Tribunal Russell, Palestina
Del 1 al 3 de marzo -ahoritica mismo-, el Tribunal Russell sobre Palestina se re¨²ne en el Paraninfo de la Universitat de Barcelona, "con el mandato de examinar en qu¨¦ medida la Uni¨®n Europea y sus Estados miembros son c¨®mplices de la prolongaci¨®n de la ocupaci¨®n de los territorios palestinos y de las violaciones por parte de Israel de los derechos del pueblo palestino". Esta actuaci¨®n forma parte de un m¨¢s amplio programa del Tribunal, constituido para "juzgar las violaciones del derecho internacional de las que es v¨ªctima la poblaci¨®n palestina, y que la privan de un Estado soberano". Se trata de un juicio simb¨®lico, que no tiene validez jur¨ªdica, pero s¨ª un enorme peso moral.
"Me siento feliz en esta reedici¨®n de un monumento a la dignidad humana"
De su importancia habla el hecho de que, al simple anuncio de esta convocatoria, algunos periodistas adictos a los halagos de Israel y deseosos de sus favores, o bien tan tontos que le hacen gratis de palanganeros, o bien siempre obsecuentes con los poderosos, han empezado a menear la cola y a soltar sus babas. Pese a ellos, la reuni¨®n se celebrar¨¢, durante tres jornadas que prometen ser apasionantes, ante la presencia de un jurado compuesto por el juez retirado chileno Juan Guzm¨¢n Tapia -que fue un h¨¦roe contra Pinochet-, la premio Nobel de la Paz irlandesa Mairead Corrigan-Maguire, la escritora maliense Aminata Traor¨¦, el magistrado del Tribunal Supremo espa?ol Juan Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn, el l¨ªder anti-apartheid, colaborador de Mandela y ex ministro surafricano Ronald Kasrils, la abogada y pol¨ªtica francesa Gis¨¨le Halimi, y la ex congresista de Estados Unidos Cynthia McKinney. Cabe destacar que, durante esos tres d¨ªas, intervendr¨¢n expertos de diferentes pa¨ªses, lo que incluye Palestina y tambi¨¦n, s¨ª, hijos m¨ªos, tambi¨¦n Israel. Que all¨ª hay buena gente, aunque muchos figuren en las listas de antisemitas internos que ese Estado maneja para su deleite paranoico.
Dec¨ªa que las conclusiones tienen s¨®lo validez moral. He subrayado el adverbio para acentuar lo parad¨®jico que resulta que, precisamente aquello que en nuestros tiempos puede erigirse y lo hace en modelo moral, tenga que carecer de fuerza jur¨ªdica para poder salir adelante. Pero es precisamente esa denuncia moral lo que debemos esgrimir para gritar la verdad sobre la ocupaci¨®n israel¨ª y la tibieza -o peor- de sus c¨®mplices.
Hace m¨¢s de 40 a?os, en 1967, se celebr¨® el primer Tribunal Russell para investigar los cr¨ªmenes de guerra cometidos en Vietnam y juzgarlos seg¨²n el derecho internacional. Yo ten¨ªa entonces 24 a?os, y puedo asegurarles que la iniciativa ilumin¨® mi juventud y la de gente como yo que, inmersos en los largos a?os del ¨²ltimo franquismo -aquella ¨¦poca que a tantos les gustar¨ªa revisitar y que, desde luego, reinventan-, beb¨ªamos del extranjero cuanto riachuelo democr¨¢tico pod¨ªamos rastrear. Aquello fue un manantial, una hermosura. El fil¨®sofo Bertrand Russell impuls¨® el Tribunal. Era un anciano bell¨ªsimo, ¨ªdolo de los j¨®venes, un sabio con honor, decencia y compromiso, y que llamaba a las cosas por su nombre. Jean-Paul Sartre lo presidi¨® y muchas personalidades de la ¨¦poca lo apoyaron. Sus conclusiones dejaron una buena siembra.
Lo mismo va a ocurrir con este Tribunal Russell sobre Palestina, renacido en nuestros d¨ªas, no menos necesitados de luz y del reconocimiento de las responsabilidades que a cada cual corresponden. Me siento feliz por estar viva, cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, en esta reedici¨®n de un monumento a la dignidad humana y a la b¨²squeda de justicia. A ver si el humo de la pipa de Russell -que mi compa?ero ?greda homenajea en su ilustraci¨®n de hoy- hace que todos alcemos la cabeza y veamos el Muro de la Verg¨¹enza que es a la vez s¨ªmbolo de la m¨²ltiples formas de extenuaci¨®n y aniquilaci¨®n de los palestinos, y testimonio mudo de hasta qu¨¦ punto un pueblo que fue forzosamente errante, que fue perseguido, ha perdido la raz¨®n, junto con las razones, al convertirse en un pa¨ªs ocupante.
Tenemos que mirar y denunciar. Arundhati Roy lo formula con mejores palabras: "The trouble is that once you see it, you can't unsee it. And once you've seen it, keeping quiet, saying nothing, becomes as political an act as speaking out. There is no innocence. Either way, you're accountable".
Los que mienten e intoxican: son c¨®mplices. Pero tambi¨¦n lo son aquellos que, sabiendo, callan.
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