad de Karachi (Pakist¨¢n) en una operaci¨®n conjunta de la CIA y la seguridad paquistan¨ª, no s¨®lo se priva a los talibanes de su principal estratega, sino que se prueba la vulnerabilidad en la que se halla la direcci¨®n de los rebeldes afganos, sometida por primera vez de forma visible al hostigamiento simult¨¢neo de Estados Unidos y de sus antiguos protectores, el Inter-Services Intelligence (el famoso y temido ISI, el servicio secreto paquistan¨ª).
Est¨¢ considerado el planificador de los combates contra la OTAN
Abdul Ghani Baradar, que ¨²nicamente ten¨ªa por encima en la jerarqu¨ªa de su grupo al mul¨¢ Omar, el cl¨¦rigo tuerto que escap¨® tras la invasi¨®n norteamericana de Afganist¨¢n, est¨¢ siendo interrogado actualmente en Pakist¨¢n, donde un portavoz oficial ha revelado que el detenido ha facilitado ya informaci¨®n ¨²til para la captura de otros dirigentes talibanes.
El diario The New York Times, que fue el primero en dar la noticia, aseguraba en su edici¨®n de ayer que conoc¨ªa la captura de Baradar desde el jueves pasado, pero que hab¨ªa decidido ocultarla, a requerimiento de la Casa Blanca, para no obstaculizar la investigaci¨®n que se puso en marcha a ra¨ªz de ese suceso.
Baradar est¨¢ considerado el planificador de la guerra contra EE UU y la OTAN. Forzosamente, su detenci¨®n interrumpe una cadena de mando que hab¨ªa conseguido en los ¨²ltimos meses tomar la iniciativa en el conflicto y, aunque los expertos advierten que los jefes talibanes sobre el terreno gozan de bastante autonom¨ªa para tomar decisiones sobre la marcha, es previsible que la p¨¦rdida de una figura tan relevante afectar¨¢ a la moral y a la organizaci¨®n de los insurgentes. Unido a la ofensiva militar que la OTAN conduce en estos momentos en el sur de Afganist¨¢n, ¨¦sta parece una oportunidad ¨²nica para revertir el rumbo de la guerra.
Otros elementos significativos de la detenci¨®n de Baradar se ir¨¢n manifestando m¨¢s claramente en los pr¨®ximos d¨ªas. El m¨¢s importante es el del papel de Pakist¨¢n. Siempre se ha dicho que no podr¨ªa haber una soluci¨®n en Afganist¨¢n sin el apoyo de Pakist¨¢n y que los talibanes dejar¨ªan de ser una fuerza apreciable si Pakist¨¢n se lo propusiese. Baradar es, en realidad, una prueba de todo eso. Seg¨²n han contado en algunas ocasiones sus rivales pol¨ªticos, Baradar fue protegido por los paquistan¨ªes despu¨¦s de la invasi¨®n de 2001, trasladado a Karachi y autorizado all¨ª a reorganizar sus fuerzas mientras el ISI miraba para otro lado. Algunos expertos en la materia sospechan que el ISI nunca perdi¨® la pista de Baradar y que ha decidido actuar ahora contra ¨¦l por una serie de razones que, por el momento, no resulta f¨¢cil descifrar.
Baradar est¨¢ considerado por los servicios secretos estadounidenses como un pragm¨¢tico, es decir como uno de los miembros de la direcci¨®n talib¨¢n dispuestos a negociar un reparto del poder con el presidente afgano, Hamid Karzai, sobre todo si el ISI lo respalda. En una entrevista, el verano pasado, con el semanario Newsweek, Baradar suger¨ªa que ¨¦l era el aut¨¦ntico dirigente talib¨¢n y que el liderazgo del mul¨¢ Omar era m¨¢s espiritual que pol¨ªtico, pero no mostraba ninguna voluntad negociadora.
Desde el verano, sin embargo, algunas cosas han cambiado. La persistencia y eficacia de los ataques de los drones (aviones sin tripulaci¨®n) estadounidenses han obligado a huir a numerosos dirigentes talibanes en Pakist¨¢n y han matado a algunos de ellos. Adem¨¢s, la presi¨®n norteamericana y el recrudecimiento del terrorismo en Pakist¨¢n han forzado al Gobierno de Islamabad a romper lazos con sus antiguos protegidos y a emprender una fuerte campa?a militar contra ellos. A esto se ha sumado este fin de semana la ofensiva de Marjah, que aunque a¨²n encuentra resistencia, probablemente le quitar¨¢ a los talibanes el control sobre la ciudad m¨¢s grande que pose¨ªan y facilitar¨¢ la extensi¨®n de la autoridad del Gobierno de Kabul a una regi¨®n donde nunca la ha tenido.
Al tiempo, Karzai prosigue sus gestiones, dentro y fuera de Afganist¨¢n, para hacer cre¨ªble un proceso de reconciliaci¨®n al que puedan incorporarse muchos de los actuales combatientes talibanes.
Son, en fin, multitud de factores que en estos momentos se est¨¢n moviendo intensamente y que, seguramente, van a conducir la guerra de Afganist¨¢n en una direcci¨®n u otra. No queda mucho tiempo. Obama quiere empezar a retirar las tropas a mediados de 2011 y, para hacerlo de forma ordenada, es necesario un arreglo entre Karzai y los talibanes. Pakist¨¢n, por su propia estabilidad y seguridad, necesita lo mismo. Pero es m¨¢s dudosa la verdadera voluntad de los dos bandos afganos que tienen que ponerse de acuerdo.

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