La agon¨ªa del juez Garz¨®n
Nunca un ciudadano todav¨ªa no procesado o imputado formalmente por delito alguno estuvo m¨¢s condenado que el juez Garz¨®n.
Lo primero que salta a la vista es la coincidencia en poco tiempo de varios ataques contra este magistrado, en forma de querella admitida a tr¨¢mite, querella a punto de ser admitida a tr¨¢mite o querella preparada para ser interpuesta; como si cada una de ellas estuviese esperando al fracaso o al ¨¦xito de la anterior para activarse o no.
Segundo dato llamativo: son muchos los que, desde distintas instituciones, desde determinada profesi¨®n o desde ciertos colectivos, han respondido a lo que parece una convocatoria general para iniciar la batida del molesto sujeto. Y en esa concentraci¨®n convergen personas que nada tienen en com¨²n, que son oponentes naturales y que, cuando esto termine -con gran probabilidad, porque finalmente se consiga perpetrar el plan-, actuar¨¢n contra sus antiguos compa?eros de viaje. Aunque debe decirse tambi¨¦n que algunos son entre ellos "m¨¢s que un amigo". Salvados estos ¨ªntimos, aqu¨ª hay mucha alianza contra natura: activistas de la ultraderecha, abogados que nadan y guardan la ropa, pol¨ªticos -y no pol¨ªticos- desenmascarados por la Operaci¨®n G¨¹rtel, magistrados "progresistas" a los que ya no amparan ni los suyos, informadores muy bien informados, etc¨¦tera.
Una alianza que va de la ultraderecha a supuestos progresistas ha desencadenado toda una cacer¨ªa
Para rapidez, la del Consejo del Poder Judicial, que ya anticipa la condena
S¨®lo hay una explicaci¨®n a tan extra?as cohabitaciones y no es que para todos ellos Garz¨®n sea un indeseable juez estrella; no, no es eso, porque ese sentir ya anidaba en cada uno de ellos desde antiguo. La cacer¨ªa ha sido posible porque se han unido todos y han actuado a la vez, encubri¨¦ndose y envalenton¨¢ndose los unos a los otros.
Hay protagonistas de esta persecuci¨®n que nunca se habr¨ªan movido en solitario; huele a locura, soberbia y venganza. Tambi¨¦n est¨¢n los que consienten y no dan un pu?etazo en la mesa para abortar este acoso, pudiendo hacerlo desde sus elevadas posiciones, a pesar de que les repugna. Y tambi¨¦n est¨¢n los que empezaron a empujar hacia el precipicio, "para darle un toque de atenci¨®n", y ahora se dan cuenta de que se ha llegado muy lejos y de que hay que recular y dirigir la cr¨ªtica contra otros, acaso a los que orquestan el linchamiento, pero ya es tarde.
Todos o algunos de estos protagonistas deber¨ªan verle las orejas al lobo. Se acaba de inaugurar un ejercicio de aniquilaci¨®n sin precedentes, que lanza todo tipo de ataques de forma estudiadamente sincronizada, que prescinde de las reglas m¨¢s b¨¢sicas, que busca un objetivo predeterminado que puede alcanzarse por cualquiera de las v¨ªas, lo mismo da la Guerra Civil, que los coloquios patrocinados por el BSCH en Nueva York, que cual-
quier otra cosa que pueda llegar.
En resumen, tal como se escucha en comidas y reuniones: est¨¢ muerto y si no es por una cosa ser¨¢ por otra, eso da igual, pero est¨¢ muerto. Esta nueva forma de hacer que han parido tan extra?os compa?eros de viaje no morir¨¢ necesariamente con su v¨ªctima. Puede que una vez ensayado con ¨¦xito este proceder del todo vale / se ha abierto la veda, el mismo vuelva a activarse contra otro sujeto molesto, no descart¨¢ndose que pueda alcanzar a alguno de sus primigenios urdidores y ejecutores.
El acoso y derribo a Garz¨®n est¨¢ consiguiendo que nuestra Administraci¨®n de justicia, habitualmente lenta, nos est¨¦ ofreciendo un ritmo distinto: a veces lento, como a la espera de mejor motivo para acusar y prolongando la agon¨ªa, pero, a la vez, con una capacidad sorprendente de ir anunciando lo que est¨¢ por caer; la justicia se est¨¢ anticipando a s¨ª misma, se est¨¢ adivinando.
Esto es lo que se deriva del Auto de 3 de febrero de 2010 del magistrado Varela, que, debiendo s¨®lo responder a la petici¨®n de sobreseimiento, va m¨¢s all¨¢, presentando un anticipo de sentencia condenatoria que, se anuncia, se activar¨¢ en el mismo momento en el que la Sala ratifique la resoluci¨®n. No es ¨¦ste el proceder habitual de un instructor, o sea, decir tengo la munici¨®n cargada pero no disparo hasta que la Sala bendiga mi actitud y venga con ello a legitimarme y protegerme en los siguientes pasos. Hay que ser muy poco prudente para envidar de esta manera, salvo que se tenga la total seguridad de que tal bendici¨®n se va a producir.
Y todo esto ocurre sin existir una imputaci¨®n formal y desoyendo al Ministerio Fiscal, al que le debe de doler la boca de pedir in¨²tilmente que se acabe esta locura. Y no menos desesperante debe de ser el papel de otro fiscal, el que act¨²a en la causa abierta por el patrocinio del Banco Santander para unos cursos organizados por Garz¨®n, en su calidad de docente, en Nueva York: sus escritos supuran desesperaci¨®n por tener que repetir una y otra vez que esa causa ya ha sido archivada por el Tribunal Supremo y que nada hay de delictivo.
Para rapidez, la del Consejo General del Poder Judicial que, en contra del marco legal y de su propia pr¨¢ctica, ha decidido, en el seno de su Comisi¨®n Permanente, ir adelantando el trabajo y empezar a plantearse la suspensi¨®n del juez "para ganar tiempo".
La raz¨®n es clara. El Consejo no se arriesgar¨ªa a ir teni¨¦ndolo todo preparadito "para ganar tiempo" si pensase que cab¨ªa la posibilidad de sobreseimiento. Tanta anticipaci¨®n s¨®lo puede obedecer a que la suerte est¨¢ echada. Y sorprende la "especial beligerancia" demostrada por una vocal "progresista" en ir adelantando la tarea, cuando lo correcto por su parte hubiese sido abstenerse de inducir tal decisi¨®n y de participar en asunto alguno que afecte a Garz¨®n, dada la enemistad manifiesta que, se dice, le profesa.
No dedico ni el m¨¢s m¨ªnimo esfuerzo a explicar que sostener una interpretaci¨®n, a¨²n minoritaria, opuesta a otra que pueda ser m¨¢s fundada, no es prevaricaci¨®n. No, no lo es. Prevaricar es tomar decisiones que chocan frontalmente contra la Ley y que son insostenibles. Las opiniones de juristas de prestigio nacional e internacional acordes con las resoluciones de Garz¨®n impiden calificarlas de insostenibles y prevaricadoras. Y no entro, a pesar de mi oficio, en la perspectiva jur¨ªdica porque ha quedado en otra galaxia; si a los fiscales del Tribunal Supremo se los est¨¢ desoyendo en sus razonad¨ªsimos y muy reiterados argumentos, nada puedo yo aportar.
Ejemplos de prevaricaci¨®n hay, pero no est¨¢n en los autos del juez Garz¨®n. Esta cruzada es un error monumental y alguien debe tener la suficiente cordura para detenerla. Con toda seguridad, si no se hace, el precedente se estudiar¨¢ entre los disparates judiciales, y, adem¨¢s se habr¨¢ llevado por delante a un buen juez.
Araceli Manj¨®n-Cabeza Olmeda es profesora titular de Derecho Penal de la Universidad Complutense de Madrid, ex magistrada suplente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y ex directora general del Plan Nacional sobre Drogas.
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