La tarea de nuestro tiempo
Este a?o se cumple un siglo desde que la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague, proclam¨® el D¨ªa de la Mujer Trabajadora, una jornada reivindicativa, ligada entonces al movimiento obrero, que 100 a?os m¨¢s tarde han universalizado las Naciones Unidas con el fin de impulsar el reconocimiento de los derechos de las mujeres y que ma?ana, 8 de marzo, se celebra en todo el mundo.
Millones de actos, reuniones, manifestaciones, homenajes y eventos de todo tipo recordar¨¢n ma?ana que la mitad de la poblaci¨®n mundial, las mujeres, estamos todav¨ªa lejos de participar en igualdad de los derechos, las libertades, el desarrollo que entre todos hemos conquistado.
Incluso en los pa¨ªses avanzados, las mujeres encuentran resistencias para asumir puestos de decisi¨®n
Y, sin embargo, es tanto lo que hemos avanzado... Tanto que hoy, en Espa?a, es dif¨ªcil hacer creer a las j¨®venes que sus madres no pod¨ªan abrir una cuenta corriente o conseguir un pasaporte sin permiso del padre o del marido. Tanto que hoy no hay traza alguna de discriminaci¨®n por raz¨®n de g¨¦nero en las leyes que rigen nuestra convivencia.
Pero una cosa es la ley y otra es la vida. Y ¨¦sta nos muestra cada d¨ªa que la desigualdad que durante siglos ha imperado en nuestras sociedades, aunque erradicada en el Derecho, sigue presente en los hechos y se abre paso a¨²n sin demasiado disimulo en los aspectos m¨¢s primarios y cotidianos de nuestra vida.
Menos salario por un mismo trabajo, m¨¢s horas dedicadas al hogar, atenci¨®n casi en solitario a menores y mayores, inferior presencia en puestos directivos en la empresa, la pol¨ªtica o la universidad, y, sobre todo, la violencia, ese drama terrible que hoy comparte nuestro mundo globalizado, son los principales indicadores de un desequilibrio que es fuente de injusticias y, por tanto, imperiosa raz¨®n para seguir trabajando. Para seguir trabajando en beneficio de todos, porque de eso se trata cuando hablamos de igualdad.
Pero, ?cu¨¢l es la agenda?, ?cu¨¢l es el objetivo que, entre toda esa arena fina de desigualdad que se nos escapa entre los dedos, podemos convertir en nuestro principal horizonte, en nuestra meta?
Dec¨ªa Ortega que cada ¨¦poca tiene su misi¨®n, su tarea. Y la nuestra es una ¨¦poca marcada por las transformaciones. Transformaciones tecnol¨®gicas que han convertido el mundo en una aut¨¦ntica aldea global, transformaciones medioambientales que nos han colocado frente al desaf¨ªo del cambio clim¨¢tico y transformaciones econ¨®micas y pol¨ªticas por el fracaso de un modelo que ha estado a punto de conducirnos a la bancarrota mundial.
Y estoy convencida de que la misi¨®n de quienes luchamos por la equidad en esta ¨¦poca, es lograr que las mujeres participen, de igual a igual, en el esfuerzo por ganar los retos que esas transformaciones plantean. Porque acabar con la desigualdad de g¨¦nero no es solucionar un problema de las mujeres, es resolver un problema de todos. Porque eso es lo que representan hoy las mujeres en todo el mundo, la soluci¨®n. Son la mitad del conocimiento, del trabajo, del talento en los pa¨ªses desarrollados. Y mucho m¨¢s de la mitad de la supervivencia, del progreso, de la cohesi¨®n social, del esfuerzo por la paz en los pa¨ªses en desarrollo.
As¨ª he podido constatarlo especialmente en los encuentros de Espa?olas y Africanas por un Mundo Mejor que desde hace cuatro a?os venimos celebrando y que tan s¨®lo dentro de unas semanas reunir¨¢ de nuevo, esta vez en Valencia, a una importante representaci¨®n de mujeres de la pol¨ªtica, de la econom¨ªa, de la educaci¨®n, de la cultura, del tejido social de toda ?frica, para compartir sus experiencias, ya no s¨®lo con las mujeres espa?olas, sino tambi¨¦n europeas y del resto de los continentes.
Las africanas son un ejemplo del papel central que las mujeres juegan en los pa¨ªses en desarrollo. Mantienen a sus familias y a sus comunidades, luchan para que sus hijos y sus hijas accedan a la educaci¨®n y a la sanidad. Son agentes de paz, mediadoras y, cada vez m¨¢s, tambi¨¦n protagonistas de la vida pol¨ªtica de sus pa¨ªses. Apoyarlas, dar visibilidad a su esfuerzo y a sus logros, no es s¨®lo trabajar por sus derechos, es apoyar el progreso de toda ?frica, es impulsar, como reza nuestro lema, un mundo mejor.
Pero tambi¨¦n en los pa¨ªses m¨¢s avanzados hay trabajo que hacer. Porque no hay una sola sociedad en la que las mujeres no encuentren todav¨ªa resistencias para ocupar puestos de responsabilidad y de decisi¨®n. Ni una sola en la que las mujeres no tengan que hacer un esfuerzo suplementario para alcanzar las metas que se proponen.
Los tiempos de crisis son tiempos de cambio. Tiempos en los que es preciso estar vigilantes para no ceder terreno ya ganado. La igualdad y la igualdad de oportunidades han de ser valores centrales del nuevo mundo que entre todos estamos construyendo.
Poner a las mujeres, codo a codo con los hombres, en la primera l¨ªnea de la batalla por un mundo m¨¢s justo, m¨¢s equilibrado, m¨¢s ciudadano, en la batalla por un mundo mejor, es, estoy convencida, la misi¨®n, la tarea de nuestro tiempo.
Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega es vicepresidenta primera del Gobierno de Espa?a.
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