Crisis: competitividad y exportaci¨®n
Tal vez soy optimista, pero dir¨ªa que estamos un paso m¨¢s cerca de alcanzar algunos pactos que nos ayuden a hacer frente a la crisis. Cuando se entre a discutirlos, ser¨¢ muy importante establecer algunas distinciones para que la opini¨®n p¨²blica no siga pensando, con bastante raz¨®n, que seguimos en un di¨¢logo de sordos. Una de ellas, y muy importante es la separaci¨®n entre objetivos y herramientas.
Acepto que puede haber grandes discrepancias en cu¨¢les son las mejores herramientas, ya que esto obedece, a veces, a criterios t¨¦cnicos, pero no puede haber pacto si no se consigue un consenso alrededor de un grupo de objetivos, que se deben hacer expl¨ªcitos, ya que, a menudo, la discusi¨®n sobre las medidas sirve para esconder una discrepancia en los objetivos.
Las econom¨ªas catalana y espa?ola necesitan aumentar su productividad y su competitividad para disminuir su deuda
Un caso en el que las confusiones son peligrosas es cuando se habla de productividad, de competitividad y de deuda. Las econom¨ªas catalana y espa?ola necesitan aumentar su productividad y su competitividad para disminuir su deuda. Los desequilibrios que est¨¢n dificultando nuestra recuperaci¨®n vienen, en gran medida, de una progresiva p¨¦rdida de competitividad en el mercado exterior, ya que el extraordinario y desordenado crecimiento de los ¨²ltimos 10 a?os ha aumentado mucho el consumo y, aunque ha empujado las exportaciones, ha originado un incremento mucho mayor de las importaciones y un gran d¨¦ficit comercial que, junto con el progresivo endeudamiento exterior, sobre todo privado, complican nuestra situaci¨®n financiera internacional.
Se puede establecer una clara cadena de causalidad. La mejora de la productividad es una herramienta imprescindible para aumentar la competitividad, y la competitividad es la ¨²nica manera de pensar en reducir la deuda, y de aminorar la presi¨®n actual para esta reducci¨®n. La competitividad es, por tanto, nuestro gran objetivo, y la productividad una de las herramientas para conseguirla.
Pero si la competitividad es un objetivo de los pactos, no podemos limitar los esfuerzos a un aumento de la productividad, sino que debemos producir eficientemente bienes y servicios que, adem¨¢s, resulten exportables porque compitan adecuadamente en el mercado internacional. Es interesante pensar hasta qu¨¦ punto esto contradice radicalmente con los pasados incrementos de actividad en el sector de la construcci¨®n inmobiliaria, un sector de baja productividad y de escasa, aunque no nula, posibilidad de exportaci¨®n. En este hecho est¨¢n parte de nuestros recientes errores colectivos.
Este objetivo de la competitividad exterior es especialmente importante en un momento en el que, con toda seguridad, la recuperaci¨®n de otras econom¨ªas europeas ser¨¢ m¨¢s r¨¢pida y m¨¢s vigorosa que la nuestra, y que, por tanto, deber¨ªamos aprovechar el tir¨®n del mercado ¨²nico para compensar el inconveniente de no poder devaluar nuestra moneda para ser m¨¢s competitivos, como tantas veces hab¨ªamos hecho con la peseta.
Este tipo de estrategias obliga a unas actuaciones de pol¨ªtica industrial mucho m¨¢s contundentes. Adem¨¢s de medidas de tipo transversal (incremento de la investigaci¨®n y la transferencia de tecnolog¨ªa, mejoras de las infraestructuras) y de reformas a fondo (mercado laboral, mejor gesti¨®n universitaria) son necesarios enfoques espor¨¢dicos que prioricen la aplicaci¨®n de las mismas a aquellos sectores o empresas en los que m¨¢s eficaces puedan resultar. Los retos son importantes y los recursos, limitados. Por ello, es imprescindible no utilizarlos de forma indiscriminada, sino dirigirlos y concentrarlos en algunas ¨¢reas.
Yo estoy convencido de que el sector industrial, por sus caracter¨ªsticas de mayor productividad y por la naturaleza de sus productos, concentra una parte importante de la capacidad competitiva internacional de la econom¨ªa espa?ola y que, por ello, ha de tener un papel clave en el proceso de recuperaci¨®n. Pero no s¨®lo hay que aumentar la productividad, sino que, adem¨¢s, hay que mejorar la eficiencia exportadora, algo que no es autom¨¢tico y que no he visto suficientemente explicitado en las propuestas.
Creo que, en buena parte, las empresas y las regiones industriales, entre ellas Catalu?a, deben ser motores de la recuperaci¨®n. El acuerdo estrat¨¦gico catal¨¢n de hace cinco a?os ha preparado en parte nuestro tejido para ello. Ahora toca continuarlo, potenciarlo mucho m¨¢s y, sin petulancia, exportarlo al resto de Espa?a.
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