Momias al desnudo
Si despu¨¦s de las recientes revelaciones sobre Tutankam¨®n y su compleja familia, a uno le han entrado ganas de saber m¨¢s de momias, ¨¦ste es el hombre. Jos¨¦ Miguel Parra Ortiz (Madrid 1968), doctor en Historia Antigua por la Complutense y miembro del equipo que excava las tumbas de Djehuty y Hery en Dra Abu el-Naga (Luxor), acaba de publicar Momias, la derrota de la muerte en el Antiguo Egipto (Cr¨ªtica), el primer libro de divulgaci¨®n seria, de altura, sobre los cuerpos embalsamados en el pa¨ªs del Nilo escrito por un cient¨ªfico espa?ol. Parra, ya conocido por sus libros sobre las pir¨¢mides -su gran pasi¨®n- y el t¨®rrido La vida amorosa en el Antiguo Egipto, es la persona de referencia si quieres saber c¨®mo era el embalsamamiento especial de babuinos en Saqqara, conocer la historia de la momia que sufri¨® un caso de violencia dom¨¦stica o la de las otras dos que fueron arrojadas por la borda por los marinos supersticiosos que las transportaban de contrabando y que les achacaban haber provocado una tormenta. La momia demediada de los hermanos Brugsch (se les parti¨® por la mitad a los dos egipt¨®logos mientras la transportaban: cada uno continu¨® con su trozo hasta que pillaron un taxi) y el brazo del fara¨®n Djer que acab¨® en la papelera son otras de las cosas asombrosas que puede explicarte Parra, con mucha amenidad y gracia.
El proceso de hacer momias cambi¨® mucho con el tiempo. No todos pod¨ªan permitirse un embalsamamiento de primera
"Verte cara a cara con ellas? Es un di¨¢logo silencioso en el que confrontamos nuestros mayores miedos, curiosidades y esperanzas"
"El pene de Tutankam¨®n fue embalsamado en posici¨®n erecta. As¨ª fue encontrado"
El estudioso acaba de regresar de Egipto, de la campa?a de excavaciones del Proyecto Djehuty, y dice que ha hecho un calor tremendo. Cuando uno lo recuerda hace un par de temporadas, a pie de tumba revisando durante horas tan ricamente trozos de momia de un cubo, a pleno sol y sin sombrero -"as¨ª me pongo moreno"-, se dice que desde luego este a?o ha debido de ser duro.
El investigador ha estado trabajando con la gran especialista Salima Ikram en las cuatro momias halladas en el patio de la tumba de Djehuty -una de mujer, dos de hombres y la otra de ni?o-, pero la que m¨¢s le ha impresionado (y no es f¨¢cilmente impresionable) es la de un perro contempor¨¢neo, un chucho de los alrededores, que han encontrado momificado naturalmente y que hab¨ªa ca¨ªdo en el pozo transversal de la sepultura. "Era horrible de ver, evidenciaba haber sufrido mucho, estaba retorcido sobre s¨ª mismo como los canes de Pompeya. Salima estaba encantada: no todos los d¨ªas tienes la posibilidad de comprobar los efectos momificadores del clima egipcio". Aprovechamos para hablar de las momias naturales y del origen de la momificaci¨®n en Egipto. Parra explica en su libro que no fue un proceso tan progresivo y emp¨ªrico como se suele creer. Recientes excavaciones en Hierac¨®mpolis apuntan a que desde muy temprano, a mediados del periodo predin¨¢stico, hace m¨¢s de 5.000 a?os, ya se realizaban probaturas con la momificaci¨®n artificial: se derramaba resina sobre los cuerpos y se colocaban pu?ados de lino embebidos en ella sobre determinadas partes del cuerpo y luego se cubr¨ªan con estrechas bandas de tela y con una estera. En la I y II dinast¨ªas ya se encuentran cuerpos en ata¨²des envueltos en lino, pero no hay a¨²n evisceraci¨®n, un avance que data del Reino Antiguo, a partir de la III dinast¨ªa, ni vendado por separado de los miembros del cuerpo antes de la ¨²ltima capa, innovaci¨®n hacia finales de la VI. La reina Aat, hallada en la pir¨¢mide de Amenemhat III en Dashur, fue sometida a la entonces novedosa t¨¦cnica de excerebraci¨®n por la nariz, con ruptura del etmoides, otro adelanto.
El proceso de hacer momias -los egipcios las llamaban sah, momia viene del persa mumia, bet¨²n, porque las resinas de la momificaci¨®n les daban una consistencia semejante- cambi¨® mucho a lo largo del tiempo, y, claro, hay que recordar, adem¨¢s, que no todo el mundo pod¨ªa permitirse un embalsamamiento de primera: para desecar a una persona de 80 kilos hac¨ªan falta 300 kilos de sal natr¨®n. Una cosa que no hicieron nunca los embalsamadores egipcios es extraer los ri?ones para colocarlos como otras v¨ªsceras en los vasos canopos. "Piensa que los ¨®rganos se sacaban al tacto, tras hacer una incisi¨®n en el costado; los ri?ones simplemente est¨¢n muy escondidos y no los encontraban, de hecho, los antiguos egipcios ni siquiera ten¨ªan palabra para ellos".
La conversaci¨®n con Parra es de lo m¨¢s ilustrativa: uno no sab¨ªa, por ejemplo, del uso ocasional de cebollas para rellenar y aromatizar el cuerpo, o que estuviera tan extendida la evisceraci¨®n rectal (la presentan las seis esposas reales enterradas en el conjunto funerario de Mentuhotep II, en Deir el-Bahari). "En esas momias no hay corte en el abdomen para el vaciado, mientras que el ano y la vagina est¨¢n dados de s¨ª y sobresalen del primer orificio restos peque?os de tejido org¨¢nico, sobre todo intestinos. Probablemente met¨ªan un disolvente. En la Baja ?poca se utilizaba un gancho para extraer por ah¨ª las v¨ªsceras. Era m¨¢s barato: ya tienes el agujero hecho". Ya que estamos, saco a colaci¨®n el escurridizo pene de Tutankam¨®n, cuya feliz reaparici¨®n fue anunciada por Zahi Hawass hace unos a?os precisamente a quien firma estas l¨ªneas (una exclusiva que no mereci¨® un Pulitzer). "Una historia muy curiosa, s¨ª, fue embalsamado, el pene, en posici¨®n erecta, y as¨ª fue encontrado al estudiar la momia, pero al analizarla de nuevo en 1968, pues ya no estaba. Circularon las historias m¨¢s asombrosas al respecto, e?incluso se sugiri¨® que se conservaba en el Ermitage con el miembro de Rasput¨ªn. En 2005, al someter a la momia a un TAC, se encontr¨® el pene perdido en la arena del caj¨®n donde reposaban los restos del rey". Parra a?ade que fueron la "fatiga de materiales" (?) y el "traqueteo" al mover la momia a lo largo de los a?os los causantes de la "emasculaci¨®n regia".
De los nuevos descubrimientos en torno a las momias de Tutankam¨®n y su familia, Parra -que en su libro propugna precisamente los an¨¢lisis de ADN y casi parece premonitorio en temas como la malaria- opina que ha habido muchas "sorpresas agradables". Considera que por fin podemos reconstruir, aunque presente algunos puntos endebles, "una cronolog¨ªa fiable del Reino Nuevo" y que Akenat¨®n, "cuya paternidad de Tutankam¨®n era l¨®gica", queda casi con total seguridad identificado. Admite, no obstante, que el hecho de que los sacerdotes al trasladar las momias en diferentes ¨¦pocas solieran traspapelar las etiquetas obliga a ser muy cautelosos.
Le pregunto al egipt¨®logo de d¨®nde viene nuestra fascinaci¨®n por las momias. "Lo normal es que el cuerpo desaparezca tras la muerte, que tanto tiempo despu¨¦s, siglos, milenios, siga ah¨ª es algo que impresiona mucho. Verte cara a cara con ellas? es un di¨¢logo silencioso, abrumador, en el que confrontamos nuestros mayores miedos, curiosidades y esperanzas".
El propio Parra no sabe c¨®mo lleg¨® a interesarse por las momias. "Ni idea, el caso es que me pic¨® la oca egipcia, como dec¨ªa Mariette. Los cigarros del fara¨®n y Ast¨¦rix y Cleopatra estaban por ah¨ª, pero no Sinuh¨¦, el egipcio, que no he le¨ªdo, para mi verg¨¹enza". ?Horus santo!, le recrimino, c¨®mo se puede vivir sin Nefernefer y sus pechos de loto, ?si Terenci Moix levantara la cabeza! "La verdad es que no disfruto con la novela hist¨®rica de las ¨¦pocas que conozco bien, les veo la urdimbre, el artificio, y los fallos". Le pregunto cu¨¢l es su momia favorita. "Pues mira, la gran momia de mi vida no es egipcia, sino inca, una de las jovencitas v¨ªctimas del capacocha, el sacrificio ritual en las monta?as, en el monte Llullaillaco, en el norte de Argentina: parece dormida a¨²n, aturdida". ?Y de las egipcias? "La de Nikolai, probablemente; la encontramos en 2008 en la tumba intermedia entre la de Djehuty y la de Heri. Los saqueadores antiguos la hab¨ªan colocado de pie, mirando a la entrada, para asustar a los que vinieran despu¨¦s. No es un caso ¨²nico, a veces los ladrones ten¨ªan un curioso sentido del humor: en la tumba 50 del Valle de los Reyes (KV 50) colocaron la momia de un perro y la de un mono enfrentadas como si fueran a pelearse".
Entre las an¨¦cdotas m¨¢s impactantes de su libro, Parra cita la del d¨ªa -puro The mummy returns- en que la momia de Rams¨¦s II, a principios del siglo XX, movi¨® el brazo izquierdo. "Un cambio de temperatura hizo probablemente que los tendones se contrajeran espont¨¢neamente. Puedes imaginar el susto de los guardianes del Museo de El Cairo. La historia la recogen Pierre Loti y Blasco Ib¨¢?ez". Rams¨¦s II ha impresionado a mucha gente: uno recuerda el respingo de Jordi Sol¨¦ Tura, a la saz¨®n ministro de Cultura, cuando le abrieron por sorpresa en 1993 la caja que conten¨ªa la momia del gran fara¨®n (que por entonces no se exhib¨ªa) y se encontr¨® con el pelirrojo gara?¨®n hijo de Seti, que si no te lo han presentado te puede parecer la bruja pirula.
Las momias han sufrido mucho con el tiempo. De la de Pepi I, Petrie s¨®lo encontr¨® en su pir¨¢mide en Saqqara su mano momificada, y hasta ¨¦sta se perdi¨®. Se las ha destruido a millones y en realidad tienen mucho m¨¢s que temer de nosotros que nosotros de ellas: hasta nos las hemos comido. A veces, la venganza de la momia es sutil, explica Parra. A un turista que adquiri¨® una lo detuvieron en la aduana y lo acusaron de asesinato: le hab¨ªan endosado una momia falsa hecha con el cuerpo de un ingeniero ingl¨¦s fallecido pocos a?os antes.
Las momias de animales, recuerda Parra, eran omnipresentes en el mundo egipcio: las hab¨ªa de gatos, ibis, halcones, cocodrilos, monos, gacelas, toros, perros, musara?as y hasta leones y burros; incluso se conoce el caso de un elefante. En los templos, donde era costumbre ofrendar por millares momias del animal consagrado al dios que se veneraba, los fieles pod¨ªan adquirirlas all¨ª mismo, lo que era un buen negocio para los sacerdotes. Parra explica que se ha documentado la cr¨ªa de esos animales en los templos. La excavaciones de la Universidad de Pisa en el templo ptolemaico de Medinet Madi han localizado ?un criadero de cocodrilos!, destinados a convertirse en momias votivas. Y en Saqqara se han encontrado estancias similares para la cr¨ªa de ibis a momificar (y vender). De la importancia del negocio da fe la existencia de muchas momias falsas, hechas, por ejemplo, con una piedra y unos huesos o con un ladrillo. Las momias de animales tambi¨¦n han sufrido expolio: en el siglo XIX se export¨® a Europa un cargamento de 180.000 momias de gatos consagrados a Bastet.
El hecho de que Parra haya escrito con relaci¨®n a Egipto sobre momias y sobre sexo podr¨ªa parecer contradictorio. Pero no son temas tan distantes, dice. "Al cabo, en uno de los m¨¢s conocidos episodios sagrados, Osiris, muerto y momificado, hace el amor a Isis, que desciende en forma de ave sobre su pene embalsamado". Parece que eran m¨¢s bien pudorosos, los antiguos egipcios. "En al arte oficial, s¨ª, menos en el extraoficial. En el fondo no creo que los humanos seamos muy diferentes en lo que respecta al erotismo y al sexo. Ahora hay l¨¢tex y pilas, entonces?". ?Quiere decir que hab¨ªa consoladores en el Egipto fara¨®nico?, vaya primicia. "En todo caso, falos de madera y piedra que se ofrendaban a Hathor, y algunos con el tama?o perfecto".
Parra escribe que estar ante una momia puede ser turbador. Pero dice que ¨¦l disfruta vi¨¦ndolas. "Las cojo con frialdad, no me asustan y nunca he tenido mal rollo con ninguna". A los trabajadores egipcios a veces les sorprende esa familiaridad del espa?ol en el trato con las momias. Que no le impresionen no significa que el estudioso no las valore: "Son un verdadero tesoro, c¨¢psulas de tiempo, testigos de la civilizaci¨®n fara¨®nica. El susurro de la momia, su vieja voz que nos llega de tan lejos, no es en realidad de amenaza, sino de conocimiento".
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