El Olimpo de Mart¨ªnez Sarri¨®n

"Mart¨ªnez Sarri¨®n, SA", reza una placa en la puerta del estudio. "Qu¨¦ contrasentido porque la poes¨ªa es todo menos una sociedad an¨®nima, es abierta", se r¨ªe el poeta y memorialista Antonio Mart¨ªnez Sarri¨®n (Albacete, 1939). Habla desde un despacho con vistas al observatorio astron¨®mico de Juan de Villanueva en el Retiro madrile?o. "Me tendr¨ªan que cobrar un plus por uso abusivo. Me doy todos los d¨ªas un paseo por el parque". Por las tardes trabaja un par de horas -"los ojos no me aguantan m¨¢s delante del ordenador"- con m¨²sica de fondo de las emisoras de jazz americanas. Las paredes est¨¢n tomadas por libros y fotos familiares y de sus venerados. "?sta es mi mujer saliendo del sue?o, mis padres en la juventud... Y ¨¦ste es el pante¨®n ante el cual respondo. Enmarcado, don Antonio Machado, luego Rilke, Borges, Rimbaud, Dante, Eugenio Tr¨ªas, Azor¨ªn, Carlos Barral...", enumera. Tambi¨¦n figuras del jazz, compositores cl¨¢sicos -Richard Strauss o Schubert- y hasta el subversivo Keith Richards. No olvida a los camaradas de juego y tertulia que le dejaron: Juan Benet y Juan Garc¨ªa Hortelano.

"No me interesa vender sino estar bien distribuido. Los poetas no aspiramos a tener muchos lectores, sino los mejores", prosigue. "Y ahora la coincidencia feliz de que est¨¢n en las librer¨ªas una reedici¨®n y una traducci¨®n m¨ªas", se alegra. Bartleby reedita su ¨®pera prima Teatro de operaciones, junto a otros poemas in¨¦ditos bajo el t¨ªtulo de Muescas del tiempo oscuro. "Teatro lo edit¨® Carlos de la Rica, un cura de un pueblo de Cuenca y poeta divertid¨ªsimo. Sacaba dinero de aqu¨ª y all¨¢ para pagar los libros y, claro, las obras ten¨ªan un n¨²mero limitado de p¨¢ginas. Le tengo un agradecimiento eterno. Y de esa zona de 1965 a 1969 qued¨® un carpet¨®n de poemas. No los he tocado, pero he rechazado muchos. El resto los quemar¨¦. La gente tiene manos muy piadosas, pero sacan cosas que no se deber¨ªan ver".

Del franc¨¦s acaba de traducir y prologar para el sello Cuatro Aguas grises, de Joris-Karl Huysmans, "unos apuntes impresionistas y expresionistas de la vida parisiense del XIX". Y no quiere mentar un cuarto volumen de sus memorias que llegan a 1980: "Ninguno de los grandes memorialistas ha pasado de tres vol¨²menes. Despu¨¦s de 1980 hay un silencio que se va a mis diarios. No son tanto sucesos de mi vida y la pol¨ªtica, sino de lecturas y relecturas. Estoy trabajando en uno sin prisa". En Tusquets saldr¨¢n sus nuevos versos "morales, algo enfadados y severos" y, mientas tanto, busca recambio para la imagen de Valle-Incl¨¢n de su Olimpo particular: "Pobrecito Valle, se est¨¢ rompiendo".