La situaci¨®n del parque es peligrosa
El agua es fundamental para la vida. Por eso, cuando la buscamos en planetas lejanos nuestra primera meta es encontrar agua. Sabemos que, sin ella, lo que llamamos vida no es posible en ninguna de sus formas conocidas o imaginables. Sin embargo, los seres vivos y los ecosistemas la necesitan en cantidades muy diferentes. As¨ª, la vida fluye con fuerza tanto en los secos desiertos como en las h¨²medas selvas. Quiz¨¢s los ecosistemas y los seres vivos m¨¢s dependientes y exigentes respecto al agua sean las zonas h¨²medas, su flora y su fauna.
Las marismas de aguas dulces como Do?ana muestran una dependencia extrema del ciclo natural del agua. Su estrecha y peculiar relaci¨®n con el l¨ªquido elemento les hace necesitar tanto el agua que la inunda en invierno y primavera, como la sequ¨ªa extrema del verano mediterr¨¢neo que acaba resquebrajando los suelos arcillosos de las marismas y transformando en ardientes planchas las arenas de sus cotos. Sin este ciclo de inundaci¨®n y sequ¨ªa no existir¨ªa Do?ana ni la biodiversidad que alberga; y tampoco ser¨ªa lo que es sin este tiempo loco que unos a?os nos hace padecer con sequ¨ªas extremas y otros, como este, nos hace creer que estemos a las puertas del diluvio.
La cantidad, no basta. Do?ana necesita aguas diversas para vivir. Necesita el agua de lluvia y la que recogen sus arroyos y r¨ªos y le aportan los nutrientes necesarios para muchos de sus seres vivos; necesita tambi¨¦n del acu¨ªfero subterr¨¢neo que con sus aportes de agua, variables seg¨²n la orograf¨ªa, determina que la vegetaci¨®n sea una u otra y, cuando la sequ¨ªa aprieta, repleto de agua descarga en retuertas y arroyos donde se mantienen peque?os pero imprescindibles puntos de agua permanente a¨²n en momentos de sequ¨ªa extrema; y, tambi¨¦n, necesita a su mar, sus aguas salinas mezcladas con las del Guadalquivir llegan a las marismas creando un peculiar medio salino que enriquece su biodiversidad. Pero adem¨¢s, Do?ana necesita que unas y otras aguas vengan limpias y sin contaminantes ni excesos de nutrientes. Cuando no es as¨ª, el agua empieza a transformarse en una trampa mortal que va deteriorando la vida y los procesos ecol¨®gicos que la mantienen.
En estos ¨²ltimos a?os hemos alterado el ciclo del agua. Los bombeos excesivos para extraer agua para riego, los abonos y pesticidas usados en los cultivos y las aguas mal depuradas de poblaciones vecinas han hecho que a Do?ana llegue menos agua y de peor calidad. La situaci¨®n no es l¨ªmite, pero si peligrosa. Afortunadamente, tenemos los suficientes conocimientos cient¨ªficos para saber c¨®mo corregir la situaci¨®n y la disposici¨®n en las poblaciones del entorno es inmejorable para abordar el problema. Uno de los pasos m¨¢s significativos dados en el buen camino es el desarrollo de una agricultura ecol¨®gica econ¨®micamente rentable y competitiva. Por otra parte, la Junta de Andaluc¨ªa ha planteado un plan que puede corregir la situaci¨®n. Sin embargo, su aplicaci¨®n se est¨¢ demorando en exceso. Una de las acciones m¨¢s necesarias es acabar con las extracciones ilegales de agua del acu¨ªfero. Sin embargo, esto no se debe de hacer, aunque est¨¦ envuelta en esta problem¨¢tica, poniendo en peligro la incipiente agricultura ecol¨®gica. Debemos favorecerla y potenciarla, en gran medida, en ella est¨¢ el futuro de Do?ana. De nada nos servir¨¢ disminuir las extracciones de agua si no corregimos al tiempo su problema de calidad.
Fernando Hiraldo es director de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana (CSIC).
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