Cristiano entra en combusti¨®n
El portugu¨¦s, con un soberbio despliegue f¨ªsico y futbol¨ªstico, lidera la goleada del Madrid a un tierno Villarreal
Fue una exhibici¨®n. Ya fuera por ese gen competitivo que le arde desde la infancia, por las tr¨¢gicas lluvias sobre su Madeira natal o por descontar cuanto antes el varapalo de Lyon. El Villarreal se top¨® con una marabunta: Cristiano Ronaldo. Un tormento al inicio y un abuso en el tramo final. De Cristiano a Cristiano, el Madrid se apunt¨® una goleada bals¨¢mica, la mejor respuesta posible tras el patinazo en la Liga de Campeones. Cristiano hizo de redentor, un masajista para ese entorno tan crispado que subyace en Chamart¨ªn. El portugu¨¦s se fabric¨® faltas, penaltis, fue ejecutor y asistente. Cuando saca el mazo, es imparable. A su alrededor, el Madrid, poco a poco, se creci¨® en un partido en el que s¨®lo perdi¨® un poco el hilo tras el 2-0.
REAL MADRID 6 - VILLARREAL 2
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Albiol, Ramos, Marcelo; Lass (Diarra, m. 85), Xabi Alonso, Granero (Van der Vaart, m. 75), Kak¨¢ (Ra¨²l, m. 81); Higua¨ªn y Cristiano. No utilizados: Dudek; Metzelder, Garay y Gago.
Villarreal: Diego L¨®pez; Javi Venta, Musacchio, Marcano (Pir¨¨s, m. 56), Capdevila; Matilla, Senna, Bruno, Fuster (?ngel, m. 82); Marco Ruben y Nilmar (Llorente, m. 82). No utilizados: Oliva; Kiko, Ibagaza y Cani.
Goles: 1-0. M. 17. Cristiano, de falta. 2-0. M. 20. Kak¨¢, de penalti. 2-1. M. 30. Senna, de falta. 3-1. M. 54. Higua¨ªn. 3-2. M. 67. Nilmar. 4-2. M. 71. Higua¨ªn. 5-2. M. 79. Kak¨¢. 6-2. M. 88. Xabi Alonso, de penalti.
?rbitro: M. Fern¨¢ndez. Amonest¨® a Marcano, Lass, Higua¨ªn, Javi Venta y Arbeloa.
Bernab¨¦u: 72.300 espectadores.
El Madrid atac¨® el partido con el Lyon en la retina. Fue una goleada bals¨¢mica
El Madrid tiene algunas polifon¨ªas que armonizar. Donde Xabi Alonso intenta imponer su f¨²tbol cartesiano, el que mezcla el juego corto y el largo, Cristiano exprime su exuberancia. Ellos, tanto el donostiarra como el portugu¨¦s, marcan las v¨ªas, dos sendas compatibles y extraordinarias para cualquier equipo. Pero el resto del grupo no siempre tiene la capacidad camale¨®nica que demandan ambos estilos, dos tr¨¢ficos opuestos. Alonso y Cristiano acudieron al rescate en los escasos momentos de apuro. El resultado fue elocuente y el Villarreal acab¨® aplastado. Con Cristiano en combusti¨®n, no hay remedio.
El Madrid atac¨® el partido con el Lyon en la retina. En un club tan convulso no conviene prolongar las tormentas. Bien lo saben los entrenadores, diana habitual. Y ya debe de saberlo Pellegrini, al que por un retoque de diarras ya hab¨ªa sectores que le ten¨ªan preparada la mortaja deportiva. En la Liga fue el turno de Lass, tan irrelevante como Mahmadou en Francia. Los problemas del equipo son m¨¢s profundos. En la Champions, en la que se espera a las grandes estrellas, las del Madrid tuvieron bula. Anoche, ante la parroquia, fue otra cosa. Al menos, en el caso de Cristiano. Kak¨¢, que sale muy mal en las comparaciones con el luso, a¨²n sigue en la sala de espera, por mucho que Pellegrini le concediera el abanico popular al cambiarle justo tras su tanto, el quinto del Madrid.
La arquitectura de Xabi Alonso y la firmeza de los centrales bastaron para contener a un adversario despersonalizado en plena transici¨®n. Cuando el Villarreal quiso poner el despertador, ya perd¨ªa por 2-0. Fernando Roig, su mecenas, ha confiado al joven Juan Carlos Garrido el regreso al pellegrinato. Cuenta con algunos de la gran resistencia (Senna, Capdevila) y alumbra a parvularios como Matilla, Marco Ruben y Musacchio. El proyecto est¨¢ tierno. No es que el Madrid, tan irregular en una misma semana, est¨¦ para el olimpo, pero recursos no le faltan. Uno es Cristiano, agitador impresionante toda la jornada. Un torbellino. El buen trance inicial de Xabi Alonso encontr¨® una continuidad soberbia en el portugu¨¦s. ?l se gest¨® la falta de Musacchio que deriv¨® en su primera genialidad del d¨ªa. Un golpeo directo para el que definitivamente debe reclamar derechos de autor, como en su d¨ªa lo hizo Did¨ª con la folha seca. Al golpe de su pie derecho, la pelota coge un vuelo infernal con una particularidad: el bal¨®n no gira, aterriza sin pesta?eos en la red. Pura magia. Su obra tuvo continuidad en un patoso penalti de Marcano a Higua¨ªn, con el que tropez¨® en carrera. Fue el turno de Kak¨¢, que hasta necesita penaltis para reivindicarse.
El segundo tanto tuvo un efecto pernicioso para el Madrid, que perdi¨® de vista a Xabi Alonso y se hizo muy largo. La tentaci¨®n es inevitable para este equipo. En ventaja, el gui¨®n, preconcebido o no, es el refugio a la espera de los innumerables chispazos de Cristiano. Por un momento, en el tramo final del primer acto, Senna advirti¨® la quiebra madridista y tom¨® el mando. La chiquiller¨ªa que le acompa?aba se lo agradeci¨®. El Madrid cerr¨® el tiempo un tanto asfixiado junto a Casillas, al que el hispano-brasile?o super¨® en otra ejecuci¨®n de tiro libre, ¨¦ste m¨¢s cl¨¢sico, pero igual de efectivo. Fue un espejismo para el cuadro castellonense. Cristiano se desat¨®. A su rueda, Higua¨ªn, puntual otra vez con el gol. Imposible para cualquiera evitar el escarnio. Al margen del cartel del contrario, ¨¦se fue el gran antagonismo con el fiasco de Lyon. En un deporte colectivo en el que un club, el Madrid, prima a los solistas, son ¨¦stos quienes supeditan al conjunto. Hay dos diarras y un solo CR.
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