Casarse por "lo civil" en Espa?a
Felipe II, el rey m¨¢s cat¨®lico y posiblemente m¨¢s estricto de la historia de Espa?a, fue el primero que decidi¨® poner un poco de orden en las cuestiones matrimoniales con su real c¨¦dula de 12 de julio de 1564, que establec¨ªa el matrimonio can¨®nico como el ¨²nico leg¨ªtimo en aquel imperio cat¨®lico antes que nada, que era la Espa?a de entonces.Desde aquella fecha, el matrimonio can¨®nico ha sido el ¨²nico pr¨¢cticamente posible para los espa?oles con exclusi¨®n de dos breves per¨ªodos de 1870 a 1875, en el que est¨¢ comprendida la primera rep¨²blica, y 1931-39, en que se sigui¨® el sistema de matrimonio civil obligatorio, acept¨¢ndose la opci¨®n can¨®nica en el caso de los cat¨®licos que as¨ª lo desearan.
La guerra espa?ola, per¨ªodo en el que funcionaron a partir de 1938 dos legislaturas paralelas, la de la zona republicana y la de la zona nacional, cre¨® no pocos problemas de orden jur¨ªdico a la hora de poner en orden los registros una vez finalizada la contienda.
Blas P¨¦rez, fiscal del Tribunal Supremo en aquella ¨¦poca, cita en su memoria anual correspondiente a 1940 varios casos de nulidad de matrimonios efectuados entre cat¨®licos en zona roja con posterioridad a mayo de 1938, considerando necesario aclarar de manera m¨¢s exacta la ley de 1939, seg¨²n la cual los matrimonios civiles contraidos en zona republicana y ante funcionarios de la Rep¨²blica eran considerados nulos.
Esto cre¨® un considerable marasmo de actas, finalizado el cual, se dieron casos curiosos como el de hijos nacidos en el seno del matrimonio civil y considerados como naturales por las autoridades franquistas.
Desde abril de 1939 el matrimonio civil desaparec¨ªa de la vida espa?ola, excepto en el caso de que ambos contrayentes pertenecieran a otra religi¨®n o hicieran apostas¨ªa, que era tanto como confesarse ateos en una ¨¦poca en que tal cosa pod¨ªa cerrar muchas posibilidades de trabajo, donde ateos, masones y comunistas eran un todo com¨²n, una especie de fantasma informe que a veces se materializaba.
Ap¨®statas
El matrimonio civil de los ap¨®statas, cuyo nombre impone de por s¨ª, era por aquellas fechas de la posguerra un estigma indeleble que s¨®lo verdaderos fan¨¢ticos de sus principios pod¨ªan atreverse a llevar. Pero lo cierto es que no constan matrimonios de ap¨®statas en toda la posguerra. Ni m¨¢s adelante tampoco. El Instituto Nacional de Estad¨ªstica no recoge ninguna cifra que pueda indicar el n¨²mero anual de matrimonios c¨ªviles en Espa?a en los ¨²ltimos a?os.La raz¨®n hay que buscarla precisamente en la escasez de casos que se han producido y hasta cierto punto en la falta de preocupaci¨®n que este fen¨®meno merece. Sin embargo es un hecho insoslayable que el matrimonio civil, ya sea obligatorio o bien facultativo es la f¨®rmula m¨¢s utilizada en todos los estados de la Europa desarrollada y democr¨¢tica. El matrimonio civil subsidiario f¨®rmula que se?ala nuestro C¨®digo, ha demostrado repetidas veces estar bastante anticuada y la propia Iglesia Cat¨®lica est¨¢ interesada en que las cosas cambien.
Son muchos los sacerdotes que consideran que el matrimonio civil debiera ser obligatorio, quedando el can¨®nico a disposici¨®n de los cat¨®licos que sintieran que esta uni¨®n, adem¨¢s de un contrato, es un sacramento indisoluble. Pero lo cierto es que hay muchos j¨®venes que prefieren casarse por la Iglesia a pesar de no ser practicantes, porque sienten que el matrimonio verdadero, el que obliga, por decirlo de alguna manera, es el can¨®nico. Ignoran que en realidad a la hora de pedir la separaci¨®n, por lo civil al no existir el divorcio, la cosa se complica bastante, mientras que la Iglesia se muestra bastante m¨¢s comprensiva. Hay que tener en cuenta que el n¨²mero de separaciones ha aumentado de una forma impresionante, en la actualidad, las autoridades eclesi¨¢sticas se ocupan de m¨¢s de tres tramitaciones de separaci¨®n al d¨ªa.
Si hace unos a?os declararse ateo mediante la apostas¨ªa era tanto como levantar sospechas de comunista y elemento antisocial., hoy que todo aquello es agua pasada. hasta cierto punto como una curiosa paradoja de la vida, se da la circunstancia de que los propios comunistas son los primeros en casarse por la Iglesia. Razones. Adem¨¢s de las que se derivan de la mera comodidad -no hay que olvidar que mientras el procedimiento can¨®nico permite efectuar un matrimonio en poco m¨¢s de tres horas, el procedimiento civil puede alargarse bastante, existe un fuerte factor social y un factor familiar.
Dos casos
?Yo no practico la religi¨®n cat¨®lica -se?ala al respecto A. M. miembro del PCE espa?ol- pero me cas¨¦ por la Iglesia porque me hab¨ªan dicho que por lo civil era un l¨ªo, que el libro de familia era distinto y que pod¨ªa perjudicarnos bastante, adem¨¢s de que a mis padres les hubiera dado un s¨ªncope.? La suya es una opini¨®n bastante extendida todav¨ªa hoy y que responde a una situaci¨®n real.Porque realmente casarse por lo civil en la Espa?a de hoy no es ninguna ganga y en la mayor¨ªa de los casos puede provocar un cataclismo familiar, adem¨¢s de bastante estupor en el juzgado municipal encargado de tramitar el expediente.
Si bien es cierto que la ley de Libertad de Cultos de 1967 simplific¨® las cosas, y con la reforma del reglamento del Registro Civil de mayo de 1969 el propio interesado pod¨ªa dirigirse a las autoridades eclesi¨¢sticas para dejar constancia de su abandono de la Iglesia, requisito imprescindible para seguir adelante con la larga tramitaci¨®n posterior, no lo es menos que todav¨ªa hoy las pegas son muchas para que realmente pueda hablarse de facilidad a la hora de contraer matrimonio civil.
?En 1973 -B. S. veinticinco a?os- me cas¨¦ por lo civil. De haber sabido el l¨ªo de tr¨¢mites en que me met¨ªa lo habr¨ªa pensado dos veces. Aunque no descarto la posibilidad de que en otros juzgados las cosas sean m¨¢s sencillas. Nos pidieron mil y un papeles que se?ala el C¨®digo Civil pero que normalmente se simplifican en el caso de una ceremonia religiosa. Recuerdo que el funcionario del registro cada vez nos ped¨ªa m¨¢s cosas, llegando incluso a reclamarnos un certificado m¨¦dico que probara nuestra aptitud sexual. Finalmente era el juez municipal el que ten¨ªa que encontrar un hueco en su horario para poder casarnos. Esperamos casi un mes. Poder elegir la fecha o la hora de la boda era algo impensable. La ceremonia parec¨ªa un juicio por la severidad y la expresi¨®n constante de dureza del juez.? .
En 1976 el Arzobispado de Madrid-Alcal¨¢ da la cifra de 34.902 matrimonios can¨®nicos incoados en la provincia. Las estad¨ªsticas globales por su parte, y para 1976, arrojan una cifra similar de matrimonios. La conclusi¨®n es bien sencilla, o las cifras fallan -la dificultad de encontrar datos fiables en este pa¨ªs es enorme-, o bien el n¨²mero de matrimonios civiles es practicamente nulo. Sin llegar a admitir esto, lo que s¨ª es un hecho es que este tipo de enlaces cuenta con pocos adeptos en Espa?a. ?Ocurrir¨ªa lo mismo con el can¨®nico de establecer el C¨®digo Civil como obligatorio o al menos facultativo el matrimonio civil?
Posiblemente no, pero en cualquier caso la dificultad de revisar ese famoso art¨ªculo 42 de nuestro C¨®digo y hacerlo m¨¢s europeo, entra?ar¨ªa de alguna forma la admisi¨®n de algunas leyes tambi¨¦n muy europeas, como por ejemplo una ley de divorcio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.